La RIÁ

Después de la riada de 1948

El centro del casco urbano de Orihuela inundado tras una de las riadas que afectó a la Vega Baja en la década de los años 40 del pasado siglo

El centro del casco urbano de Orihuela inundado tras una de las riadas que afectó a la Vega Baja en la década de los años 40 del pasado siglo / FOTO ANTONIO BALLESTER

Antonio Luis Galiano Pérez

Antonio Luis Galiano Pérez

Quedamos en la última entrega de «La Riá» que, de momento nos poníamos bajo la protección de San Abercio de Hierápolis, Santo del día de aquella riada del 22 de octubre de 1948, para que la sequía que nos estaba agobiando no se convirtiera en agua rebelde y agresiva, y no tuviéramos que echar mano de nuevo al Santoral. Pero, mira por dónde, las hojas del calendario cristiano se han vuelto a poner ante nuestros ojos muy pronto: no ha llegado ni a quince días. En esta ocasión, ha sido otra Dana. Y me pregunto: por qué no las relacionamos también con el Santoral. Así, ésta que tuvo en Orihuela el momento álgido el martes día 23 de mayo, con algunas carreteras cortadas, la suspensión de los mercados semanales del Paseo, de la Avenida del Marqués Molins y de la pedanía de San Bartolomé, de las clases en colegios, institutos y universidades, y la prohibición de actividades al aire libre. Así podríamos denominarla como la Dana del abad San Eutiquio de Nursia, que aparentemente no ha producido daños excesivos gracias a las medidas que se adoptaron, y que se ha contrarrestado la sequía salvando algunos cultivos. Esta Dana no ha sido como aquella que arrasó Orihuela y la Vega Baja, el 12 de septiembre de 2019, que de acuerdo con el Santoral, y eligiendo entre los numerosos Santos de ese día, elegiría para bautizarla como la de San Curonato, obispo. De él poco se sabe de su vida y milagros, salvo que en su festividad se vivió la Dana de 2019.

Pero, volvamos los ojos a la inundación de aquel mes de octubre del año 1948. Era el Domingo Mundial de la Misiones, y la víspera cesaba la crecida de las aguas en Murcia. Sin embargo, éstas iban camino de Orihuela, arrastrando bardomeras y cientos de animales muertos. Ya no hacía falta la utilización de caracolas marinas que avisasen a los vecinos de la huerta para que se encaramasen en los tejados de sus casas. Ahora, funcionaba el teléfono y se adoptaron rápidamente medidas de evacuación y alojamientos improvisados para los que lo necesitasen. En el Ayuntamiento de Orihuela, se tuvo noticia que el diario «Información» de Alicante había abierto una suscripción a favor de los damnificados.

DESPUÉS DE LA RIADA DE 1948

DESPUÉS DE LA RIADA DE 1948 / AntonioLuisGalianoPérez

Entre las medidas adoptadas por el alcalde Francisco Tafalla Pastor, éste ordenó que, para que la población no se encontrara desabastecida por el aumento de los precios de los alimentos de primera necesidad; las existencias de harina de los hornos que pudieran verse afectados por la riada, se trasladasen a aquellos hornos en los era probable que no se inundasen. Por otro lado, publicó un bando, anunciando a los vecinos que se sancionaría al «desaprensivo» que intentara beneficiarse alterando los precios. Así mismo, se notificaba los lugares donde se podía recoger alimentos, e indicaba que aquellos que quedaran confinados en sus casas por estar cercados por las aguas, les serían llevados por las barcas que facilitó el Ayuntamiento de Torrevieja.

Pasados los primeros momentos, el día 25 de octubre se celebró un Pleno extraordinario en el que se dio cuenta de todo lo anterior. Así como, se agradeció los servicios que habían prestado numerosas personas y entidades, entre ellos los tenientes de alcalde Ignacio Sánchez Ballesta, Trinitario Meseguer Martínez y Antonio Penalva Fons, al igual que los concejales Manuel Cañizares Isidro, Antonio Giménez Giménez y Tomás Navarro Fernández. Sin olvidar a los funcionarios municipales que más se habían destacado en esos días, para los que se aprobó gratificar con media paga a los maceros, guardias municipales y personal de otras dependencias, y con una semana a los barrenderos y obreros del Ayuntamiento.

En dicho Pleno se aprobó también lo siguiente: moratoria de pago de intereses y amortización de créditos a aquellos agricultores que se les había concedido con motivo de la riada de 1946; al comercio en general, agricultura e industria la exención de la contribución por un año; una nueva prestación agrícola en cantidad suficiente y de largo plazo de amortización; facilitar abonos nitrogenados en cantidad suficiente para los cultivos tradicionales. Por último, activar las obras de defensa contra las inundaciones.

Transcurridos tres días, el martes 27 de octubre, el director general de Obras Hidráulicas, Francisco García de Sola visitaba la Vega Baja en compañía de José María Paternina Iturriagoitia gobernador civil de Alicante. Por la mañana comprobaron los daños ocasionados por la inundación en Catral, Dolores, San Fulgencio, Almoradí, Rojales y Orihuela. A esta última llegaron a mediodía, siendo recibidos por el obispo Irastorza, el alcalde y concejales, y representantes de organismos y entidades oriolanas. En la Casa Consistorial se celebró un acto, interviniendo el gobernador civil, el alcalde y el ingeniero de la Confederación Hidrográfica del Segura Sr. Couchut, el cual relató que, entre las obras de defensa contra las inundaciones, se estaba trabajando en la construcción del Pantano del Cenajo y del Canal de Totana a Mazarrón. Por otro lado, se encontraba en proceso de estudio el proyecto del Pantano de Santomera, a fin de recoger las avenidas de la rambla de Abanilla.

El director general, entre otras cosas dijo que siempre estaba dispuesto para favorecer las obras necesarias para la zona.

Al final, todo quedó ahí. Después de setenta y cinco años en los que hemos sufrido muchas riadas y, ahora las Dana, sólo nos queda pedir a San Eutiquio de Nursia que, si tiene que llover; que llueva, pero con mesura para que no produzca daños sino beneficios.