Tribuna

El recorrido de Ximo Puig

El recorrido de Ximo Puig

El recorrido de Ximo Puig / CarolinaPunset

Carolina Punset

Todo hace pensar que el resultado de estas elecciones en la Comunitat Valenciana no va a ser holgado para ninguno de los bloques, esto es, nadie prevé un resultado sobresaliente para el bloque progresista y de izquierdas, y nadie tampoco tiene en mente que si la derecha, junto a la extrema derecha, consiguiese llegar al Palau de la Generalitat pudiera ser más que por un puñado de votos. También es cierto que existe hartazgo entre la ciudadanía por cuestiones que nos afectan a casi todos en el día a día, como son el pago de hipoteca, creciente; la bolsa de la compra, con unos precios que suben de forma desproporcionada, con subida generalizada en todo aquello que nos afecta en el día a día. Y en un estado de «letargo» por parte de la ciudadanía ante todo eso y con unas encuestas que coinciden en un alto porcentaje de indecisos… ¿Cuál es la propuesta ahora del Partido Popular? Pues la bajada de impuestos, la mejora de la financiación autonómica, traer agua a este territorio y de nuevo las señas de identidad.

Con respecto a lo primero, la ciudadanía no se olvida de que cada vez que el Partido Popular oferta bajar impuestos suele suceder todo lo contrario, que con cualquier excusa peregrina los vuelve a subir, eso sí, todo por la patria y por mantener, según ellos, el estado de bienestar. En esta Comunitat aún no nos hemos olvidado cuál es el sentido de «estado de bienestar» para el Partido Popular. Confunden el bienestar de todos con el bienestar de unos pocos. Con respecto a la financiación autonómica, roza la obscenidad. Han tenido mayorías absolutas tanto en la Comunitat Valenciana como en el Gobierno de España y no hicieron absolutamente nada. En estos casos sería casi una mejor estrategia apostar por la prudencia, pero en esa casa, últimamente, no es prudente ni la gaviota del anagrama que los representa. Sobre el problema del agua, pues ídem de ídem. Ni un dedo han movido cuando han tenido la oportunidad, pero de cara a elecciones y cuando se comienzan a oler las papeletas de votos, entonces sí, se acuerdan del agua y de que hay que cuidar el medioambiente. No cambian en eso. Y luego ya viene y llega un clásico, ese que nos llevan predicando durante más de 40 años y es el de «nos invaden los catalanes, nos quieren arrebatar todo los catalanistas». Siguen estando en una nube y no terminan de aterrizar en una realidad en la cual los ciudadanos piden gestión y soluciones. Mis familiares y amigos cercanos no viven de lo que ellos quieren elegir y decidir que sea un símbolo o una seña de identidad de los valencianos y valencianas. Que no, que la cosa no va de esto. Que acabamos de salir de una crisis mundial y hay que comenzar a caminar mirando hacia adelante y tomando medidas para ser facilitadores de una mejor calidad de vida para todos, pero sobre todo para los más necesitados.

Con esta perspectiva uno se debería preguntar varias cuestiones, y también evaluar la trayectoria del president, Ximo Puig. Valorar el recorrido que ha realizado y ha caminado durante estos últimos casi ocho años de doble legislatura. ¿A quién ha engañado? Cuando se han cometido errores por pequeños que fuesen, ¿no los ha reconocido? ¿No ha manifestado en muchas ocasiones que el conformismo es el principal enemigo del gestor político? Eso desde luego le honra. No es muy habitual en política, y menos en primera línea, ser honesto, pedir disculpas cuando hay errores, esforzarse y forzar a tus equipos a la mejora general y sobre todo, ser generoso. Pero no ser solo generoso con «los propios» sino intentar ser generoso con todos. No he podido encontrar ninguna intervención de Ximo Puig hiriente con el adversario político, ni tampoco malsonante, ni siquiera beligerante, porque sí, porque se le supone a quien gobierna contra la oposición. Eso, hoy por hoy, me tendrán que reconocer que no es lo habitual. Y debería serlo. En el día a día que vivimos en política y a través de los medios de comunicación solemos encontrar confrontación, insultos, faltas de respeto, incondicional odio hacia la opinión del que tiene uno enfrente. No es de extrañar que la ciudadanía se encuentre muy alejada de la mayoría de políticos.

He podido ver a Ximo Puig sufrir en los peores momentos de la pandemia. Ver su cara desencajada cuando todos los días se pasaban las cifras de los fallecidos, y también lo he visto animar a sus equipos más próximos, buscar soluciones como fuera, tratar de transmitir que en política uno tiene que ser empático por encima de todo. No de todos se puede decir lo mismo. Estar cerca de él ha sido un aprendizaje en todo esto. Observar como uno se desgasta y se desvive día a día para tratar de solucionar problemas a las personas que sufren y padecen. Ya lo vimos en su primera legislatura, con la propuesta incondicional de prestar sanidad universal a todos los ciudadanos, sin miramiento de su condición social, de si puede o no puede pagar un tratamiento. Se trataba, como decía el propio president, de humanidad.

Por otra parte, a nivel económico, ha sabido volver a situar en el mapa a la Comunitat Valenciana, no a base de proyectos megalómanos, sino cambiando el modelo productivo, cosa que siempre se promete en campaña, y rara vez se logra. Pero en esta Comunitat se ha conseguido. Y hemos transitado de crecimientos originados por un urbanismo salvaje que destrozó gran parte del litoral a ser un polo de atracción de nuevas empresas. Concretamente desde 2015 se han implantado más de 12.000, al doble de ritmo que el resto de España. Una autonomía donde llegan grandes inversiones ligadas a sectores con futuro, de las nuevas tecnologías y la sostenibilidad, como la gigafactoría de Volkswagen y hubs de startups enfocados a la digitalización.

Finalmente, es innegable también que Puig ha tratado de dar participación a aquellos que teníamos una voz discrepante en un partido que decía ser de centro, y que tenemos una visión eco-socio-liberal de la política en general. Es generoso y también arriesgado, porque los partidos políticos a veces son herramientas gigantescas en las cuales uno tiene que velar también por el «qué dirán», o qué podrán decir sus propias bases. No es fácil, pero siempre y de forma constante ha transmitido esa necesidad de que el espacio socialdemócrata debe ser lo suficientemente amplio y generoso para que puedan expresarse opiniones abiertas, sinceras y con vistas al progreso, al desarrollo de lo verde, a la convivencia y sobre todo a la diversidad. No es fácil, pero Puig lo araña día a día, y yo creo que lo consigue.

Ese es, en líneas muy generales el recorrido de Ximo Puig. El recorrido de un hombre valiente, que trata siempre a sus conciudadanos con respeto y cariño y busca el bien común por encima de los intereses de unos pocos, cosa a la que no estábamos muy habituados en esta Comunitat antes de la llegada de un gobierno del Botánico.