Opinión | Alto y claro
Sí a #medicinaUA

Sí a #medicinaUA
Tras un mes de agosto intenso en comentarios de toda índole, a favor o en contra del desarrollo del grado de Medicina en la Universidad de Alicante, tanto en la prensa como en las redes sociales, podemos observar un elemento en común que nadie niega: la necesidad en nuestra sociedad de nuevo estudiantado egresado que complete nuestra atención sanitaria. Hemos leído recuerdos que algunos vivimos en primera línea con la creación de la Universidad Miguel Hernández (UMH) con la segregación de la Facultad de Medicina el año 1996. Unas heridas que quedaron mal curadas porque, a tenor de lo acontecido, con la retirada del Consell de la GV en el inicio de agosto de la demanda contencioso administrativa interpuesta por la Universidad Miguel Hernández (UMH) por la decisión de esta de autorizar la impartición del grado en Medicina en la UA, las viejas rencillas han aflorado. Partimos de una realidad incuestionable: las dos universidades vecinas nacieron para entenderse. Compartimos un mismo territorio y un alumnado similar que necesita de las dos instituciones un punto de formación y de progreso, más allá de la herencia recibida por decisiones institucionales de índole autonómico que han impedido esta coordinación real de los grados que se imparten, aunque haya duplicaciones en algunos casos.
La politización del asunto es obvia. Si un Govern progresista dio finalmente el visto bueno a la impartición del nuevo grado, un Govern conservador, con el pretexto de una «potencial neutralidad», se aleja del punto de mira. Cierto es que la abogacía de la GV, con un informe que supera las 40 páginas, recomienda la retirada jurídica en la demanda a partir de presuntas irregularidades en la tramitación de la autorización. Pero lejos de zanjar la polémica, el mantenimiento de la demanda por parte de la UMH, sea cual sea la sentencia que esperamos para finales de septiembre, mantendrá la incertidumbre de un estudiantado que habrá cursado en la UA el primer o el segundo curso del grado en cuestión. Los recursos posteriores que la UMH o la UA planteen alargarán, sin ninguna duda, esta situación. Por su parte, la nueva propuesta de la creación de un campus interuniversitario de la salud –la llamada tercera vía–, sin concreción alguna en la fecha actual, no acaba de aclarar la situación. La victimización que unos apuntan –con dosis de alicantinismo incluída, extrapolando la competencia entre las dos principales ciudades de la provincia– o la rotundidad con que otros afirman de las diferentes irregularidades del proceso de aprobación del nuevo grado no sirven para superar el conflicto y encontrar una solución definitiva. Tampoco aporta demasiado la recurrencia a vincular las novedades jurídicas de este verano con un posible deseo externo de influir en las próximas elecciones al Rectorado de la UA que se plantean para el próximo otoño. La coincidencia con la resolución de la sentencia es un hecho conocido desde hace mucho tiempo. Todo ello porque cualquier candidato o candidata a gobernar la UA defenderá, sin ninguna duda, la permanencia y el desarrollo del grado de Medicina en el campus de San Vicente del Raspeig.
La UA necesita este grado que se encuentra en los pilares de su creación como universidad desde su creación el año 1979. La existencia del grado de Enfermería, como otros vinculados a las ciencias de la salud, es un ejemplo de la seriedad, el rigor y la calidad de sus estudios en la materia. La medicina en las universidades europeas no solo se enseña como una disciplina aislada, sino que se integra con otras áreas como la biología, la química, la tecnología y las ciencias sociales. Los estudios en medicina no solo responden a necesidades críticas de salud pública y bienestar, sino que también impulsan la investigación, la innovación y el desarrollo económico, al tiempo que preservan un legado histórico y ético fundamental. El filósofo Jürgen Habermas explicaba en El futuro de la naturaleza humana (2002) la interrelación de los estudios de la salud con el compromiso ético de éstas. Que la UA mantenga este grado no es solo una cuestión de principios, sino de enriquecimiento del conjunto de titulaciones que se imparten. Debemos mantener un papel de referencia en la sociedad que nos rodea donde, sin medicina, difícilmente podremos asumir.
Por este motivo, por responsabilidad en el arranque de este grado, habría que haber previsto un desarrollo adecuado de la docencia y de las necesidades futuras requeridas, como unos laboratorios prácticos, unas infraestructuras de calidad –tanto para el profesorado como para el estudiantado en las diversas materias que reciban su formación– y, sobre todo, una plantilla de docentes que asegure la calidad de la impartición del grado. Es de sobra conocida la dificultad de atraer un profesorado estable por las exigencias actuales en materia de acreditación de este; los profesionales de la salud desarrollan en mayor medida su actividad en la atención sanitaria. Con una alta experiencia clínica, la falta de publicaciones vinculadas a la investigación en medios de impacto puede lastrar su carrera como docente universitario. Al mismo tiempo, la remuneración y las condiciones laborales en las universidades no son tan competitivas como en el ámbito clínico. Esto desalienta a muchos profesionales calificados de optar por una carrera académica a tiempo completo.
La aprobación del grado en cuestión por el anterior Govern de la GV obvió algunos aspectos que, sin ser claramente necesarios, eran fundamentales para el desarrollo de este, como era un proyecto de financiación claro que no asfixiara los recursos propios de la UA. Las universidades valencianas siguen esperando con el nuevo Govern un plan de financiación plurianual que permita realizar previsiones a un medio o largo plazo. De lo contrario, el mantenimiento y desarrollo del nuevo grado puede lastrar las necesidades de otros grados ya existentes. Sin ir más lejos, según comentan algunos docentes de nuestro Campus del área de Ciencias del Deporte, siguen sin ejecutarse algunos laboratorios que permitan una docencia de mayor calidad en sus materias. Este es solo un ejemplo que podría aplicarse otras disciplinas. Partimos, desde hace más de diez años, de una situación económica complicada donde los responsables de esta materia tienen pocos márgenes para nuevos proyectos o consolidar algunos existentes. La inmensa mayoría del presupuesto anual que aporta la GV sirve para sustentar las nóminas del personal y poco más.
Despoliticemos, pues, la situación. Apostemos por el diálogo y por la planificación para intentar encontrar una situación que rompa décadas de falta de coordinación entre las dos universidades vecinas. Defendamos la posible existencia, aunque las distancias sean mínimas, de dos centros de educación superior donde la formación y la investigación en medicina se conviertan en punto de desarrollo de nuestra sociedad.
Todo ello sin detrimento de los grados existentes tras una planificación suficiente y un acuerdo serio y riguroso con las autoridades autonómicas en materia económica y de infraestructuras.
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