Los crímenes de Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una imagen de archivo.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una imagen de archivo. / Eduardo Parra - Europa Press

Matías Vallés

Matías Vallés

Cuanto más se sabe sobre Sánchez, crece el horror por sus crímenes, que deberían impulsar al Tribunal Constitucional a tronchar de cuajo su candidatura. Cómo se atreve, el presidente del Gobierno socialista que le escribió al mayor corrupto del país «sé fuerte, hacemos lo que podemos», denigrando así el palacio de La Moncloa desde donde confraternizaba con el delincuente. Y si les parece injusto gravar una debilidad humana, supongo que no asistirán impávidos a este primer ministro del PSOE que nos ha metido en una de las guerras más inmundas de la modernidad, la liberación a muerte de la Mesopotamia con más de medio millón de muertos. Todo ello para congraciarse con el presidente de Estados Unidos, que lo trata como un lacayo a cambio de dejarle poner los pies sobre la mesa. El sanchismo debió extinguirse ese mismo día.

Frente a las eminencias virginales que lo precedieron, ¿no fue Sánchez quien anunció que su hija se casaría en el Escorial, para dar rienda suelta a sus instintos imperiales? Parece mentira que un presidente socialista capitaneara un Gobierno embarcado en el terrorismo de Estado, y que con estos antecedentes insista en seguir dirigiendo el país. Tampoco podemos olvidar que la desastrosa política de pactos sanchista condujo a un golpe militar en toda regla con paseíllo taurino en el Congreso, una reunión de salvapatrias en febrero que casi nos atrevemos a calificar de necesaria ante las fechorías del actual presidente.

Y no nos olvidamos de la ETA, al contemplar en La Moncloa al presidente que se mofó de los familiares de los 191 muertos en el mayor atentado de Europa, ocultando la autoría real islámica para adaptar la matanza a sus intereses electorales. ¿Se atreven a describir una canallada mayor? Así es el presidente que ha soliviantado en buena lógica a los ciudadanos de bien, un ser marcado por los vicios que lo erigen comparativamente en el peor habitante de España desde Viriato. Y pretende seguir en el cargo. En fin, no sigo porque me conozco y me enciendo, este hombre saca lo peor que hay en mí. Y en la mayor parte del país.  

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