Esto no es un cuaderno

Fenómenos y prodigios

Realizados ya los pertinentes análisis clínicos y estadísticos del 28M, con sus correspondientes diagramas de barras y circulitos, gráficos de dispersión y mapas de calor, amén de alguna que otra regla de tres, la cosa en Elche ha quedado más o menos así, grosso modo...

Pablo Ruz saluda desde el balcón de la sede del PP el pasado domingo en Elche tras los resultados electorales

Pablo Ruz saluda desde el balcón de la sede del PP el pasado domingo en Elche tras los resultados electorales / Antonio Amorós

Gaspar Macià

Gaspar Macià

«Lo mismo da la victoria que hacer gloriosa la derrota».

Sonata de estío (1903) de Valle-Inclán.

Realizados ya los pertinentes análisis clínicos y estadísticos del 28M, con sus correspondientes diagramas de barras y circulitos, gráficos de dispersión y mapas de calor, amén de alguna que otra regla de tres, la cosa en Elche ha quedado más o menos así, grosso modo: el PSOE, de la mano del repetidor Carlos González, ha sido el vencedor en las urnas, con más votos que hace cuatro años pero con mismos 12 concejales (consecuencia del aumento de la participación), aunque probablemente será el perdedor en la Alcaldía frente al candidato del PP, Pablo Ruz, quien pese a obtener también muchos más sufragios que en 2019 (y ganar dos ediles, hasta 11), ha sido sin embargo derrotado por su rival socialista; no obstante lo cual, será el popular quien finalmente se lleve el felino al agua del Vinalopó gracias al eventual apoyo de Vox y su candidata revelación, Aurora Rodil, que también gana muchos apoyos y, como consecuencia de ello, un representante más (3 ediles: son ya la tercera fuerza local), lo cual supondrá, D.m., que el hasta ahora jefe de la oposición al bipartito de progreso vea cumplida su misión en esta vida, que es ser el alcalde de su pueblo; merced todo ello a que los de Compromís (verbigracia Acord per a Guanyar: si algo tenían era una marca y van y la esconden), se han dado una buena samacà tras caerse de la bici (chiste fácil, lo asumo) y descarrillar (el último, lo prometo) al haber perdido muchos votos y un edil sostenible, quedándose sola, fané y descangayada su actual portavoz, Esther Díez, como en los viejos tiempos de grupo unipersonal.

No es de extrañar que una profunda melancolía se haya apoderado de los dos grupos de izquierda hasta ahora gobernantes. Los socialistas porque pese a ganar y aumentar apoyos, lo que interpretan como un respaldo a sus políticas municipales y a su cabeza de lista, no podrán repetir en la Alcaldía por un puñado (o dos) de votos (en realidad en las últimas cinco elecciones locales la vara de mando se ha decidido por un solo concejal). Y en Compromís-APG porque además de pasar de cuatro ediles a una en tres rondas electorales, se ha evidenciado que ni siquiera con la frustrada coalición con Unidas Podemos se hubiese conseguido mantener el gobierno bipartito: Díez y los suyos habrían salvado los muebles manteniendo el segundo concejal (Marian Campello, de Més, partidaria precisamente del acuerdo con UP), pero a costa del PSOE, que bajaría a 11 ediles. El orden de los factores no habría alterado el resultado, aunque sin duda habría reducido el desconsuelo en la coalición naranja.

En cualquier caso, quien busque desánimo y abatimiento de verdad, que mire hacia abajo: la escabechina ha sido histórica. Empezando, por supuesto, por Unidas Podemos, que visto lo visto, ya no es que no van a asaltar los cielos, es que ni siquiera van a llegar a Calendura, en el que probablemente sea su último e igualmente infructuoso intento de tomar el Ayuntamiento. Pese a unirse a EU y otras formaciones residuales, han perdido la mitad de sus votos de hace cuatro años, poniendo de manifiesto una vez más que en política (y mucho más en la quisquillosa izquierda) dos más dos no dan siempre cuatro. Ni siquiera cinco: a veces la adición se puede convertir en resta, e incluso en raíz cuadrada. Pues nada, a aprender a Sumar otra vez.

De Eduardo García-Ontiveros no se esperaba otra cosa que muriera (políticamente) con honor en el campo de batalla electoral, defendiendo con arrojo y gallardía hasta el último aliento el raído estandarte de Ciudadanos en su particular batalla de las Termópilas. Ha cumplido con entereza y sin amedrentarse su misión imposible en esta campaña, y eso ya es mucho en estos tiempos abyectos. Con su derrota y el fracaso del voluntarioso pero baldío esfuerzo de Carlos San José y su franquicia local de Contigo, en su segundo intento, se entierra el centro político en el municipio (por el momento al menos), esa zona desmilitarizada tan necesaria ahora más que nunca entre dos bandos irreconciliables e irremisiblemente abocados a una contienda cruenta. D.E.P.

Pasado ya todo el proceso, y en puertas de la madre de todas las batallas electorales, con La Moncloa como botín, la pregunta que se hace la ciudadanía ilicitana, ya sea heteropatriarcal o heteromatriarcal, binaria o decimal, omnívora o vegana y de cualquier otro grupo taxonómico, es: y ahora, ¿qué? Pues en eso están. Por una parte, el alcalde in pectore, Pablo Ruz, iniciará en breve sus contactos con Vox para escudriñar cuáles son las intenciones de sus futuros compañeros de cohabitación, más allá de enseñar tauromaquia a los jóvenes ilicitanos, no tocar la cruz de los caídos, suprimir asesores y chiringuitos municipales (¿un aviso al futuro alcalde ante el prometido rescate del antiguo Patronato Municipal de Deportes?), y acabar con los adoctrinamientos de la izquierda (los de la derecha no corren peligro, por si no quedaba implícito). A todo eso y más están dándole vueltas la actual portavoz Rodil y sus dos nuevos compañeros, noveles ambos en estas cuitas municipales; es lo que pasa cuando no se tiene programa electoral (ni estructura orgánica ni militancia). Total, al final será lo que diga Abascal.

El PSOE, la noche del 28M

El PSOE, la noche del 28M / Matias Segarra

De ahí que Ruz esté expectante (eufórico pero expectante) ante las peticiones de sus previsibles aliados, trazando líneas rojas, amarillas y verdes en el programa electoral (los populares sí que tienen), para que no le cojan desprevenido. De momento ya ha asegurado que mantendrá Diversa, el festival de cultura LGTBIQetc. Vale, pero ¿y el desfile del Orgullo? Bueno, todo a su tiempo. Y también defenderá a muerte todos los proyectos que ha presentado en campaña, que se ha dejado una pasta en diseños 3D. En cualquier caso, el líder popular tiene perfilado su equipo y una vez resuelto el encaje de los ediles de Vox (tarea que podría no resultar tan sencilla como parece, por mucha sintonía que evidencien Ruz y Rodil), hay que ponerse a trabajar inmediatamente desde el mismo día 19. El 18 es domingo, pero igual el alcalde hace abrir el Ayuntamiento para empezar a tramitar sus muchas ideas y poner a trabajar a la brigada municipal para que empiece a quitar carriles bici a destajo. A lo del Tram no podrá meterle mano hasta que no tome posesión Carlos Mazón en la Generalitat, pero igual sí que puede empezar a desbrozar la parte central de la Vía Parque para ganar tiempo. Ni un segundo que perder. Ánimo.

Las miradas, sin embargo, las acapara Carlos González. ¿Cuál será su decisión? ¿Se mantendrá en su escaño, como ha anunciado que hará su jefe Ximo Puig, no vaya a ser que PP y Vox se peleen? ¿Tomará posesión pero se marchará tras el 23J? ¿Recalará de nuevo en el Congreso de los Diputados, aunque todo apunte a que la cuota ilicitana en la lista la seguirá manteniendo Alejandro Soler? ¿A disfrutar de un bien ganado retiro en el Senado quizás? ¿No hará ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario? Muchas incógnitas que de momento ni el interesado desvela ni sus compañeros adivinan. «En los próximos días pueden pasar muchas cosas», vaticinó tras consultar el oráculo y a la AEMET el portavoz socialista, Héctor Díez. Vale, ya es una pista.

Entre los ediles repetidores del PSOE parece cundir la idea de que González no debería tomar posesión del acta de concejal y marcharse con la cabeza alta y una nueva victoria electoral en su haber, para dejar la vía libre a quien se perfile como sucesor/a para dentro de cuatro años (ese es otro melón de los gordos que tendrá que abrir el PSOE a no tardar). Pero el alcalde en funciones es una persona que no toma decisiones a la ligera, como ha quedado bien patente en sus ocho años de mandato y seguro que lleva anotadas ya varias docenas de folios con sus posibilidades y opciones, pros y contras, debilidades y fortalezas, salidas y entradas, arriba y abajo, etc. Contenemos la respiración.