Una provocación miserable

Los daños causados por la bomba de ETA en el hotel Bahía de Alicante

Los daños causados por la bomba de ETA en el hotel Bahía de Alicante / RAFA ARJONES

Fernando Ull Barbat

Fernando Ull Barbat

Tomar posesión de un escaño es siempre preferible a empuñar las armas

José María Aznar, 1999

La inclusión de 44 terroristas que pertenecieron a la banda ETA en las listas de EH Bildu como candidatos para las próximas elecciones municipales y autonómicas en el País Vasco y Navarra, entre los que se incluye a siete condenados por asesinato, ha sorprendido por lo inesperado de esta decisión en un contexto en el que este partido político trataba, desde hace años, de construir una mínima credibilidad ante la sociedad que le permitiese dejar atrás su pasado de apoyo político a ETA y de aquella simbiosis existente entre la antigua HB y ETA que tanto dolor provocó a las víctimas del terrorismo y sus familiares y que convirtió al País Vasco en un lugar inhóspito para el visitante y lo más parecido al infierno para los amenazados por ETA.

Si bien es cierto que, desde que ETA anunció su disolución definitiva, el entorno político de ETA y las asociaciones que se crearon a su alrededor para apoyar a los presos por terrorismo fueron dando pasos muy lentos en la dirección de reconocimiento del dolor causado por ETA a una parte de la sociedad vasca, la incorporación de condenados por pertenencia a ETA e incluso de asesinos en las listas electorales de Bildu son un aviso de que las tensiones internas que se crearon en el mundo abertzale consecuencia del lento proceso que supuso el fin del terrorismo no han terminado.

Que la violencia cesara nunca significó que los motivos en los que se sustentaba hubiesen desaparecido de repente. La violencia cesó porque la democracia y el imperio de la ley lograron imponerse sobre la violencia, los asesinatos y la extorsión. Fue un proceso largo y difícil, una de las últimas herencias del franquismo, que los españoles conseguimos a base de sufrimiento mientras un sector de la población vasca, minoritario, aplaudía cada asesinato y ayudaba a los terroristas, y otro sector, mayoritario, miraba para otro lado incapaz de oponerse a la violencia para que no pasaran a formar parte de los destinatarios de la violencia. El gran éxito del terrorismo en España fue implantar la ley del silencio durante décadas en el País Vasco. Unos callaron por miedo, otros porque les daba igual que matasen a los maketos y otros porque gracias al terrorismo se hicieron millonarios ocupando el lugar de los empresarios, funcionarios y profesores de universidad que tuvieron que marcharse para que ETA no los matase.

La derecha española, como era de esperar, saltó como un tentetieso culpando al Gobierno de la nación, y en concreto a Pedro Sánchez, de que Bildu haya incorporado a sus listas electorales a ex etarras. El motivo de por qué para el Partido Popular el presidente del Gobierno es culpable es un misterio. A los únicos a los que se debe pedir explicaciones de ello es a los dirigentes de Bildu, que han esgrimido que ni la Junta Electoral ni la justicia española ha privado de sus derechos electorales a ninguna de las personas que han incorporado a sus listas electorales, lo cual hay que admitir que es cierto. Cosa distinta es la bajeza moral de esas 44 personas y el comportamiento miserable que tuvieron durante los años en que ETA asesinó y robó ante la mirada cómplice (repito) de buena parte de la sociedad vasca.

Pero aunque el hecho de que Bildu haya presentado a candidatos con pasado terrorista sea una actitud miserable ya que este partido habrá sido plenamente consciente de la indignación que su decisión iba a producir, no hay que olvidar que durante las décadas más duras del terrorismo, los partidos políticos se cansaron de repetir que ETA debía dejar las armas y canalizar sus ideas a través de la política. Pues ya lo han hecho. El único motivo de ello es porque la democracia les venció, es decir, renunciaron a la violencia porque fueron derrotados y humillados, pero terminaron haciéndolo. Y creo que es este aspecto en el que los españoles debemos fijarnos. Con la inclusión de condenados por terrorismo (en diferentes grados de colaboración y gravedad) en las listas electorales, el que fue entorno activo de apoyo a ETA, los propios terroristas y los dirigentes de EH Bildu están admitiendo, una vez más, que el terrorismo no tuvo ninguna razón de ser, que las ideas en que se sustentó el chantaje y el odio no tuvieron ninguna validez ni significado y, sobre todo, que fueron derrotados por las libertad, la democracia y el imperio de la ley. Tantas muertes, tanto odio, tantas décadas de vergüenza en el País Vasco con la ley del silencio, tanto mirar para otro lado cuando mataban a alguien no fuera cosa que el campo de acción de la diana se ampliase, para terminar viendo a los terroristas sentados en ayuntamientos y en escaños de parlamentos autonómicos haciendo político y dialogando. Ese es el mensaje que se otorga a las nuevas generaciones de vascos: que las ideas que sustentaban a ETA y al nacionalismo extremista no sirvieron de nada. La democracia venció.