Opinión

Mayotte, tan lejos y tan cerca

Trabajos para abrir carreteras en Mayotte.

Trabajos para abrir carreteras en Mayotte. / Adrienne Surprenant / AP

Cuando el pasado sábado conocí la noticia por las redes sociales de la devastación que había causado un huracán en la isla de Mayotte tuve una fuerte sacudida emocional. Las familias de los españoles que todavía están allí comprenderán enseguida la razón porque hasta hace muy poco tiempo mi propio hijo estuvo trabajando durante casi cinco años como profesor de español en aquella isla. Vaya por delante pues mi solidaridad con todas las familias y allegados de todos los jóvenes españoles que se encuentran trabajando allí actualmente y que no han podido regresar para reencontrarse con sus seres queridos en estas fechas.

En estos últimos años, jóvenes españoles se han marchado allí animados por los conocidos que emprendieron el viaje primero. Entre ellos, hay muchos alicantinos pero también los hay de Murcia, Galicia, Canarias y otras partes de España. Los motivos pueden ser diversos, desde una oportunidad de trabajar en tu profesión, aprender un idioma o adquirir experiencia profesional y personal. Pero, ¿por qué Mayotte?

Mayotte es probablemente el departamento más pobre de Francia en el océano Índico, en el archipiélago de Comores, que cuenta con una base militar con importancia estratégica. Un territorio africano que es considerado suelo francés y, en consecuencia, ofrece las garantías de ser territorio de la UE. Se puede ir de Erasmus a Mayotte, se puede trabajar en Mayotte como en cualquier otro lugar de la UE, circunstancias que facilitan las condiciones de movilidad de los jóvenes. Es precisamente esta circunstancia la que explica que gran parte de los aproximadamente setenta españoles que residen en Mayotte trabajen para el Estado francés como profesores de lenguas o como fisioterapeutas, amparados éstos últimos también por el sistema sanitario francés. En otros casos, se trata de las parejas o de amigos que han acompañado a estos profesionales cualificados a esta isla tan lejana y a la vez tan cercana para muchas familias.

No he estado personalmente en Mayotte, pero la conozco por dos razones: la primera, como ya he dicho es personal, como madre de uno de esos jóvenes que emprendieron la aventura de trabajar allí. La otra profesional porque soy profesora de lengua, literatura y cultura francesas y gran parte de mi labor de investigación se relaciona con las zonas francófonas -las excolonias de Francia- y las complejas relaciones que, a día de hoy, mantienen con la «métropole».

Mayotte es un territorio complejo, resultado de la política colonial de Francia. Mayotte fue colonia francesa desde 1841, posteriormente quedó integrada al conjunto de las Islas Comores hasta el referéndum de 1974 en el que la población decidió mantenerse francesa. Es, por tanto, la única isla del archipiélago francesa. Fue primero un departamento de Ultramar y en 2011, se convirtió en el departamento 101 de Francia. Aquí radica su complejidad, ya que muchos ven en este proceso, una suerte de «colonización consentida». Recomiendo la lectura del libro del periodista Rémi Cayarol, Mayotte: Département colonie (2024) para quien la departamentalización de la isla enmascara una realidad colonial persistente, con desigualdades estructurales y el dominio económico y cultural de Francia. La politóloga Françoise Vergès afirma: «La población en Mayotte es mayoritariamente negra y musulmana y no hay igualdad de derechos. Los mahoreses tienen la ciudadanía francesa pero no son iguales en derechos respecto a los franceses de Francia». Se trata de un territorio que tiene estatus oficial de departamento francés, pero cuya realidad recuerda las dinámicas coloniales. Esta situación plantea numerosos desafíos respecto a las relaciones que Francia mantiene con sus territorios de ultramar, sobre el derecho de los pueblos de disponer de ellos, y sobre las desigualdades existentes en un marco postcolonial.

Mayotte tiene problemas que fracturan la cohesión social. Existe una gran desigualdad dentro de la isla entre la población mahoresa y la francesa de Francia y entre la isla y Francia. Sus infraestructuras (sanidad, educación y vivienda) son insuficientes respecto a los estándares franceses. La isla padece una permanente falta de agua, al albur de las circunstancias climáticas. La brecha entre el nivel de vida de la isla y la metrópoli refuerza y perpetúa la dependencia económica y cultural. Un ejemplo, en el ámbito educativo, una vez acabada la escolarización, los mejores estudiantes se marchan a completar su formación universitaria a Francia, y eso les permite, a la vuelta, acceder a un empleo en la administración con el que mantener dignamente a sus familias. El otro gran problema reside en las tensiones sociales que produce la llegada de una importante inmigración ilegal procedente de las vecinas islas Comores; la más cercana se encuentra a tan sólo 70 km de Mayotte. Todo ello alimenta tensiones internas dentro de la población mahoresa que rechaza a los migrantes, enfrentando a la población entre sí y focalizando todos sus males en la inmigración procedente de las islas Comores. En 2024, la isla estuvo paralizada durante dos meses por revueltas y motines que exigían el desmantelamiento de un campamento de refugiados procedentes de las islas Comores y la derogación del «derecho de suelo» (droit du sol), vigente en la Constitución francesa.

Mayotte es una isla de interés estratégico que permite a Francia -y a la UE- mantener una presencia militar y diplomática en una región en la que otras potencias como China, India o EE UU buscan reforzar su influencia. Su base militar juega un papel importante en la vigilancia del canal de Mozambique contra la piratería, el terrorismo y el tráfico ilícito en la región y existen intereses económicos. Francia utiliza Mayotte para proteger sus zonas económicas exclusivas (ZEE) en el Océano Índico. Mayotte es rica en recursos estratégicos como los hidrocarburos o los recursos pesqueros. Hay que señalar al respecto que Francia posee enormes zonas exclusivas económicas, un gran espacio marítimo que la convierte en la segunda potencia más importante del mundo. Sus territorios de ultramar y Mayotte contribuyen a este destacado podio mundial.

Mayotte es por tanto un elemento central en la estrategia política francesa en el Océano Índico, y es al mismo tiempo el departamento más pobre de Francia. Las imágenes de la destrucción provocada por el huracán en la isla, que han dado la vuelta al mundo, han vuelto a poner en evidencia una vez más que son los más pobres los más castigados por los desastres naturales. Cabría esperar que, siendo legalmente un departamento de Francia, aunque en ultramar y, a la vista de su importancia militar, económica y diplomática fuera acreedora de unas mejores condiciones de vida para sus habitantes. Pero ello implicaría también replantear las relaciones que la UE mantiene con sus excolonias, las relaciones que los países del norte mantienen con los del sur y replantear los análisis de la colonialidad francesa.

Espero de corazón que los jóvenes españoles residentes en Mayotte tengan pronto la posibilidad de regresar a sus casas, aunque sea por un tiempo, y que las víctimas de la devastación causada por la furia del huracán puedan contar con la solidaridad internacional que permita atemperar los efectos de la desgracia, porque de solidaridad con la personas afectadas por las catástrofes tenemos experiencias muy cercanas.

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