La Europa cobarde

El despreciable silencio de Europa ante la situación de miles de personas refugiadas encerradas en campos con doble vallas que triplican la altura de cualquier humano y coronadas con alambre de espino hacen que a muchas personas nos repele la ilusión de celebrar el Día de Europa. Y es así, en estos campos de refugiados ya europeos, donde estas personas refugiadas permanecerán años esperando que se les tramite sus peticiones de asilo.

Europa se resiste a aceptar su responsabilidad ante la mayor crisis humanitaria desde la segunda guerra mundial. Personas venidas de África subsahariana, del Magreb, del Sahel, de Siria, de Eritrea, de Mali... Ciudadanos sursudaneses que ahora más que nunca intentarán escapar de la escalada de violencia que se ha incrementado en las últimas semanas.

Buscará, la mayoría, las vías de escape por los puertos de Libia y Turquía y, después, si la suerte les salvó del mar, serán rescatados por embarcaciones de ayuda humanitaria o por barcos pesqueros donde prima más la humanidad que cualquier posible sanción por ayudar a personas gritando, llorando y suplicando sencillamente vivir. La mayoría con signos inequívocos de violencia sufrida en sus países de origen o en su trayecto.

Miles de muertes

Y cuando lleguen a su sueño, si llegan, ya que de miles de estas muertes nadie será testigo, se encontrarán con que sus derechos sí que los perdieron en nuestro mar Mediterráneo.

No puedo celebrar el día de una Europa desmemoriada que casi ha olvidado el fenómeno histórico del fascismo del ayer y que va insistiendo en cada hoy, que su tema estrella sea la cuestión migratoria, como si no recordará que sus propios enemigos son ellos, ya que el fascismo descansa siempre sobre la cobardía y el miedo, que nos quieren implantar.

Día de Europa, nada que celebrar.

Pero si recordar a las 2.925 personas fallecidas en 2022 intentando llegar a Europa por el Mediterráneo y a las 560, entre ellas 22 niños y niñas, que no lograron sobrevivir en la ruta de África Occidental a Canarias (según la OIM organización Internacional para las Migraciones).

A todas ellas y a sus familiares, nuestras disculpas y nuestra cómoda vergüenza.