La guerra interminable

Un hombre camina con el humo al fondo tras un bombardeo aéreo en Sudán.

Un hombre camina con el humo al fondo tras un bombardeo aéreo en Sudán. / Reuters

Antonio Balibrea

Antonio Balibrea

A pesar de la brutalidad y violencia de la guerra en Ucrania el conflicto más mortífero del año pasado fue en Tigray, la región etíope limítrofe con Sudán. Según las cifras difundidas por la Unión Africana a principios de este año habría habido entre 300 y 400.000 víctimas civiles debidas únicamente a las atrocidades, el hambre y la falta de atención médica; y entre 200 y 300.000 en el campo de batalla. Ahora hace un mes, Sudán un país con cuarenta y seis millones de habitantes -similar a la población de España- es el escenario del enfrentamiento entre dos fracciones militares del Ejército sudanés en una lucha por el poder que va hacia el colapso del Estado. Mas de treinta mil personas se han visto desplazadas en el interior del país, cien mil refugiados ya han huido, y hasta ochocientos mil podrían huir a los países limítrofes. Un tercio de la población- 16 millones- requiere asistencia humanitaria.

Sudán limita con siete naciones: Egipto, Sudán del Sur, Chad, República Centroafricana, Libia, Etiopía y Eritrea. Todas han sufrido guerras, disturbios civiles violentos y agitación política en los últimos años. A pesar de las cinco declaraciones de alto el fuego, entre los generales enfrentados, el conflicto se mantiene. Los cientos de miles de refugiados se desplazan a los países vecinos; aunque nosotros nos fijemos en las evacuaciones de ciudadanos europeos y norteamericanos. El conflicto puede terminar de desequilibrar el Sahel oriental.

En África las fuerzas coloniales fueron sustituidas por líderes débiles apoyados en gran medida por los militares de distintas tendencias y que en la práctica se han convertido en la fuerza hegemónica. En Sudán tras la independencia se hizo con el poder el general Al Numeiri de tendencia panarabista, similar a la de Nasser en Egipto, que sofocó una guerra civil. Fue sustituido por el general Bashir que impuso un régimen simpatizante con Al Qaeda, éste separó el ejército del aparato de seguridad. Colocando al frente el primero al general Burham, y de las Fuerzas de Reacción Rápida (FAR) al general Hamdam Dagalo (alias Hemedti) quien reprimió la revuelta campesina de Darfur- parte oeste de Sudán- en 2003. Los dos generales derribaron el régimen de Bashir en 2019, y son quienes ahora guerrean para hacerse con el poder absoluto a pesar de haberse comprometido repetidamente en un proceso de transición democrática que ellos mismos han abortado.

Sudán al igual que la mayoría de los países africanos tiene grandes riquezas minerales, principalmente oro, y riquezas naturales como el agua del Nilo que atraviesa de sur a norte el país y es la principal preocupación tanto de Egipto como de Etiopía; y los múltiples oleoductos que atraviesan el país. Sudán ocupa un lugar geoestratégico de primer orden con acceso al mar Rojo por donde transitan la mayoría de productos con destino a los países mediterráneos y Europa, En especial los derivados del petróleo.

Los intereses entrecruzados son múltiples: Egipto se alinea con el general Burham, aliado y amigo personal del presidente egipcio Al Sisi, su interés fundamental son las aguas del Nilo. Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, son dos de los actores internacionales más influyentes, son más próximos al otro general Hemedti que les ha ayudado con fuerzas en la guerra de Yemen. Los mercenarios rusos de Warner están presentes en Sudán, también en el vecino Chad, y Rusia está interesada en la construcción de una base militar en el Mar Rojo y colabora con Hemedti a cambio de concesiones mineras. China aparentemente ha adoptado una posición neutral en el conflicto dadas sus inversiones en obras de infraestructura y préstamos masivos y ha intentado repetidamente el alto el fuego. Europa y Estados Unidos en su día apoyaron la separación de Sudán del Sur e intentan evitar la desintegración de Sudán. Tanto Naciones Unidas como la Liga Árabe y la Unión Africana han instado a las partes a detener el conflicto. Algún experto- Justin Lynch- ha escrito que el evento desencadenante de la guerra actual en Sudán fue un acuerdo de reconciliación y un plan de reforma y democratización del sector de seguridad, plan impulsado por Estados Unidos y la misión de la ONU en Sudán.

“La lucha por el poder en Sudán- ha dicho Antonio Guterres ante el Consejo de Seguridad de la ONU- está encendiendo una mecha que podría detonar a través de las fronteras causando un sufrimiento inmenso durante años y retrasando el desarrollo durante décadas”. La ONU y el mundo impotentes. Terrible.