El indignado burgués

Sopla un aire de Fronda esta mañana

Mazón celebra en Alicante su victoria

Alex Domínguez

Javier Mondéjar

Javier Mondéjar

Soy muy de los Tres Mosqueteros, especialmente de Aramis, a la par dignatario eclesiástico y mujeriego, y de Athos, noble señor con alto sentido del honor y por tanto perdedor de libro en cualquier lid que no fuese un duelo a espada. Dumas les hace participar en una rebelión histórica, «La Fronda», contra el cardenal Mazarino, primer ministro de Ana de Austria, regente de Luis XIV. Hay una cancioncilla de los conjurados que comienza por «Sopla un aire de Fronda esta mañana». Sustituyan a Mazarino por Sánchez y el viento se convertirá en vendaval.

Esta mañana me ha despertado el aire de Fronda, lo que no sé si es bueno o malo. Les recuerdo que la Fronda era, más que una conjura popular, una rebelión propiciada por los aristócratas para no pagar impuestos y no perder privilegios, enfrentándose así al creciente poder absolutista del monarca. Algo así como Ayuso contra Sánchez pero sin cañitas de cerveza.

Este viento de Fronda ha barrido al PSOE de costa a costa, hasta el infinito y más allá, sin duda merecidamente. Ganar es una cosa, perder otra muy contraria, pero golear, apabullar y ridiculizar entra dentro de otro apartado. No es frecuente que en política se produzcan cataclismos, pero, cuando el terremoto llega a una dimensión apocalíptica, resulta imposible analizar los resultados más allá de felicitar sin matices al nuevo president de la Generalitat y a la multitud de alcaldes que han teñido de azul la Comunidad Valenciana. El elector ha comprado el relato del Partido Popular, en clave nacional como plebiscito anti Sánchez, pero eso no es todo y sería muy injusto para el propio candidato y para tantos alcaldes y concejales que se han batido el cobre. La victoria tiene muchos padres y tampoco la derrota se puede personalizar sólo en el presidente del Gobierno, por mucho que haya hecho todo lo posible para que sus compañeros se estrellaran.

Por supuesto que hay factores que han ayudado a unos y perjudicado a otros, pero ese es el juego. Ha dado igual la imagen de gestor de Ximo Puig, porque su lastre estaba en Madrid y no se ha escuchado para nada su balance de legislatura. Daba igual, no se estaba hablando de la Comunidad sino de España y eso, que podía ser un lastre para Mazón, ha resultado una ventana de oportunidad que no ha desaprovechado para catapultarse. La desastrosa campaña de Sánchez, perdido en los dimes y diretes con socios y aliados, con una torpeza infinita para manejar tiempos y relatos, ha hecho el resto. Y su ninguneo de la Comunidad Valenciana y de Alicante en temas como la financiación o el trasvase han sido la puntilla. No se puede ser más torpe o más villano.

Y si hablamos de torpezas, la de Podemos es de traca. La desunión entre semejantes se castiga siempre en política y dividir el voto produce que al no ser capaces de llegar a la barrera del cinco por ciento por ciento se hayan tirado a la basura muchísimos miles de votos, más de 80.000. Tantos votos se han ido por el sumidero que probablemente hubiesen sacado al menos tres diputados y ello hubiese dado quizá un resultado más ajustado, insuficiente en todo caso ante la marea azul.

Me quito el sombrero, no me duelen prendas, ante Mazón y los analistas de campaña del PP. Han demostrado que son capaces al mismo tiempo de movilizar a los suyos, arrancar votos a los contrarios, comerse con patatas a Ciudadanos y dirigirse con rumbo firme a por el Gobierno de España. Es incuestionable que han logrado con su campaña sacar de quicio a la izquierda, impedir que hubiese un foco dirigido a la gestión económica de los gobiernos de coalición y lograr que muchos españoles hayan visto desbordado el vaso de su paciencia con los socios indigestos de Sánchez, como Podemos, pero también con los nacionalistas. Ese enorme botín de papeletas, alcaldías y gobiernos autonómicos es muy merecido, pero no dudo de que después del champán y del desborde de alegría habrán echado cuentas y sabrán que mucho del triunfo es suyo, pero que hay una parte abundante de errores de bulto de los contrarios. Es seguro que algunos de los votos son prestados y aunque todo suma nada es para siempre.

¿Y ahora qué? Gestionar es más difícil que ganar y Mazón se va a encontrar con una ultraderecha que no se lo va a poner fácil. Es seguro que van a reclamar contrapartidas fuertes, menos de las que esperaban por lo incontestable del resultado, pero así y todo van a ser un aliado poco agradable. El malabarismo/funambulismo de Sánchez, cambiando la fecha de elecciones al verano, obliga a Feijóo y sus muchachos al encaje de bolillos, no vaya a ser que por el camino asusten a algunos que les han votado alegremente ahora. Mazón ha ganado con mensajes de moderación, de gobernar para todos, una frase que todos pronuncian y muchos rápidamente olvidan, pero la política no da tregua y, se ha visto, hay electores que fluctúan y castigan sin piedad.

Ojalá que el aire de Fronda se lleve a algún Mazarino, pero entre el príncipe de Condé y Luis XIV no seré yo quien tome partido, que ambos dos prosperaron pero muchos seguidores en los dos bandos perdieron la cabeza (y no metafóricamente). Y no perdonaré jamás a Dumas que Athos y Aramis tarifaran para siempre con D’Artagnan y Porthos por pelear bajo diferente bandera.