Las opciones están claras

Sesión de control de les Corts Valencianes

Sesión de control de les Corts Valencianes / informaciontv

José María Perea

José María Perea

El pasado 19 de abril expliqué en estas páginas de Opinión, “Consolidar lo conseguido desde la Generalitat”, cómo el presidente Ximo Puig, al frente de dos gobiernos de coalición (Botanic I y Botanic II), se había ganado mi confianza por lo ya conseguido desde el Gobierno de la Generalitat. Entonces enunciaba que tiempo habría “de hablar de lo que queda por hacer, de las ambiciones que nos pueden unir”. No esperaba entonces que gran parte del pescado estuviera expuesto, que no vendido, antes del inicio de la campaña para las elecciones autonómicas del 28 de mayo. A pocas fechas de iniciarse la campaña ya conocemos las grandes propuestas de los partidos que aspiran a renovar el Gobierno (PSPV-PSOE, Compromís y Unidas Podemos-EU) y de los que aspiran a sustituirlos, PP y Vox.

Se enfrentan en casi todos los campos dos visiones antagonistas, dos modelos de sociedad difícilmente conciliables, como prueba el negacionista del PP durante más de cuatro años a la renovación de un órgano constitucional como es el Consejo del Poder Judicial.

En Educación, por citar uno de los pilares del Estado del Bienestar, estamos ante una propuesta de fortalecer la enseñanza pública, gratuita e igual para todos, finalizando el Plan Edificant de instalaciones escolares, ampliando las plantillas docentes para garantizar una educación de calidad, extendiendo la Formación Profesional como opción que impida que nadie se quede fuera del currículo escolar e intensificando los medios para acceder a las nuevas tecnologías, cuya progresión es imparable en un mundo digitalizado. La propuesta contraria -recuerdese el rechazo del gobierno municipal de Alicante al Plan Edificant o el modelo de Madrid, que se presenta como ejemplo a seguir- hace más hincapié en la enseñanza concertada, privada, que en la pública; ojo, también en los niveles universitarios aunque no se mencione. En Sanidad, otro pilar del Estado del Bienestar, se repite el mismo dualismo con el agravante de que en la Comunidad Valenciana ya sabemos a dónde nos condujo el conocido como “modelo Alzira”, que debilitó la Sanidad Pública, general y gratuita para todos, disminuyendo plantillas de sanitarios, reduciendo inversiones en tecnologías e instalaciones, e incrementando las debilidades del Servicio Valenciano de Salud como se comprobó en la emergencia de la pandemia por el Covid-19. En Sanidad queda mucho por hacer todavía para que la Comunidad Valenciana esté en niveles comparables a los de las autonomías que están en cabeza.

En dependencia, otro pilar del Estado del Bienestar aunque más reciente, queda también mucho por hacer hasta conseguir que las prestaciones, personal cualificado e instalaciones (como las residencias de mayores) lleguen a todos los que lo necesitan. Aquí es más cuestión de sensibilidad y eficacia en la gestión lo que separa ambas opciones, la progresista y la conservadora, como se pone de manifiesto en la gestión de algunos ayuntamientos y sus Servicios Sociales. Donde ha habido gobiernos municipales sensibles y colaboradores con la Generalitat se ha podido avanzar más y mejor.

Con la reciente Ley de la Vivienda, con su objetivo de facilitar la existencia de pisos en alquiler que posibilite la emancipación de los jóvenes, estamos en las mismas. El candidato del PP a la Presidencia de la Generalitat lo ha desvelado en las últimas horas con su apuesta por la construcción de viviendas residenciales -el retorno al modelo del ladrillo que nos condujo a una gran crisis económica y social- frente a la aplicación de la nueva Ley de la Vivienda. No hace falta extenderse.

Sobre todos estos temas planea una urgencia, una auténtica emergencia de nuevo, que no podemos ignorar: el cambio climático. Sin poner el cambio climático en un primerísimo plano no podemos abordar el futuro. Me atrevo a decir que haría falta en el Consell una Vicepresidencia de Cambio Climático, más política que administrativa, que coordinara al menos dos veces al mes a varias Conselleríes (Agricultura y Medio Ambiente, Transporte e Infraestructuras, Vivienda, Unidad de Emergencia frente al fuego o las inundaciones…) para armonizar todas las políticas implicadas en una misma dirección. Es decir, que impulsara y coordinara las acciones transversales de las distintas Conselleries. No hay solución racional y posible sin tener en cuenta la realidad del cambio climático para los problemas del agua (para abastecimiento y para el campo), para la movilidad de las personas y las mercancías (apostando decididamente por los medios de transporte colectivos y descarbonizados), para la ordenación del territorio y la preservación de los espacios naturales, para la transformación de los espacios urbanos que faciliten la vida y el confort de los ciudadanos, etcétera. Los modelos contrapuestos también han quedado claros últimamente. El modelo Moreno, por el presidente de la Junta de Andalucía, que se invoca desde el PP junto al de la presidenta madrileña Díaz Ayuso, ya sabemos cuál es: el del proyecto de legalizar las perforaciones ilegales de Doñana, dañando a un ecosistema único, suscrito en el Parlamento andaluz por PP y Vox contra la opinión del Gobierno de España, de Comisión Europea y una sentencia de la Justicia europea. PP y Vox (negacionista desde sus inicios del cambio climático, como Trump y Bolsonaro) son la alternativa en nuestro caso a los gobiernos progresistas del Botanic, no lo olvidemos.

A estas alturas de la película poco más hay que añadir. Ojalá nadie tenga que arrepentirse el día 29 de haberse refugiado en la abstención sin tener en cuenta cuánto se dilucidaba para él y sus convecinos en la elección autonómica y municipal del día 28.