Las claves de Draghi para la Comunidad Valenciana

A estas alturas, sabemos con precisión que la UE necesita de forma urgente reimpulsar su economía con carácter sostenible, y que para ello es absolutamente necesario mejorar nuestra autonomía económica y energética. Como apuntaba de forma clave Mario Draghi en su informe presentado hace unas semanas, es absolutamente necesario «acelerar la innovación, y encontrar nuevos motores de crecimiento». Para ello hay que apostar claramente por la descarbonización y la competitividad, reduciendo los altos precios de la energía, y transitar hacia una economía circular, así como aumentar nuestras capacidades para garantizar nuestra seguridad y reducir las dependencias de terceros. En el mundo complejo y multipolar en el que vivimos no podemos depender de otros, ni en la obtención de las materias primas y suministros, ni en la capacidad para defendernos de las amenazas emergentes.

Para ello necesitamos, entre otras cosas, una nueva estrategia que impulse la implementación del mercado único, y el desarrollo de políticas industriales, de competencia y comerciales claramente coordinadas y alineadas. Afortunadamente, las doctrinas austericistas quedaron atrás, pues no podremos abordar este reto sin la inversión pública y la movilización de financiación pública y privada para sostenerlo. Es necesario también, una gobernanza ágil, eficiente y flexible.

Todo ello es importante en nuestro territorio, donde una industria clave, como la del automóvil, es consciente de que debe transformarse a gran velocidad, intentando preservar los puestos de trabajo, las instalaciones de I+D y la fabricación dentro de la región. Y también lo es por tratarse de un territorio que vende al exterior casi 40 mil millones de euros, la cuarta comunidad de España en volumen de exportaciones. La nueva política industrial debe tener en cuenta nuestros cinco polos: cerámica en Castellón; muebles y automoción en Valencia, incluida la industria automovilística; textil en Alcoi; juguetes en Foia de Castalla; y calzado en el Vinalopó.

Siguiendo las recomendaciones de Draghi, la clave para mantener y potenciar la economía de nuestro territorio pasaría por aprovechar «las futuras oleadas de innovación digital», por ejemplo, «integrando la inteligencia artificial ‘verticalmente’ en nuestra industria». Algo por lo que en nuestra comunidad ya venimos trabajando en otros sectores. Por ejemplo, con 30 millones de euros de fondos europeos Next Generation, gestionados por el Ministerio para la Transición Ecológica, hemos apostado por digitalizar el ciclo del agua y utilizar la inteligencia artificial para realizar predicciones, reducir fugas y mejorar la optimización y uso eficiente de un bien tan fundamental como escaso.

En definitiva, se trata de generar ecosistemas de innovación aprovechando nuestros ejes científico y universitario, y conectándolos con nuestras capacidades industriales y retos, como Andres Pedreño y otros expertos llevan años predicando. Además, es fundamental avanzar en la economía circular, con prácticas que mejoren el uso de los recursos y minimicen los residuos en todo el ciclo de producción y consumo, haciéndolo más sostenible y eficiente.

En definitiva, necesitamos una transición ecológica y digital que nos permita una mejor competitividad, y para que ésta sea justa y equitativa tenemos que poner a las personas en el centro, anticiparnos a los cambios para poder responder a ellos y tejer un nuevo contrato social que aborde la desigualdad desde su origen, que apoye la internacionalización de las empresas valencianas y la apuesta de las pymes en un escenario complejo, abordando las lagunas de innovación y las necesidades de recualificación de nuestra industria. Un gran reto, que tendrá a una vicepresidenta española, Teresa Ribera, al timón en la Comisión Europea, y que deberíamos aprovechar sin la miopía del regate corto y el sectarismo.