Busquen, comparen, y si encuentran algo mejor, ¡vótenlo!

Marc Llorente

Marc Llorente

Los contrincantes no se quitan el mono de trabajo porque terminó la reciente campaña y viene otra con una pelea sin fin, cosa lógica si no fuese por la calenturienta actitud de quienes han visto que la sinrazón de los exabruptos es rentable. Para qué van a cambiar de estrategia si entienden que buena parte de la ciudadanía saca a hombros a los que dominan el arte de manchar el panorama con la idea de mancharlo posteriormente más.

El acoso político, mediático y de todas las fuerzas más regresivas no tiene límites. Tienen más recursos y todo les vale, que tiene premio. No importa si las libertades y los derechos se tambalean en sus manos. No es ninguna novedad que esto ocurra en las comunidades que controlan. Y peor aún si adquieren la batuta política de la orquesta sinfónica nacional. Dicen que «España o Sánchez». Los dueños del país frente al okupa. Errores del Ejecutivo de coalición al margen, justo es reconocer los aciertos. Son más.

Si la mayoría social da el visto bueno a lo contrario, pese a que no sea la solución a los problemas de la gente de a pie, qué le vamos a hacer. Cada uno puede votar lo que quiera. Equivocadamente o no. Sumen, resten, dividan, multipliquen… O sea que, definido el nuevo paisaje político, está pendiente lo de diluir con garantías las diferencias entre Podemos y el actual Movimiento Sumar, tras los resultados del 28M y el adelanto de las próximas elecciones generales.

Se impone la necesidad de un cierto rearme en el conjunto de la izquierda, no tirar la toalla a la lona del cuadrilátero y afrontar los comicios de la mejor forma posible, con la venia de los insultadores oficiales y de sus aventajados alumnos. Solo saben acosar alocadamente y con plena impunidad. Sin ningún pudor, sin argumentos lógicos y sin el menor espíritu democrático. El PP y su entorno llevan toda la legislatura en estas condiciones, y ahora continúan en pie de guerra, fuera de sí y dispuestos a vencer sus propios récords.

El descalabro exige la urgente búsqueda de la unidad mediante la plataforma ciudadana de Yolanda Díaz, con dos objetivos esenciales. Reactivar al electorado progresista y sortear los obstáculos que la ley electoral le pone a la división. En este sentido, cabe destacar un manifiesto de intelectuales y artistas, en el que se expone esa imperiosa necesidad y se alerta sobre «la gran contrarreforma para anular toda la consolidación de derechos civiles y sociales» en el caso de que las dos derechas obtuviesen el Gobierno central. A esta maniobra la llaman «derogar el sanchismo».

Se sabe que las élites, apoyándose en sus portavoces políticos y mediáticos, solo aspiran a impedir cambios y a que no se dificulte la acumulación de capital a costa de un empleo precario y mal pagado. Así ha sido a lo largo de la historia y quieren que siga siendo. De tal modo, es preciso no perder estímulos. Defender ideas y valores constitucionales que persigan la justicia social, no los recortes.

Eso es lo que a Díaz Ayuso le pone de los nervios. Enarbola la «España de siempre» y no cree en una transformación más justa e igualitaria de la sociedad y del Estado. ¿Tan grave es un programa que garantice seguir avanzando hacia el bienestar de la mayoría? ¿Un Gobierno de progreso o de envalentonado retroceso con todo lo que conlleva? Elijan ustedes a conciencia. ¿Por qué no confrontan programas con lo importante que es? Ya ven que Feijóo tiene espanto a los debates cara a cara con Sánchez. Es fácil adivinar la razón. Y no digo que deban ser los únicos. Lo que puede esgrimir este hombre es una cucharada más de la misma sopa. Patrañas, manipulación, hipérboles y el credo ideológico que esconde debajo de la mesa. Quiera o no debatir en un plató, se le ve el plumero. Eso sí es un auténtica excentricidad. Ya ha perdido.

Sea como fuere, resulta imprescindible evitar la fragmentación, fortalecerse y neutralizar las mentiras y las delirantes actitudes de los adversarios, en beneficio de la continuación estable que ha habido a pesar de las situaciones muy difíciles que hemos ido viendo. Naturalmente, el PSOE también quiere ganar en las urnas. ¿Hay alguien que no quiera? Pedro Sánchez se independiza de la coalición de gobierno en las circunstancias actuales y pretende concentrar el «voto útil» en torno a él y los suyos.

El presidente en funciones anhela el bipartidismo y se erige como única alternativa frente a la ola reaccionaria. Pero lo que Sánchez indicó hace casi un año sigue más o menos vigente. Socialistas y el espacio de Yolanda Díaz o PP y Vox, adalides de la privatización y caballeros andantes que socorren a los ricos en perjuicio de las arcas públicas, de los servicios públicos y sociales y de la población en general.

Sumar aspira a rescatar a los abstencionistas y superar la desafección política de los ciudadanos. El efecto Díaz puede estar tocado, aunque está vivo. La disputa electoral, entre unos y otros y por distintas razones, está en marcha con todas sus consecuencias. La nueva batalla está ahí y después ya veremos lo que toca en función de lo que dicten las papeletas. En vez de estimular la democracia, la conducta de ciertos sujetos la golpea. Huele a que arranca la cuenta atrás para la derrota de Feijóo el 23 de julio. Pues sí. Superen la fatiga y busquen, comparen, y si encuentran algo mejor, ¡vótenlo! ¿Algunos están dispuestos a desenmascararse ya, no a enturbiar permanentemente?