Opinión | CON PERMISO DE MI PADRE

Dame un cargo, primo

Así que cuando alguien se moleste por la afirmación de que las instituciones han fallado, que tenga en cuenta que igual lo que falla no es la idea, sino la ejecución y quién está al mando

Hombre de negocios con maletín en mano

Hombre de negocios con maletín en mano / INFORMACIÓN

Partimos de la idea de que a todos nos gusta vivir bien: casa espaciosa, coche potente, salir a comer de vez en cuando, veranear, mandar a los hijos a estudiar fuera… Con esto me refiero a la parte material de la vida, que en lo espiritual o sentimental cada cual tiene sus aspiraciones.

Lo tangible evidentemente depende del dinero, así que, según la teoría clásica, hay que esforzarse por conseguirlo estudiando, siendo persona de provecho y trabajando duro (lo de los euromillones y las herencias es otro mundo).

Así, si es usted vaguete, o torpón, o ambas cosas, lo mejor que le puede ocurrir es tener buenos contactos, amigos o familiares de esos que te sacan las castañas del fuego y te colocan en algún sitio. Bueno, en cualquier sitio que no sea su propia empresa o negocio, porque saben hasta dónde llegas y no es cuestión de hacer caridad con el dinero propio, que con las cosas de comer no se juega. Lo normal es que usted acabe en algún organismo público, aunque sea de bedel o asistente, porque las luces que le adornan no dan más de sí y, total, ahí poco destrozo puede hacer.

El problema, el verdadero drama, es cuando sus amigos tienen la capacidad de enchufarle en un puesto más alto, porque, total, es usted un perro fiel y le deben apoyo incondicional por taparles marrones varios y ser servicial y discreto, o porque está usted afiliado al partido desde chico y eso se merece algún tipo de premio.

Porque listo no es usted muy listo, pero leal a los suyos lo es plenamente y nunca muerde la mano que le da de comer. Así que, por carambolas del destino, usted, que apenas sabe contar con soltura, ni con los dedos, y jamás has leído un libro entero, se encuentra gestionando un presupuesto con muchos ceros y con un control relativo, porque ya sabemos que «el dinero público no es de nadie» y que «mil doscientos millones, chiqui, es poco». Y si hay problemas, pues se contrata a un asesor, que el hijo de su prima segunda hizo un módulo de contabilidad y lo soluciona en un pispás.

Y así llevamos desde el 78, señoras y señores, con unas instituciones cada vez más parasitadas por inútiles, golfos o buscavidas, viviendo a lo grande del cuento y sin tener responsabilidades de nada. Porque si le descuadras mil doscientos millones a una empresa, o haces perder más de 700 millones y miles de puestos de trabajo a otra (Correos, empresa pública, por ejemplo), en un mundo normal lo más seguro es que te empapelen y no vuelvas a trabajar en lo que te queda de vida. Del mismo modo que si eres lento para reaccionar y gestionar cuando se presenta una crisis, lo lógico es que te despidan para siempre, aparte la exigencia de responsabilidades, sobre todo cuando ni con miles de asesores a dedo chupando del bote eres capaz de resolver una contingencia. Pero claro, si eres inútil en tiempos tranquilos, las crisis se te hacen bola y te aturullas.

Así que cuando alguien se moleste por la afirmación de que las instituciones han fallado, que tenga en cuenta que igual lo que falla no es la idea, sino la ejecución y quién está al mando. Seguramente Sebas, el hijo de tu primo Lolo, ése que no aprobaba ni recreo.

Tracking Pixel Contents