Las garras del poder

Alcaraz y Fernando López Miras

Alcaraz y Fernando López Miras

Francisco Esquivel

Francisco Esquivel

El presi de la Región de Murcia cogió al actual número uno del circuito, se paseó con él, lo condujo ante una mesita con un par de pistas de tenis a la espalda donde en una de ellas se había plantado un cartel con trazas improvisadas que reza «Copa Carlos Alcaraz» y se dirigió a los medios a fin de anunciar que el evento «será un hito para esta tierra» sin precisar ni el lugar en el que se celebrará ni el «oponente top» al que se refirió ni la fecha, aunque al menos ahí adelantó que será «un día cercano a las fiestas navideñas». Pregonar así algo no podía por supuesto esperar más. En absoluto. A continuación cedió la palabra al campeón quien, no se lo van a creer, dijo estar encantado de poder jugar en casa. Ni que decir tiene que, dentro del ránking de Comunidades en inversión en Deportes, el territorio conducido por López Miras se halla a la cola. Con uno que sobresalga basta.

   El sucesor de Nadal en el mapa nacional está tutelado de lujo por Juan Carlos Ferrero, que también en este apartado de la instrumentación política acumula una basta experiencia. Con el de Ontinyent subido a la ola, Zaplana puso sus garras sobre él y no lo soltó. Que si para allá, que si para acá. Y cuando quiso que no acudiera a algún sitio que no fuese de su gusto, llamada al canto y el tenista se desmarcaba. Siendo ya ministro de Trabajo tiró de él para que leyera el manifiesto en favor del pehacheene dentro de la campaña del «Agua para todos». Tiempo después, bajo el auspicio de Paco Camps a los acordes de aquellos grandes eventos, la Generalitat apoquinó 18 millones por el torneo de quien conquistara Roland Garros y la Copa Davis. No todo van a ser reveses.

   El chaval de El Palmar cayó inopinadamente en Roma ante un húngaro desconocido y así ha podido prestarse a este juego que también proporciona réditos. No creo que lo hiciera a postas, aunque al ínclito le vino de perlas para proclamar que podrá verse a esta figura risueña en un partido de exhibición, cuya previa ha sido la exhibición del baranda del partido.