Un vuelco con nombre y apellido, por Tomás Mayoral

Carlos Mazón y María José Catalá celebran la victoria del PP en las elecciones

Carlos Mazón y María José Catalá celebran la victoria del PP en las elecciones / Eduardo Ripoll

Tomás Mayoral

Tomás Mayoral

El cambio de ciclo que devuelve el poder autonómico y municipal en la Comunidad Valenciana a la derecha tiene un nombre propio, Partido Popular, pero también un apellido, Vox. Es indiscutible el triunfo de Carlos Mazón, pero estaría muy lejos de llegar al Palau sin el concurso de la extrema derecha, esa cuestión que ha evitado durante toda la campaña pero que ahora tendrá que afrontar. En el adn de los de Abascal está más patente el gen negativo de impedir que la izquierda gobierne que el positivo de imponer su programa lleno de playas para todos. Están condenados a apoyar a esa “derechita”, ya no tan cobarde, incluso cuando los dejen fuera del gobierno. El suyo es un voto ideológicamente fiel y políticamente inane, el “antivoto útil” por excelencia. 

Lo que es indiscutible es que el PP ha crecido a lo bruto, a costa de Ciudadanos (d.e.p.), al que devora íntegramente en todas partes, pero también de una inesperada bolsa de votos que antes fueron del centro izquierda. No se puede negar eso como sería inútil no admitir que Vox también mantiene el impulso y crece, pero por sí solo. El centro ha consolidado a los de Feijóo pero, por la derecha del electorado, Vox, contra todo pronóstico, sigue ganando adeptos. Solo Ayuso tiene la «absoluta» varita mágica, una herramienta que seguro que quiere usar no solo en su predio de la Villa y Corte si Feijóo no logra el desempeño esperado en las próximas Elecciones Generales. 

El ciclo cambia también en muchos ayuntamientos de Alicante. El PSPV solo retiene Elda, Alcoy y otros de sus clásicos más pequeños (Xixona, Villena, Petrer…). Pero el ganador de las Municipales en la provincia, al igual que en València y Castellón, es el PP, que se queda con todo lo demás, incluido Elche, Alicante, Orihuela, Crevillent y, por supuesto, sus acorazados de Benidorm y Torrevieja. Como en los viejos tiempos el mapa alicantino se tiñe de azul… con matices coralinos del verde de Vox. 

¿Y qué decir de la izquierda? La verdad no tiene remedio: su ciclo se ha agotado en la Comunidad tras ocho años de Gobierno, en los que han cosechado más detractores que partidarios a la vista de los resultados. Queda su terreno sembrado de cadáveres políticos y de profundas incógnitas hasta encontrar de nuevo el santo Grial del triunfo. El PSPV pone punto y final a su aventura “botánica” y cierra también, envuelto en tenebrosas dudas sobre su sucesión, el liderazgo del que ha sido su mejor líder de los últimas décadas, Ximo Puig. Compromís es más débil sin Mónica y Podemos, con o sin Yolanda, está más muerto que vivo. Los nuevos liderazgos de la derecha funcionan, pero los de la izquierda languidecen sin recambio. Los habitantes del territorio de la autocrítica metodológica necesita hacer una dura y profunda autocrítica. Van a tener tiempo.