Opinión | Tribuna

El libro gordo del retrete

El libro gordo del retrete.

El libro gordo del retrete.

 El placer de la lectura puede ejercitarse en todos los lugares imaginables: en el avión, en la cama, en el parque, en el autobús, en la cafetería, en la calle, en la playa, en el monte, en el tren… Recuerdo ahora el curioso título del libro de Gabriel Zaid: “Cómo leer en bicicleta”. El problema está en que nos guste o no nos guste leer. Hace algunos años escribí en esta sección un artículo titulado “Si no leo me aburro”. Y me preocupa que muchos jóvenes hoy entiendan que lo aburrido es la lectura. Me preocupa porque se privan de una actividad entretenida, divertida, apasionante. Otro artículo sobre el tema llevaba este contundente título: “¿Qué sería de mí sin la lectura?”. Por eso me cuesta ver a muchos jóvenes, antes lectores compulsivos, atados de pies y manos a su móvil.

Mi querido y admirado amigo Fernando Avendaño escribió hace algunos años un libro que se titula: “La cultura escrita ya no es lo que era” (Homo Sapiens). Este libro analiza los problemas teóricos y didácticos que plantea la integración de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, tanto en los modos de leer y escribir, como en la adquisición de conocimientos. Con este propósito, el autor estudia las mutaciones que a través de la historia han ido sufriendo las formas predominantes de comunicación al tiempo que surgían nuevas tecnologías para el tratamiento de la información. La didáctica de la lectura tiene que estar atenta a estas nuevas circunstancias.

Algo más, y algo mejor, tendremos que hacer en la escuela para despertar y cultivar el amor a la lectura. Algo más, y algo mejor, tendremos que plantear en las familias. Algo más, y algo mejor, tendríamos que hacer en los medios de comunicación.

Con el fin de contribuir al interés por la lectura dedico este artículo a presentar dos libros que invitan a leer y sugieren qué leer cuando estamos sentados en el inodoro.

Sentados en el retrete, leemos y escribimos. Leemos con un libro entre las manos y escribimos en la pantalla del móvil. Una vez sentados, olvidamos la finalidad que nos llevó hasta allí y permanecemos enganchados al whatsApp o a las páginas del libro. Nuestros amigos y conocidos no sabrán nunca cuántos mensajes les han llegado desde ese peculiar asiento.

Algunas veces, ante la prolongada ausencia y el absoluto silencio, nos llega el reclamo de quien nos echa de menos en otra parte de la casa:

- ¿Donde estás?

- Estoy aquí

- ¿Dónde es aquí?

- En el baño

- Pero, si dijiste que ibas al baño hace más de una hora

- Estoy leyendo

No sé en casa de qué amigo vi en la puerta del baño un cartel que decía:

Sala de lectura. Y pienso que esa indicación tenía una base de realidad.

Claro que esa realidad solo se produce en el baño de la propia casa, no en los que están fuera de ella, en la de los amigos por ejemplo. Fuera de casa no se nos ocurre.

Compré en la librería de un aeropuerto uno de esos libros que te entretiene durante el largo vuelo que te espera, sin exigir un gran esfuerzo de atención. Se titula “El libro gordo del retrete 2” (2023). El subtítulo reza así: “Grandes mentiras, falsos mitos y errores de la humanidad”. Cuando vi el número 2 en la portada deduje que el autor había publicado anteriormente otro libro con el mismo título. Pronto localicé el primero, publicado en 2019, con ediciones sucesivas en 2020, 2021 y 2023.

Los dos están escritos por Daniel Castillejo Pons, aunque el nombre del autor, sorprendentemente, no aparece en las portadas ya que en ellas el libro se presenta como una obra de la Real Academia del Retrete. Este primer libro lleva por subtítulo: “Lecturas interesantes para momentos íntimos”. Hasta que no me hice con el primer libro no me puse a redactar estas líneas. Ambos tienen como ilustración de portada un rollo de papel higiénico. En el interior de ambos aparecen diversos personajes leyendo más o menos cómodamente sentados en ese trono singular.

En la contratapa del libro se hace un cálculo aproximado del tiempo que solemos estar sentados al año en el inodoro de nuestra casa: unos 7.300 minutos. Esto equivale a cinco días, o algo más de 121 horas. Un tiempo nada desdeñable y que el recopilador nos invita a aprovechar dedicándolo a la lectura de sus libros. Digo recopilador porque lo que hace es recoger muchos datos que despiertan el interés.

El título de estos libros, como supondrán el lector y la lectora, hace referencia a otra obra a la que indudablemente evoca. Me refiero al “Libro gordo de Petete”.

Petete es un personaje de historieta creado por el español - argentino Manuel García Ferré. El personaje es un pequeño pingüino, de color rojo, con la cara y el abdomen amarillos, un gorro de lana con pompón encima y un chupete colgando del cuello. "El libro gordo te enseña, el libro gordo entretiene y yo te digo contento hasta el programa que viene", decía el diminuto pingüino animado.

Se trataba de una especie de enciclopedia para niños y niñas en la que, a través de la figura de Petete, se explicaban de forma adaptada e ilustrada contenidos de todos los temas y materias.

Este artículo tiene la pretensión de animar a la lectura, de invitar a descubrir espacios y tiempos en los que podamos disfrutar de ese apasionante ejercicio que es leer.

Indicaré someramente cuál es el espíritu y el contenido de estos libros, publicados por la editorial Oberon. Ambos ofrecen un cúmulo de datos entretenidos, de lectura fácil, que no encierran la exigencia de la continuidad.

El autor se declara miembro fundador de la Real Academia del Retrete

(RAR) que, en sus palabras, “está integrada por un grupo de personas sabias y eruditas que, incansablemente, rastrean y buscan en el proceloso mar del saber para recopilar multitud de datos, hechos y curiosidades actuales y de tiempos pasados. Con amor y dedicación, los cocinamos a fuego lento y los convertimos en libros como el que tienes entre tus manos para que aproveches esos minutos escatológicos y conozcas un poquito mejor el mundo que te rodea”.

El primer tomo, algo más voluminoso que el segundo (237 páginas frente a las 191 del segundo) recoge muchísimas curiosidades. Elijo algunos epígrafes para que el lector se haga una idea del contenido: hechos de cine, falsos mitos sobre el cuerpo humano, curiosidades geográficas, pueblos raros, expresiones marineras, inventos españoles, curiosidades químicas, los restaurantes más raros del mundo, curiosidades musicales, falsos mitos de la historia universal, noticias insólitas, palabras intraducibles, curiosidades telefónicas, las fobias más raras, inventos en femenino, curiosidades sobre el flamenco, los secretos de los océanos, curiosidades médicas….

El segundo libro está estructurado con relatos más extensos: el dictador censurado, McPanamá: historia de un gran fracaso, meteduras de pata históricas, las mentiras de la maratón, la ley de Murphy, las mentiras del MRS Titanic, nombres que no lo son, verdad verdadera, conspiranoias, Agloe, ciudad inventada pero real, diez errores científicos, en la Edad Media no se inventaba, ladrones de ideas, sonoros plagios…

Con esta selección de epígrafes el lector habrá comprendido cómo están concebidos y escritos estos dos libros. Por supuesto que mi intención no es aconsejar que se lean estos dos libros precisamente, sino que se lea lo que sea, lo que interese al lector o a la lectora.

No son los primeros libros que he conocido para leer en el baño. Recuerdo una colección de cuentos infantiles que se titulaba “Historias para leer en el WC”. Dice el autor J.C. Hidalgo: “Se trata de una recopilación de mis mejores relatos de humor y de ficción variada. Una agencia de ninjas confusos, viajes en el tiempo para reírse de pueblos antiguos, habitantes de la luna que hacen el vacío a los terrícolas, acontecimientos extraños en un frigorífico…Una serie de situaciones rocambolescas narradas en relatos cortos, sencillos y autoconclusivos, con moralejas muy propias de esos momentos profundos que desarrollamos cuando estamos mandando un fax al rey”.

Ir al baño es un acto tan íntimo como leer. ¿Por qué no unir dos necesidades vitales en la tranquilidad del inodoro?

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