Leña del árbol caído

Hacer leña del árbol caído es un gesto descortés. La última patada al perdedor es la que sobra y la que dice mucho del talante de quien la asesta

Hotel Ocean Drive Talamanca de Ibiza.

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Mercè Marrero

Mercè Marrero

La elegancia y la educación de las personas se perciben en circunstancias diversas. Pagando en el supermercado, en un atasco en la autopista, en una reunión de trabajo o en un debate electoral. La elegancia y la educación no son implícitas a un partido político, a una ideología, a una organización o a una multinacional. No dependen de la capacidad económica o de la clase social. Son atributos individuales. Hay personas con un trato exquisito y las hay barriobajeras en cualquier lugar, aunque sí es verdad que determinados espacios y ámbitos promueven más o menos ciertos valores. Las personas educadas hacen la vida más agradable, elevan el tono y la calidad de la conversación y mejoran la convivencia. Pueden tener una opinión diferente o no estar de acuerdo con una medida, pero tienen capacidad para conversar, contrastar, comprender y, sobre todo, no desacreditan ni insultan.

Hay momentos en que las personas destapan su yo más profundo. Durante un divorcio, por ejemplo, cuando hay que consensuar los temas económicos. Es curioso cómo la forma de gestionar los dineros dice mucho de la finezza de los individuos. Los hay que siempre pagan las cañas y los hay que siempre se van al baño cuando la cuenta se acerca a la mesa. Conozco a más de una familia que ha acabado como el rosario de la aurora cuando han tenido que llegar a acuerdos hereditarios. Allí donde antes había comidas de domingo más o menos armónicas, ahora hay reproches y críticas destructivas. Una lástima.

Recuerdo el contenido de una esquela que se convirtió en viral. Debajo del nombre del señor que se había ido al otro mundo, alguien redactaba una retahíla de recriminaciones por lo mal que lo había hecho todo y por lo mala gente que, en su opinión, era quien ya no pululaba por aquí. Puede que todo fuera una mentira y que fuera un montaje digno de El Mundo Today, pero el fondo de la cuestión incomodaba. Por su injusticia y por la evidente desigualdad de condiciones a la hora de defenderse. En periodos de duelo y de pérdida, las personas también destapan su manera de ser.

El deporte es otro ámbito donde las cualidades de la gente quedan al descubierto. No hay que ir a un partido Barça – Madrid para detectar a faltones y abusones, basta ir a alguna liguilla casera y escuchar los comentarios de algunos. En contra, disfruto de ver a ganadores que respetan a perdedores, que les dan las gracias por participar y por haber intentado dar lo mejor de sí mismos. A pesar de la edad, me gustaría vivir en un permanente final de película Disney.

Hacer leña del árbol caído es un gesto descortés. La última patada al perdedor es la que sobra y la que dice mucho del talante de quien la asesta. Por eso, me sorprendió leer la reacción de la Federación Hotelera de Mallorca a la derrota del equipo de Francina Armengol, máxime si se tiene en cuenta que la pasada temporada se batieron récords de visitantes, que ésta se presenta como histórica, que se han fotografiado juntos en varias ocasiones durante la legislatura y que estos últimos años se ha logrado, además, un diálogo fluido entre los agentes sociales. Los hoteleros siempre ganan. Lo ejemplar habría sido hacerlo con elegancia. 

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