Tribuna

Vote por todo lo que importa

Electores depositan el sobre con el voto en una urna.

Electores depositan el sobre con el voto en una urna.

Aitana Mas

Aitana Mas

Encabezar una lista electoral en una provincia como Alicante, en un partido como Compromís, una fuerza de gobierno, no es tarea fácil. Son muchos kilómetros de pueblo en pueblo mientras sigo gestionando una conselleria y ejerzo de vicepresidenta de la Generalitat, mientras hago de madre… Los últimos días de campaña se mezclan muchas sensaciones, emociones y razones: el deseo de que acabe esta vorágine agotadora se entrelaza con el deseo de que quedaran algunos días más para llegar a este o aquel pueblo al que pude acudir; la seguridad de haber hecho todo lo posible y la inseguridad sobre si se hizo bien. El dilema final no puede ser otro: ¿Habré dado con la tecla para que voten a Compromís?

Porque, ¿qué hace que una persona que cree en la democracia vaya a votar? Yo voto por solidaridad: por la gente que no puede, por las mujeres de tantos lugares del planeta, por los frentes de batalla en que no hay urnas, por las personas sojuzgadas en dictaduras, por los emigrantes y apátridas. Pero también por la gente que en nuestras ciudades ha perdido el interés por votar. Hay estudios que muestran que en muchos de los barrios más pobres es donde hay más abstención, desesperada diría. Sí, voto por la voz de esa gente a la que no hemos sabido explicar la necesidad de incorporar su voto como gritos. Voto porque mi cultura política y personal recuerda que antes de mí, durante 40 años, millones de personas no pudieron. Voto, en fin, porque quiero ejercer un derecho constitucional, el único que en el momento de su ejercicio nos hace a todos y todas radicalmente iguales. Una persona, un voto: si olvidamos la grandeza de eso, estaremos perdidos. A veces se dice que el pueblo se equivoca al votar. Puede ser, en la Historia hay ejemplos para todo. Pero lo que es seguro es que más se equivocan los que no van a votar.

Voto a la izquierda porque, por mal que hayan ido las cosas, no he encontrado nunca un argumento para dejar de ser de izquierda. Aquí tenemos la suerte de haber inventado el Botànic, esa fórmula entre PSOE, Compromís y Unides Podem, que primero gestionó la crisis generada por los recortes que dejaron casi en coma la educación y la sanidad públicas mientras se puso a construir un estado social (dependencia, renta valenciana, etc.). Entre medias, este gobierno recuperó nuestra reputación y autoestima como pueblo y Administración. Lejos quedan por tanto esos tiempos en los que una derecha corrupta hablaba de eficiencia en la gestión, ¡cuándo esas gestiones eran para llenar con dinero público los bolsillos de los amiguitos del alma que luego pagaban los mítines en plazas de toros y comisiones varias! ¿Cuántas veces nos hemos preguntado qué hubiera pasado si la pandemia la hubieran gestionado el PP y Vox?

El Gobierno del Botànic ha consolidado una renovada cultura política en la que el acuerdo partidario refleja formas nuevas de diálogo social, de reconocimiento de la pluralidad social. Han sido ocho años con sus ocho presupuestos en tiempo y forma. No solo hemos regenerado el sistema y la Administración, sino que hemos puesto las bases para un «reformismo de la nueva globalización». Y es que el momento actual va de prepararnos para combatir el cambio climático, las nuevas realidades económicas, va de promover la reindustrialización con innovación a la vez que estamos dispuestos para repensar una modernización de nuestra identidad colectiva, más exigente con los poderes centrales del Estado y con nuevas expresiones culturales. Voto a la izquierda porque esto no es un plebiscito sobre el Gobierno de España como dicta la derecha sino sobre cómo queremos vivir en 15 años. Y voto izquierda porque en la fórmula de un gobierno de derechas valenciano necesariamente entra Vox, una apuesta segura para la crispación, el racismo, el ninguneo y la violencia contra la mujer. ¿Cómo va a gestionar la derecha el cambio climático si no se lo acaba de creer?

Y votaré, claro, a Compromís. No solo porque sea mi partido, sino porque ha sido el auténtico eje de las políticas que acabo de recordar, así como de otras tantas que van desde la transparencia y buen gobierno a la mejora de servicios públicos con énfasis en la igualdad y el escudo social. Voto Compromís porque tiene más facilidad para relacionarse con franjas de la sociedad al no tener hipotecas con partidos estatales. Voto Compromís porque ofrece la seguridad de que ninguna de las otras patas del Botànic quiera ser hegemónica y romper la lógica de un pacto tan bien trabado como el nuestro. Somos una garantía de confianza.

Voto Compromís porque, al final, quiero votar por todo lo que importa: nuestra sanidad pública, la educación de nuestros hijos, su proyecto de vida, la calidad de nuestros empleos, el tiempo que pasamos con nuestros seres queridos, el derecho a querer a quien nos dé la gana, a ser libre siendo uno mismo… Nos vemos el domingo. Muchas gracias.