Como el anuncio de El Almendro

Rafael Sempere

Rafael Sempere

No sé si se acordarán de él. Uno tiene ya una edad. Hace unos años (alguna década), semanas antes de que llegara la Navidad, turrones El Almendro nos obsequiaba con un anuncio de tonos melancólicos. Un hijo o hija, generalmente, o un pariente de alguien, regresaba por sorpresa a casa por Navidad, después de que algo le hubiese recordado con nostalgia los buenos momentos pasados en familia. El anuncio tuvo tanto éxito que hasta se acuñó una frase hecha.

Y eso, exactamente, es lo que me hizo recordar el visionado del spot que anunciaba a la pregonera de este año.

La joven festera que vuelva a casa, pero por fiestas. Y con los máximos honores. No sé puede pedir más.

Componen el anuncio fotos antiguas que mueven a la melancolía, y en las que se vislumbra la solera festera de la protagonista. Diálogos un tanto impostados entre familiares y amigos, salvo los de los cracks de los medios televisivos. Y de fondo, cómo no, el inefable himno Idella. Parecido al anuncio de El Almendro, vamos, pero sin Navidad.

Está comprobado el gusto de esta Junta Central por el cine y todo lo que ello comporta. Basta fijarse en la gala anual donde -entre otras cosas- se proclaman capitanes y abanderadas, para reconocer un remedo de las ceremonias de entrega de premios cinematográficos de nuestro país: largas alfombras rojas, photocall para las estrellas festeras (y políticas; pues es innegable que en Elda la Fiesta es el trampolín político perfecto), asistentes de tiros largos, presentadores con cierto aire afectado “hollywoodiense”, actuaciones musicales y bailes, premios a lo Juan Palomo, efectos lumínicos sugerentes, pantallas con proyecciones que pretenden ser emotivas, sonido PA a lo grande, etc. Hasta la revista de fiestas, si no te fijas bien, la puedes confundir con una del séptimo arte.

Así que, con estos antecedentes, esperaba un spot sobre la pregonera como el que recibí.

No sé si el pregón de anteanoche fue mejor o peor que el del año pasado, o que los de los años anteriores. Ni si el sendero emprendido por la Junta Central –o quien corresponda- para la elección del pregonero es el deseable. Como también desconozco las razones, relaciones o contactos que influyeron en la designación. Para eso ya tenemos expertos en la materia.

Solo me ratifico en lo que escribí sobre este asunto hace justo un año. Juzguen Uds. mismos. Recuerden si mientras lo escucharon (esos “pasos dobles”, y esas epatantes alocuciones de los famosos presentadores de televisión) sonrieron, bostezaron o permanecieron impasibles espontáneamente. Pues esa es la piedra de toque de un buen pregón. Por mi parte, quizá ahora me quede, como en el anuncio de El Almendro, con la emoción del regreso a casa. Pero no por Navidad. Por las fiestas queridas. Y a lo grande. Eso ya tiene su aquel. O sea.