Opinión

El gran misterio de la muerte

Cementerio de Orihuela, el año pasado en el Día de Todos los Santos

Cementerio de Orihuela, el año pasado en el Día de Todos los Santos / Tony Sevilla

Los días 1 y 2 de noviembre, como todo el mundo sabe, la Iglesia Católica conmemora el día de Todos los Santos y de los Difuntos respectivamente. La tradición hará que los cementerios sean visitados por cientos de personas que llevarán flores a las tumbas de los restos que un día fueron sus familiares en vida. Con este gesto, algunos darán por cumplida su “obligación” anual de acordarse de sus antecesores.

A mí me gustaría hacer una reflexión sobre qué hay detrás de la muerte. ¿Realmente sirve para algo todo lo que hacemos en estas fechas en los camposantos...?

Mucho se ha hablado y escrito sobre el gran misterio que encierra la muerte, pero en realidad poco o casi nada se sabe de ella. La Teología define los últimos actos de la existencia humana con la denominación "Novísimos" o "Antropología Escatológica". Bajo este nombre se habla de la muerte, el juicio, del infierno y de la gloria. Por las festividades que comentamos me gustaría reflexionar sobre lo primero.

El paso que, indefectiblemente tenemos que dar todos los seres vivos, al ser humano por ser racional le preocupa y atormenta. Desde que nacemos nos educan para casi todo menos para morir. Las preguntas que nos hacemos a diario: ¿Cómo, cuándo, de qué manera...? ¿Qué hacer con mi cuerpo, enterramiento, incineración, criogenización? —Esto último sólo en los Estados Unidos y a muy elevado precio—. ¿Quién prepara al hombre para tan luctuoso trance? Si la ciencia no da respuesta a todas estas interrogantes, tan sólo nos queda una cosa: la fe. La esperanza en que, de alguna manera, después de esta vida hay otra espiritual.

Al principio, en la fe israelita la idea de la resurrección no aparece como tal, sin embargo, poco a poco se va fraguando ante la resistencia a aceptar que el hombre termine su relación con Dios al llegarle la muerte. En Ezequiel. 37, ya se contempla la resurrección de los muertos. En el Nuevo Testamento hay algunos pasajes que aluden a la vida después de morir. "El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día." (Jn-6,54). "Yo te aseguro, hoy estarás conmigo en el paraíso." (Lc. 23,43). "Pues en la resurrección, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán como ángeles en el cielo." (Mt. 22,30). Así sucesivamente se va haciendo alusión a una vida posterior.

La esperanza es lo único que realmente nos queda, porque el verdadero ser se encuentra en nuestro interior, la envoltura es perecedera, por ello la fe es fundamental, porque sin ella, ¿qué somos?

El destino de nuestro cuerpo da igual; enterramiento, incineración ¿qué más da?, la resurrección vendrá por la gracia de Dios estemos donde estemos; a este respecto cito unas palabras de Santa Mónica antes de morir dirigidas a San Agustín: "Enterrad mi cuerpo y no os preocupe más su cuidado, sólo os pido que os acordéis de mí cuando estéis ante el altar del Señor." (CIC).

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