Opinión

El amor entre Junts y el PP, un imposible

El votante del Partido Popular catalán no entendería ningún tipo de diálogo con Puigdemont. Ni aunque con ello pudieran cargarse a Pedro Sánchez, que para sus argumentos debería ser de utilidad

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. / EFE

No hay duda que las relaciones incómodas entre Alejandro Fernández y Alberto Núñez Feijóo pasan una época relajada. Tampoco voy a exagerar, pero en estos momentos no hay trifulcas directas entre los dos políticos y eso beneficia la imagen del PP en Cataluña. Los acontecimientos no siempre ayudan a esta paz. Demasiadas voces en el Madrid de Chamberí alientan a que el PP y Junts están llamados a entenderse. Son altavoces interesados en que se consolide una amalgama de derechas que unte las paredes políticas y pueda construirse un edificio parecido al del pacto del Majestic. El problema es que Convergència no existe. La finiquitaron los mismos que la lideraron y ahora no es posible una reconstrucción. ¡Si fuera nuevo!

Lo cierto es que, o Feijóo no lo tiene claro o le engañan. Y los cantos de sirena llegan desde potentes torres distorsionadoras que alientan al popular a ver con buenos ojos los que se resume de forma muy clara y concreta: Junts está liderado por un fugado. Es probable que para la salud política del país sea conveniente que deje de serlo. Pero sigue en fuga y su supuesto aliado, el Gobierno de Sánchez, no hace nada para que eso cambie.

Carles Puigdemont y su compañera, la diputada Míriam Nogueras, tienen la estrategia de siempre: erosionar al Gobierno, al Estado, a la oposición, o a cualquier cosa que pueda sonar o ser español. Es su estrategia y la utilizan bien. Por ello, supuestos pactos entre estas dos formaciones en estos momentos es irrisorio, pasen esos pactos por acabar con el impuesto sobre la producción eléctrica o por otras propuestas parlamentarias en las que pudieran estar de acuerdo.

Lo que llama poderosamente la atención es que los que ya se están posicionando en el bando de «con Junts ni a la esquina» comienzan a ser considerados los nuevos extremistas del PP. Y si además esta posición coincide con la que está mostrando públicamente Isabel Díaz Ayuso, entonces ya el radicalismo del que se les acusa es el peor. El conservador, el retrógrado, el antiguo, aunque el motivo sea que el líder de ese partido siga fugado de la justicia española.

Pero la política ya lleva mucho tiempo en ese estadio. Alejandro Fernández lo tiene claro. Y no es una claridad impostada, como sí lo es este acercamiento del PP a Junts. Es una claridad tan meridiana como que el votante del Partido Popular catalán no entendería ningún tipo de diálogo con el presidente de Junts. Ni aunque con ello pudieran cargarse a Pedro Sánchez, que para sus argumentos debería ser de utilidad.

Un buen número de sectores empresariales catalanes consideran que un acercamiento entre esos dos partidos sería beneficioso. En definitiva, compran la acción como si Convergència hubiera vuelto. Pero se equivocan en los tempus. Primero debería volver una fuerza de derechas catalanista o nacionalista y después sería posible volver a construir puentes entre las dos derechas existentes en Cataluña. Pero con un fugado de por medio, cualquier acercamiento les resultaría indigesto. Feijóo haría bien en fiarse de Fernández.

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