Las crónicas de Don Florentino

El juicio final

Una mujer vota en las pasadas elecciones del 28 de mayo.

Una mujer vota en las pasadas elecciones del 28 de mayo. / Manu Mitru

Juan Carlos Padilla Estrada

Juan Carlos Padilla Estrada

-Vamos a ver Óscar, esto qué carape ha sido? ¿No nos aseguró Tezanos que íbamos a cortar las dos orejas y el rabo?

-Esto… sí… señor Presidente… creíamos que... bueno… pensábamos que podíamos ganar…

-¿Cómo que podíamos ganar? Recuerdo tus palabras, y las de Patxi, y las de Félix: “Transformemos las elecciones en un respaldo al gobierno de progreso y a tu figura, Presidente. Esa es la receta del éxito seguro”. Y por eso me he pateado este país, que tengo más dolor de espalda que pena por Chimo Puig. ¡Y así me lo han pagado los españoles!

-Quizá haya habido un error de cálculo, señor presidente…

-¿Un error de cálculo? ¿De dos millones de votos? Eso no es un error, eso es el padre de los despropósitos.

-¿Quiere que llamemos a Tezanos, señor Presidente? A lo mejor…

-No le llames porque si me lo echo al oído lo ceso ahora mismo. Ahora lo relevante es ver cómo salimos de esta. Y evitar que me despedacen los tiburones del partido, que tiene las garras más afiladas que Eduardo Manostijeras.

-Se me ocurre que deberíamos comenzar por el lenguaje.

-Pues veamos, Patxi.

-Nada de hablar de de victoria del PP. Ni de tsunami. Ola derechista, o fascista… o mejor… ¡Ola reaccionaria! Eso es.

-Sí… me gusta… “Ola reaccionaria”. Encaja.

-Podríamos añadir que el PP se ha convertido en un juguete en manos de Vox, que va a imponer condiciones leoninas a sus pactos.

-Bien, vamos bien.

-Y que este fenómeno se va a llevar a España por delante.

-Cierto, es un buen mensaje.

-En realidad, chicos, podemos ver el vaso medio lleno: Nuestro partido ha resistido. Las elecciones nos han ido medio bien, la culpa del fracaso es de nuestros socios, ex socios en este momento. El PSOE solo ha perdido 300.000 votos en cuatro años.

-Muy cierto, señor Presidente. Y dese cuenta de que con los números del domingo Feijóo no sale investido, aún resistiríamos, por poco, pero aguantaríamos. Si extrapolamos los números a las generales de dentro de seis meses, la derecha se queda corta.

Silencio… El Presidente se levanta, compone ese gesto que trasciende al tiempo y las circunstancias, ese que tan bien conocen sus íntimos, la traducción de ese genio que le ha llevado a escalar las cumbres más altas de… bueno, cumbres, en todo caso.

Y una profunda reflexión emerge de lo más hondo del cerebro de ese animal político tan singular, capaz de encontrar oportunidades donde otros solo hallan fracasos: De aquí a diciembre las cosas solo pueden ir a peor. Los podemitas me van a dejar a la altura de un cochero, los catalanes ya están diciendo que qué hay de lo suyo, los vascos están más súper cabreados con Bildu y en mi partido ya no me respeta ni el conserje de la calle Ferraz. Feijóo no va a parar con el runrún del Sanchismo y si tengo que hacerles caso a estos, apañado voy: Fallan más que los láseres de la estrella de la muerte: me engañaron en las autonómicas de Madrid del 21, en las autonómicas de Andalucía y ayer. Esto es un descalzaperros a menos que… espera un momento Pedro… qué digo Pedro… Lord Pedro… ¡¡¡¡San Pedro!!!! Ya lo tengo.

-Señores, tomen nota: Disuelvo el Parlamento y adelanto las elecciones generales a lo antes posible, a julio.

-Pero… señor Presidente... Pedro…

-Ni Pedro ni Sánchez. ¡Decidido! Que hablen los españoles.

-Pero si has dicho en repetidas ocasiones que lo que convenía a los españoles es agotar la legislatura.

-¿Eso dije? No lo recordaba. Pero da igual. Prefiero desdecirme –cosa que jamás he hecho hasta ahora- en beneficio de mi pueblo.

-Pero quedarán proyectos sin concluir: la ley de la familia, de la vivienda…

-Eso son irrelevancias. Además ya tengo el lema de campaña: “O te movilizas o gobierna Abascal”. ¡Genial!

-Sí… señor presidente… Ge… ni… al

-Decidido pues. Apunta, Óscar, el comunicado de prensa que ha de llenar las portadas: “El adelanto electoral es una decisión valiente, acertada y muy democrática”.

-Muy español, señor Presidente: ¡Puerta grande o enfermería!

Y un pensamiento unánime se esbozó en la mente de todos los asistentes, menos uno, a aquel improvisado cónclave postelectoral: Ave María Purísima.