Román Bono desde la mirada de Juan Antonio Gisbert

Si Juan Antonio Gisbert estuviera con nosotros en este momento sería el quien estaría escribiendo estas líneas. Juan Antonio no está y creo que debo ser yo la que deje constancia de la importancia de Román Bono en nuestras vidas. Yo no he compartido con él todo lo que ellos compartieron profesionalmente. Junto con Merche, sí que vivimos algunas alegrías y tristezas del paso de ambos por la Caja de Ahorros del Mediterráneo. Pero lo que me trae ahora aquí es que Manchi y Merche eran nuestros amigos.

Es curioso cómo se tejen vidas a partir de relaciones que normalmente son esporádicas o transitorias durante un periodo de nuestra existencia. En otras ocasiones, esas relaciones, afortunadamente, perduran y se afianzan hasta el final de nuestros días. Son esos amigos que pasan a formar parte de la familia que elegimos.

En el caso de Manchi y Juan Antonio fue el trabajo lo que les unió, la Caja de Ahorros del Mediterráneo. De su trayectoria al frente de esa importante Entidad basta con echar mano de la hemeroteca para saber de la relevancia de su papel como presidente de la misma, a la que situó en cotas muy altas en el sistema financiero español. En este momento no dudo del dolor de todos los que fueron compañeros durante los años de su presidencia y que colaboraron en esa tarea.

En mi papel de acompañante, durante los años que Juan Antonio tuvo cargos de relevancia en la Caja de Ahorros del Mediterráneo, pude constatar, en múltiples ocasiones, que pocas entidades han podido estar mejor representadas. Daba igual el contexto, nacional o internacional, D. Román Bono dejaba siempre un listón muy alto por su elegancia, educación, simpatía, sentido del humor y, como no, por su inteligencia, conocimiento del sector y capacidad. Lamentablemente, otros, personas grises y mediocres como la historia ha demostrado, decidieron que su tiempo al frente de la Caja de Ahorros debía terminar.

A Miriam, Manchi, Andrea y sus nietos les tengo que decir que Román Bono es una de las pocas personas más nobles, coherentes y dignas que he conocido. Pero eso ellos ya lo saben.

Cuánto duelen algunas ausencias. Manchi, la tuya mucho.