Y Alicante no quiso ser Cantón: El bombardeo de 1873

Imagen de archivo carretera Alicante

Imagen de archivo carretera Alicante / Jose Navarro

Antonio Adsuar

Antonio Adsuar

Ya nos dijo el admirable y querido Carlos Gardel que veinte años no son nada. Para un historiador eso es aún mucho más cierto.

Trabajamos los estudiosos de la historia con la perspectiva a largo plazo, necesitamos que pase el tiempo para valorar en su verdadera dimensión los hechos clave.

Veinte años no son nada, o son poco en todo caso. Pero ciento cincuenta ya podemos considerar que sí constituyen un tiempo respetable, prudencialmente prolongado para darle fuste a un acontecimiento.

¿Qué efeméride quiero traerte hoy perspicaz lector que visitas mi columna «Somos Terreta»? Pues te quería acercar la Primera República española, que se inauguró en 1873, hace exactamente ciento cincuenta años.

Aunque este período de la vida española duró muy poco, al verse cancelado en 1874, considero que merece ser celebrado y estudiado con más profusión.

Evidentemente, esta primera etapa republicana decimonónica ha quedado en segundo plano a causa de la mayor importancia de la Segunda República, que estuvo entre nosotros de 1931 a 1936.

Incluso los profesores de historia tendemos a decir simplemente «la República» para referirnos a este segundo período, olvidando totalmente el primero.

Sin dejar de remarcar la relevancia absolutamente decisiva de la Segunda República, que llevó a nuestro país a la guerra civil más triste de su historia, creo que debemos rescatar del olvido una Primera República que además tuvo una interesante incidencia en nuestro Alicante.

Comencemos a desarrollar el tema entonces, pasen y vean. La primera experiencia republicana en suelo hispánico estuvo caracterizada por su brevedad y por su devenir caótico.

Hay que entender este único año de existencia de este régimen sin monarquía dentro de un contexto más amplio, el del sexenio democrático (1868-1873).

Se caracterizaron estos seis años, como su propio nombre delata, por la incipiente participación política de un pueblo español que había estado bastante ausente en todo el siglo XIX, si exceptuamos su rabiosa participación en la guerra de la Independencia (1808-1814).

Durante toda la centuria decimonónica, sobre todo a partir de 1850, España se había modernizado en la esfera económica y la población había aumentado considerablemente.

Por ejemplo: el ferrocarril llegó a Alicante en 1858, uniendo por primera vez la capital de España con una ciudad costera y trayendo grandes beneficios para la Terreta.

Fue en 1869 cuando en España se ensayó por vez primera el sufragio universal masculino. En nuestra ciudad del Benacantil fue elegido primer alcalde democrático Don Eleuterio Maisonnave y Cutayar, ni más ni menos.

Nuestro gran hombre político alicantino tuvo un destacado papel en esta Primera República, como veremos seguidamente.

Avancemos. Tras la caída de la dinastía borbónica, concretada con el exilio de Isabel II en 1868, accedió al trono un rey Italiano de querencia liberal, Amadeo de Saboya.

Acabó el pobre harto de España y abdicó en 1873. No andaba muy ordenado el patio político español y el parlamento, en unos tiempos confusos, proclamó la República más bien por descarte.

Se trataba de una huida hacia adelante. No había consensos de élites y nacía el nuevo régimen sin bases sólidas.

El pueblo esperaba mucho de la Primera República y pidió que fueran realizadas con celeridad reformas efectivas que los extraviaran de su secular miseria.

Como los de arriba no se aclaraban las clases humildes cobraron protagonismo. Se iniciaron unas revueltas conocidas como «cantonales».

¿Qué es un cantón? te preguntarás legítimamente apreciado lector. Pues un cantón es una especie de pequeño Estado independiente, como una polis griega que va a la suya totalmente.

Algunas ciudades de España fueron proclamando su independencia en 1873, constituyéndose en cantones totalmente autónomos.

Fue el caso de Cartagena, que se convirtió en cantón soberano en julio de 1873. La cosa se complicaba, como puedes observar entre sorbo y sorbo de ese café que casi puedo oler, atento lector.

Entonces, ¿qué pasó con Alicante, se proclamó cantón también? Pasemos a analizar la situación de la Terreta. Como hemos dicho ya el hombre fuerte en la ciudad en estos momentos es Maisonnave, que era muy popular y había sido respaldado muy mayoritariamente por el pueblo a través del sufragio universal.

Don Eleuterio apostaba decididamente por el republicanismo, pero lo prefería moderado y liberal. Seguía nuestro protagonista la línea de Emilio Castelar, líder del republicanismo unitario a nivel español.

Tras su victoria en las votaciones de 1869, ya mencionada, en mayo de este 1873 revalidó de manera abrumadora su mayoría Maisonnave, superando rotundamente en la ciudad de Alicante al republicano federal José Marcili.

Maisonnave fue nombrado ministro, ocupando dos carteras desde junio de 1873 hasta enero de 1874. Casi todo el tiempo fue ministro de Gobernación, cargo equivalente al actual ministro del interior.

Fue este el contexto en el que se encontraba Alicante durante la revolución cantonal del verano de 1873.

Muchas otras ciudades de nuestra Terreta como Guardamar, Torrevieja y Alcoy apostaron firmemente por el cantonalismo, mostrándose más radicales.

Los obreros alcoyanos incluso organizaron una revuelta, la llamada «revolución del petróleo». Durante esta insurrección las clases populares asesinaron al alcalde republicano Agustí Albors.

Por su parte Alicante apostó por el republicanismo, el liberalismo y el progreso, pero desde la moderación.

Era la nuestra una ciudad comercial y tranquila, donde la clase media liberal ligada al puerto y su carácter mercantil esculpían su idiosincrasia.

Esta forma de ser alicantina fue puesta a prueba por la historia. Pasemos a relatar qué sucedió en aquel verano de hace ciento cincuenta años.

En julio de 1873 el líder cartagenero Antonete Gálvez llegó por mar a Alicante. La ciudad estaba huérfana de autoridades, ya que éstas había huido por temor a los cantonalistas.

Sin prácticamente apoyo popular pero sin oposición alguna, Gálvez proclamó el cantón independiente de Alicante.

No obstante, al abandonar el cartagenero nuestra villa portuaria todo aquello quedó en nada. El pueblo alicantino no sentía que la aventura cantonal fuera con él.

Desde Madrid acudió Maisonnave, que recordemos que era precisamente el ministro encargado del orden público. Se hace cargo el anterior alcalde alicantino de la situación.

En septiembre de este mismo 1873 vuelve a la carga (¡nunca mejor dicho!) Antonete Gálvez.

De nuevo se aproxima por mar y esta vez quiere la plaza sí o sí. Amenaza con bombardear la ciudad si Alicante no se rinde.

Sin embargo nuestra capital, con Maisonnave a la cabeza, decide no claudicar. Gálvez hace efectiva su invectiva y abre fuego durante seis horas sobre nuestra ciudad del Benacantil.

El resultado: ocho muertos y algunos destrozos. Pero de nuevo queda la pretensión cantonal en nada y Gálvez vuelve por donde ha venido.

Alicante demostró, ya hace ciento cincuenta años, que era una ciudad avanzada y liberal, que apoyaba un republicanismo que en aquellos años representaba sin duda la modernización de España.

Pero, de la misma manera, nuestra capital también pone de manifiesto con hechos que rechaza los radicalismos cantonales, que precisamente produjeron unos grandes desórdenes que incluso terminaron llevando al colapso a la Primera República.

Voy concluyendo ya, amigos y amigas que me acompañáis en este viaje a los tiempos pretéritos.

En este 2023 se celebra el ciento cincuenta aniversario de un experimento breve pero interesante, la Primera República española.

Considero que vale la pena traerla de nuevo a la memoria, estudiarla e investigarla un poco en general.

A nosotros nos ha servido en lo particular para conocer y comprender algo mejor el talante de nuestro Alicante, una ciudad que mira al futuro, que apoya el progreso pero que ha demostrado, a lo largo de su centenaria vida, que no es demasiado amiga de propuestas políticas radicales y perturbadoras.

¿Os animáis a saber más sobre aquella prístina República bastante olvidada y sobre el bombardeo cartagenero de Alicante? ¡Hay aún mucho que explorar!