Ver, oír y gritar

Votar con chanclas y a lo loco

La jornada electoral del 28M en Alicante

La jornada electoral del 28M en Alicante / Pilar Cortés

Marc Llorente

Marc Llorente

Han vencido limpiamente. Pero la guerra sucia ha funcionado y les da el triunfo como si las elecciones municipales y autonómicas fuesen la primera vuelta de las generales. Una percepción, en clave nacional, alentada por Pedro Sánchez y un insolvente Feijóo que sale reforzado del envite. Se censura lo que se ha hecho y lo que cabe seguir haciendo por los demás, y la mayoría de electores premia el ruido, la demonización del rival que el PP y Vox hacen apuntando al Gobierno de coalición progresista. Sin hacer nada, salvo enfangar y echar zancadillas con plena impunidad, tocan la gloria para hacer de las suyas y seguir con un ataque que les dé enseguida la llave del Ejecutivo central. Gana la ultraderecha trumpista. La involución. Y tiene luz verde para viajar al pasado.

Esto se afianzaría si el PP vence en las elecciones generales anticipadas del próximo 23 de julio. No parece que las vacaciones de verano puedan contribuir a fomentar el voto. ¿Revulsivo o puntilla en las actuales circunstancias? ¿Cabe la posibilidad de que el barco hundido salga a la superficie? La nueva convocatoria no nos sorprende. La situación es insostenible y se habría puesto peor todavía, por lo que es preciso aclarar el asunto. El buen contexto económico se une al desgaste de imagen del Gobierno. Así que la fiesta de la democracia se convierte en el drama del PSOE y en la tragedia de Unidas Podemos con este otro mapa político de nuestro país.

Lo de Ciudadanos no es ninguna sorpresa. Ese grupo echó una mano a un Partido Popular en horas muy bajas por cuestiones de gestión y corrupción, y le ha ido cediendo los pocos trastos que todavía le quedaban. De modo que las urnas volverán a protagonizar otra jornada en la «segunda vuelta», si bien la crispación, lejos de amainarse, continuará su curso bajo el patrocinio de la derecha, como ha venido produciéndose durante toda la legislatura. ¿Todo apunta a la reedición del bipartidismo?

Tras un aluvión de suciedad contra Podemos desde que vio la luz, el partido morado naufraga a pesar de ser uno de los motores más activos de los cambios sociales, y se penaliza a quienes vienen aportando y batallando en favor de la gente de a pie que ahora, en notable medida, da la espalda a esas políticas. Es cierto por imposible que parezca. ¿Desmovilización de la izquierda? ¿Fragmentación de las candidaturas que nutre el giro a la derecha? El gran objetivo es revertir la situación en lo posible, con espíritu de remontada si se quiere ganar la copa. Incluso en el caso de que Sánchez ganara, estaría acorralado por la presión del color azul. Las dificultades serían más sólidas que las ya habidas, aunque con el refrendo del electorado, que no sería poco.

Los más fuertes lo tienen clarísimo. Ellos se benefician y otros se perjudican con el abrazo del oso, creyendo que eso les favorece de alguna forma. Han contribuido a fabricar un éxito que les genera un fracaso. El PP y Vox, más unidos que ayer, pero menos que mañana, prosperan. Es decir, la afrenta y las burdas actitudes avanzan con el beneplácito ajeno. La Presidencia de la Unión Europea, que asumirá Sánchez, queda empañada y difícilmente podrá servir de plataforma para obtener oxígeno, recuperar peso y proyección y vencer en las urnas. La batalla de grueso calibre no cesará en sus ansias de hacer añicos el «Manual de resistencia» del actual presidente del Gobierno.

Se sabe que un buen resultado autonómico suele tener una gran relevancia a nivel nacional. La lideresa (teledirigida) de España, Díaz Ayuso, por ahora se conforma con su mayoría absoluta en Madrid y va a permitir que Feijóo, después de intentar desgastarle, irrumpa en la Moncloa si puede. Después veremos. Ganan sin dar una favorable respuesta a los problemas de las personas. Con hablar de la fantasmal ETA, negar el cambio climático o difamar al vecino es suficiente. Ha ganado España, eso sí, de la que ellos son los legítimos propietarios como les corresponde por derecho divino.

Aportar bajeza y ocultar el catecismo que dibuja un sombrío futuro obtienen laureles y el primer escalón del podio. No tienen ni una sola idea para mejorar la vida de la población, y esta se rinde ante esa actitud. Allá cada uno. El récord en las cifras de empleo y ser el principal motor económico de Europa no valen. Al menos en esta ocasión. Ni tampoco cuenta que el 77 % de españoles piense que su economía va bien o muy bien. No es novedoso decir que ciertos ejemplares rechazan la subida del salario mínimo y de las pensiones o la ley de vivienda. Al conservadurismo no le satisface nada que sea válido para la mayoría de jóvenes, los mayores y los colectivos más débiles.

Las clásicas reglas del juego consisten en derogar avances, recortar derechos y privatizar. Ponerse al servicio de la clase dominante. En el primer choque ganan las dos derechas fundidas en una sola. Tanto monta, monta tanto… Es obvia la fragilidad electoral de la izquierda. Y no es que el ideario sea frágil. Movilizar es uno de los retos. Más ahora que abunda la sensación de pánico existencial ante la ola reaccionaria que nos invade. ¿Legitima? Sí. Tanto como la acción de gobierno en estos años.