Esperando a Godot

Españoles, Franco ha vuelto

En muchos hogares socialistas se oyen hoy, parafraseando al ínclito Arias Navarro, sollozos y plegarias ante la angustia infinita de su orfandad (sin olvidarnos de los de Compromís y, muy especialmente, de los de Podemos).

Carlos Arias Navarro anuncia la muerte el Franco en televisión el 20 de noviembre de 1975. | INFORMACIÓN

Carlos Arias Navarro anuncia la muerte el Franco en televisión el 20 de noviembre de 1975. | INFORMACIÓN / DanielMcEvoy

Daniel McEvoy

Daniel McEvoy

«Españoles: Franco ha muerto. El hombre de excepción que ante Dios y ante la Historia asumió la inmensa responsabilidad del más exigente y sacrificado servicio a España ha entregado su vida, quemada día a día, hora a hora, en el cumplimiento de una misión trascendental. Yo sé que en estos momentos mi voz llegará a vuestros hogares entrecortada y confundida por el murmullo de vuestros sollozos y de vuestras plegarias. Es natural: es el llanto de España, que siente como nunca la angustia infinita de su orfandad; es la hora del dolor y de la tristeza, pero no es la hora del abatimiento ni de la desesperanza».

Con las palabras transcritas en el párrafo anterior, el entonces presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, anunciaba el 20 de noviembre de 1975, a la nación y al mundo, el fallecimiento del hombre que había regido como dictador los designios de España durante casi cuarenta años. No voy a entrar en este artículo a analizar la figura de Francisco Franco, ni a contar batallita alguna de la época, pues soy demasiado «joven» para recordar nada medianamente coherente ni significativo de aquellos años del tardo franquismo. Además, creo que se está banalizando aquella época porque los políticos, obviando cualquier rigor histórico, la sacan a colación con demasiada frecuencia para hacer política en la España del siglo XXI haciendo uso de unos hechos cuyas causas hunden sus raíces casi en el siglo XIX.

Cincuenta años

Lo que sí tengo claro es que Franco falleció hace casi cincuenta años. Por eso, el titular de un magnífico artículo de María Pomares publicado en el Diario INFORMACIÓN el pasado miércoles me dejó perplejo: «El PSOE provincial desafía a València: Soler cabeza de lista para el Congreso y Franco al Senado». ¡Franco al Senado por el PSOE! ¡Creía que su afán por resucitarlo no llegaría a tanto! Pensé de inmediato. Pero al leer al artículo completo me di cuenta que el Franco al que se alude no es Francisco, sino Ángel, un veterano dirigente socialista alicantino que, al parecer, lleva manejando los hilos del partido desde hace décadas y que antes era de Ximo y ahora es de Alejandro (con razón ha aguantado tanto tiempo en la pomada). Por cierto, cuando yo fui concejal en Elche (todos tenemos un pasado oscuro), en mi departamento había también una funcionaria apellidada Franco, pero sería casualidad, o no, ya saben que, según la izquierda, el Franquismo todavía habita entre nosotros.

Sea como fuere, bromas y maldades aparte, el artículo de María me hizo reflexionar sobre lo mal que lo estarán pasando en el PSPV. La derrota electoral del 28M ha sido mayor de lo que esperaban, de hecho, muchos confiaban en retener la Generalitat, y a la pérdida de puestos y sueldos en el Consell y en muchos ayuntamientos se une ahora la zozobra de la elaboración de unas listas para las generales en las que los puestos de salida van a estar más caros que nunca. En muchos hogares socialistas se oyen hoy, parafraseando al ínclito Arias Navarro, sollozos y plegarias ante la angustia infinita de su orfandad (sin olvidarnos de los de Compromís y, muy especialmente, de los de Podemos).

"La prensa viene hablando más de cuál va a ser el acomodo de los derrotados que de la futura acción de gobierno de los vencedores"

Desde luego, la situación descrita en el párrafo anterior tiene su ejemplo más paradigmático en Elche. Desde las pasadas elecciones, la prensa viene hablando más de cuál va a ser el acomodo de los derrotados que de la futura acción de gobierno de los vencedores. Trece son los concejales que van a ocupar las butacas de la oposición en el Ayuntamiento, doce del PSOE y una de Compromís. En el caso de los primeros, por lo que va desgranando la prensa local, la papeleta es complicada. En buena lógica, dados los precedentes, podrían disponer de dos dedicaciones exclusivas y una plaza en la Diputación Provincial.

De los doce, dos son funcionarios municipales, por lo que tendrán que decidir si continúan como concejales u ocupan su puesto (una cosa y otra resulta incompatible a efectos legales). Del alcalde en funciones sabemos que Alejandro Soler no lo va a mandar a la Diputación, puesto reservado a alguno de sus fieles (Patricia Maciá o Héctor Díez) ni va a permitir que sea candidato al Congreso. No sé yo si llegará a poder tener dedicación en el Ayuntamiento. El resto de los concejales socialistas están en la misma tesitura, por lo que no se descartan abandonos en cuanto se sepa quién va a tener sueldo y quién no.

Espectáculo

El espectáculo empieza a ser lamentable. Hace falta que llegue el día de constitución del Ayuntamiento y que tengamos también pronto un nuevo Consell. Si en ambos casos se gobierna desde la buena gestión, la humildad y el consenso siempre que sea posible o la firmeza en la toma de decisiones que vayan a favor el bien común cuando no lo sea, creo que nuestra sociedad podrá vivir una época menos crispada y más próspera. Esperemos que así sea.