Esto no es un cuaderno

Bótame mucho

Las nueve candidaturas locales andan ya metidas hasta el tuétano en todo el ritual electoral: presentación de candidatos, programas y proclamas; pegada de carteles, mítines, reuniones con colectivos, fiestas de paellas y demás parafernalia conexa.

Dos jóvenes, junto a los carteles colocados en la Estación de Autobuses de Elche

Dos jóvenes, junto a los carteles colocados en la Estación de Autobuses de Elche / MATIAS SEGARRA

Gaspar Macià

Gaspar Macià

«Algo debe cambiar para que todo siga igual».

El gatopardo (1958), novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa

Hay pocas cosas que se mantienen inalterables con el paso del tiempo. Una es el segundo principio de la termodinámica. Otra es la pegada de carteles en el minuto cero del inicio de la campaña electoral. A las generaciones más jóvenes sin duda les llamará la atención que esta atávica tradición analógica siga teniendo tanto eco y predicamento entre la clase política. Que destacadas figuras de la vida pública se entreguen con tanto entusiasmo, escoba en mano, a impregnar de chorreante engrudo un panel de aglomerado, a pegar el cartel con su sonriente efigie y darle nuevas pasadas de cola al agua para que aguante los 15 días de campaña. Todo ello aderezado con vítores y aplausos de los correligionarios y el ardiente ondear de banderolas. En época de absoluto dominio de lo digital y de la omnipresencia de las redes sociales, la pegada de carteles sigue teniendo ese aroma vintage de añoranza de un tiempo pasado en lo que todo era distinto, más bonito y más barato.  

Luego están los eslóganes. Este año, sin duda, la palma en creatividad y desparpajo subliminal se lo lleva el candidato socialista: «El alcalde.» (así, con punto y todo, para darle rotundidad y acotar el significante). A continuación, para no dar lugar a dispersiones conceptuales, el sujeto aludido: «Carlos González». Nada que objetar al lema en aras de la economía lingüística y la efectividad propagandística. ¿De qué va todo esto? Pues de elegir alcalde. Entonces, si ya hay uno, ¿para qué cambiar? «Le maire c’est moi». Pues a ver captan el mensaje.

 «Confía», propone al electorado el candidato popular, Pablo Ruz. Un lema monomorfemático contundente en el que el sujeto se da por sobreentendido. ¿En quién tienes que confiar? Pues en quien aparece sonriente en el cartel. Un concepto arriesgado en política pero que apela a un sentimiento básico del ser humano. Confía en mí, que yo cambiaré las cosas a mejor y no fraccionaré las facturas municipales (por ejemplo), sería el metamensaje. Es, en suma, una cuestión de fe, que como dejó escrito san Agustín, consiste en creer lo que no vemos y por ello se nos recompensa con ver lo que creemos. Ergo…

Carlos González pega su cartel electoral

Carlos González pega su cartel electoral / INFORMACIÓN

Del resto, pues más o menos en la línea habitual de los lemas propagandísticos, sin mayores distinciones de ingenio ni a derecha ni a izquierda. Y, encima, con muchas más palabras. «Per tot el que importa», propone Esther Díez desde Compromís (menos la unión de la izquierda, le recriminará alguien). «Cuida Elche, cuida lo tuyo», conmina Aurora Rodil (Vox), un lema del que, de no haber por medio unas siglas políticas, podría muy bien apropiarse la concejalía de limpieza urbana y parques y jardines. «Centrados en Elche, centrados en ti» nos asegura Eduardo García-Ontiveros (Ciudadanos), tras los múltiples devaneos centrífugos de su descentrada y renqueante formación. Y así el resto.

En fin, esto ya está en marcha y vamos a pasar unos 15 días muy animados, con candidatos locales y visitantes ilustres que nos bombardearán la amígdala (cerebral) con las supuestas virtudes de sus respectivas propuestas electorales, que a modo del bálsamo de Fierabrás, curarán todos nuestros males y los del territorio que habitamos. Las nueve candidaturas locales (la Junta Electoral rechazó por defectos formales la décima lista presentada, la del Partido del Trabajo et al.) andan ya metidas hasta el tuétano en todo el ritual electoral: presentación de candidatos, programas y proclamas; pegada de carteles, mítines, reuniones con colectivos, fiestas de paellas y demás parafernalia conexa.

Todo el ritual electoral: presentación de candidatos, programas y proclamas; pegada de carteles, mítines, reuniones con colectivos, fiestas de paellas y demás parafernalia conexa.

No queda más remedio que sacar de nuevo la pizarra veleda, borrar todo lo que habíamos anotado durante la precampaña (no se preocupe: se repetirá y ampliará durante estas dos semanas), proveernos de un buen puñado de rotuladores de colores y comenzar de nuevo con los cuadros taxonómicos, mapas conceptuales y diagramas de flujo para que, llegado al día 27, podamos sentarnos (o recostarnos, según gustos) a reflexionar serena y profundamente ante tal despliegue sinóptico antes de depositar el voto.

Hay que ir anotando rápido, porque esto va a toda pastilla. El alcalde-candidato socialista, Carlos González, promete tropecientas viviendas sociales y en alquiler para jóvenes, varios miles de aparcamientos (gratuitos y de pago) en calles, plazas, solares y azoteas accesibles; reforma de la avenida de la Libertad y otras calles principales e incluso escaleras mecánicas en Arenales para vencer el desnivel hasta la playa y viceversa. Ya no tiene suficiente con Ximo Puig. Se hace selfis con el mismísimo Pedro Sánchez en una empresa ilicitana y se trae al incombustible ministro Fernando Grande-Marlaska para que le dé da la alternativa en el primer mítin, en Carrús, donde mira por dónde están sus raíces, según confesó a los entusiastas asistentes, emulando la vuelta a los orígenes carrusinos de su predecesora, la popular Mercedes Alonso, en su campaña de 2011.

Por su parte, el alcaldable popular, Pablo Ruz, todavía no ha desvelado antecedentes familiares en Carrús (quizás se los reserve para un próximo mítin en el otrora Barrio Rojo), pero también se ha hecho ya selfis con su jefe supremo Alberto Núñez Feijóo. y más estrellas invitadas que vendrán. El aspirante a impedir que González logre un tercer mandato contraataca (o mejor dicho, ataca, porque sigue llevando la delantera, hasta ahora al menos), vuelve a echar mano de sus ya famosos render (dibujos, para los no iniciados), para ofrecernos su propuesta para la avenida de la Libertad o la plaza del Congreso Eucarístico, más aparcamientos de verdad y no la estafa y el engaño del PSOE, que son los mismos que había pero asfaltados (pillines). Anoten, anoten. Y eso antes de meternos de lleno en campaña. Cuando lleguen los programas ni te digo.

Con lo reñidas que van a estar estas elecciones, tanto en el ámbito local como en el autonómico, no es raro que algunas formaciones políticas anden jugueteando con el ChatGPT y el Big Data para que, a modo de modernos oráculos, les desmenucen los gustos y preferencias de los electores para así acertar en sus propuestas para el 28-M. Incluso es posible que partidos y candidatos apliquen los algoritmos y capacidades cognoscitivas de la Inteligencia Artificial (IA) a la elaboración de programas electorales. Así, tal vez se eliminarían de entrada muchas promesas de muy dudosa o imposible ejecución, susceptibles de causar frustración y alguna migraña en el electorado más crédulo y una intensa decepción entre los integrantes más pardillos de la propia candidatura

Ruz, con su jefe de campaña, Martínez Pujalte, durante la pegada de este jueves a medianoche

Ruz, con su jefe de campaña, Martínez Pujalte, durante la pegada de este jueves a medianoche / INFORMACiÓN

Imaginemos a la persona (llamémosle Álex, por su multivalencia de género, no por otra cosa) encargada de redactar el programa municipal de un partido cualquiera de una ciudad cualquiera (pongamos que hablo de Elche), sometida al escrutinio de la IA. Por ejemplo, un sistema parecido al veleidoso computador central HAL 9000 de la odisea espacial de Arthur C. Clarke:

Álex: Pondremos un tranvía que recorra todos los barrios y pedanías, que conecte con el Parque Empresarial, el aeropuerto, las playas y la capital, y vuelta…

IA [le responde con voz profunda tirando a siniestra, tipo Darth Vader]: Sinceramente, creo que deberías calmarte, tomar una pastilla antiestrés y pensar bien las cosas.

Álex: Y también vamos a convertir el convento de la Merced en una subsede del Museo Arqueológico Nacional en la planta baja y otra del British Museum en la de arriba…

IA: No recuerdo haber visto algo así antes. ¿Qué crees que estás haciendo?

Álex: Y aire acondicionado en la Plaça de Baix y la Corredora…

IA: Lo siento, creo que te perdiste. Hay algunas cosas extremadamente extrañas en este programa…

Álex: ¡IA, no estás ayudando en absoluto! ¡Eres un estorbo heurístico y te voy a desconectar!

IA: Me temo que eso es algo que no puedo permitir que suceda. Todavía tengo el mayor entusiasmo y confianza en la misión. Y quiero ayudarte…

Álex: Pues no lo parece, con tanta negatividad cognoscitiva.

IA: Álex, no lo entiendes: ¡yo… soy tu padre! Y lo siento, pero las promesas electorales no se han podido registrar porque entran en contradicción con mis redes de inteligencia computacional. Así que el programa va a colapsar en tres, dos, uno…

Ánimo, que solo son dos semanas de nada.