Pánico en la estación

La estación del AVE en Villena.

La estación del AVE en Villena. / Áxel Álvarez

Antonio Sempere

Antonio Sempere

Atraído por las historias de misterio de la Colonia de Santa Eulalia, el cineasta madrileño Augusto M. Torres rodó en este lugar un curioso cortometraje, del que rindió cuenta África Prado en este diario. Su reducido equipo estuvo formado por los amigos comunes Miguel Herrero y Carlos Escolano. Dado que el hotel de Sax estaba completo me convertí en auxiliar (o auxilio) de producción alojando a Carlos en casa. Miguel Herrero le trasladó por caminos de tierra a la estación del AVE de Villena, inaugurada en 2013, como todo el mundo sabe, en medio de la nada. El último tren hacia Alicante por la convencional pasa a las siete y media de la tarde. Bravo por los horarios de Cercanías y Regionales que respetan y fomentan el servicio público.

Carlos debía tomar el último Alvia procedente de Madrid, pero llevaba una hora de retraso. Cuando llegó a casa, estaba lívido. Había sido presa de un ataque de agorafobia en el andén de la estación. Mi amigo estaba paralizado. La estación, con aspecto de aeropuerto, estaba completamente sola, sin un solo viajero. Ni una tienda, ni un bar. Por taquilla había una máquina. Y en esa mole inmensa, dos empleados: el de seguridad, y el control de billetes. Después, el abismo del andén. La intemperie. El viento del Vinalopó. La nada. El vacío absoluto en siete kilómetros a la redonda. Es injusto que nadie pague por esta tropelía, que ha hipotecado el futuro de la estación, muerta y enterrada antes casi de haber nacido, aunque lleve diez años de vida zombi. El despropósito que es la Estación del AVE villenense, como la de Elx-Matola, sí merecen un documental urgente sobre los dislates que se cometen con dinero público.