¿Somos incapaces los europeos de independizarnos de EEUU?

Bandera de la Unión Europea junto a la de países que la conforman

Bandera de la Unión Europea junto a la de países que la conforman / INFORMACIÓN

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

¿Somos capaces los europeos de independizarnos de EEUU, de desarrollar una estrategia geopolítica autónoma con la que hacer frente con alguna posibilidad de éxito a presentes y futuras crisis?

Muchos lo dudan, entre ellos el propio Consejo de Relaciones Exteriores de la UE: es demasiada la desconfianza entre los socios como para acordar y aceptar un liderazgo común que no sea el de Washington. Y cómo repartirse, por otro lado, los costes.

Polonia, por ejemplo, no se fía de Berlín o París y aspira a ser, por el contrario, el aliado más solidario de Estados Unidos en Europa: algo así como el primero de la clase.

Y está evidentemente dispuesta a acoger en su territorio a todas las tropas que quiera estacionar la superpotencia y convertirse, sin que parezca importarle el costo económico y con el beneplácito de Washington en la primera potencia militar del continente.

La crisis financiera y la política migratoria, por un lado, han dividido al norte y al sur del continente mientras que la guerra de Ucrania en cierto modo divide a su vez al este y al oeste: a la “vieja y a la nueva Europa”, en palabras del ex secretario de Defensa de EEUU Donald Rumsfeld.

La unidad que parecen mostrar ahora frente a Rusia los gobiernos europeos, con alguna excepción como la de la Hungría de Viktor Orbán, y que se forjó en la cumbre de Madrid puede acabar resquebrajándose si el conflicto dura demasiado: la paciencia de los ciudadanos tiene un límite.

La invasión de Ucrania por su vecina Rusia se produjo, es cierto, en un momento de “gran debilidad geopolítica europea”, según reconoce el Consejo de Relaciones Exteriores.

Desde la crisis financiera de 2008, la superpotencia ha logrado distanciarse de sus aliados europeos en poder económico.

Si en 2008, el PIB de la UE era de 16.2 billones de euros y superaba al de EEUU -14.7billones-, el año pasado la relación se invirtió: 25 billones en el caso de la superpotencia frente 19.8 billones de la UE y Gran Bretaña juntas.

Lo que tiene también algo que ver con el respectivo poder de sus monedas: el dólar representa actualmente en torno a un 60 por ciento de las reservas en moneda exterior de todos los países. Y el euro, en cambio, de momento sólo un 21 por ciento.

Sobre todo esto último ha permitido a Washington aumentar su capacidad de imponer sanciones económicas a países cuyos regímenes no acepta, y ello sin tener que dar cuentas a nadie, ni siquiera a sus aliados.

Rusia y China tratan, por su parte, de oponerse a esa dependencia global del dólar, tan lesiva para sus intereses, y exigen muchas veces el pago de las transacciones comerciales con terceros países en sus propias monedas: el rublo y el yuan.

Y cuentan en ese empeño con el apoyo de muchas naciones del llamado Sur global, que rechazan los boicots y otras medidas punitivas de Occidente por considerarlas en muchos casos injustas cuando no hipócritas.

La superioridad de EEUU frente a Europa es también absoluta en el cada vez más determinante sector tecnológico, y en los últimos años no ha dejado de crecer: los cinco grandes del sector dominan en efecto la escena europea.

Y lo único que Bruselas puede hacer en este momento es multar a esos gigantes tecnológicos como ha ocurrido con Google por sus abusos comerciales, pero sin desarrollar alternativas como hace con éxito la República Popular China pese a las trabas que intenta ponerle Washington.

Hay que reconocer que EEUU y su fiel escudero, el Reino Unido, sabían perfectamente lo que hacían al insistir en la rápida integración en la UE y la OTAN de países que habían pertenecido a la órbita soviética e iban así a convertirse en sus incondicionales frente al Kremlin.

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