Opinión | TRIBUNA

El genocidio que no cesa

Campo de refugiados de la guerra en Gaza

Campo de refugiados de la guerra en Gaza / Europa Press

En 1945, cuando concluyó la Segunda Guerra Mundial, la opinión pública internacional tomó nota del genocidio cometido por los nazis en más de cien campos en los que se cometían matanzas de manera sistemática y cruel. El mundo entero, al descubrir la iniquidad en cuanto los campos fueron liberados por el ejército rojo y por los aliados, no daba crédito a lo que había sucedido en ellos. Los estados y los ciudadanos de dichos estados se apresuraron a declarar que desconocían la atrocidad. ¿La desconocían o no les convenía conocerla? ¿Los servicios secretos soviéticos o aliados dónde estaban? Resulta sospechoso que los trenes de la muerte no fueran detectados, ni se bombardeara las vías que llevaban a los hornos. ¿Y la Iglesia también desconocía lo que estaba ocurriendo? Pío XII, el papa que firmó el concordato nazi-vaticano fue informado por sacerdotes polacos, algunos de ellos fueron víctimas también del exterminio.

En 1948 las Naciones Unidas (ONU), compuesta en aquel entonces por 51 estados (España no era miembro por la relación más que amistosa de Franco con el nazismo) deciden proclamar la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Eleanor Roosevelt, viuda del presidente norteamericano, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, fue quien propuso esta declaración universal, un antes y un después en la lucha histórica por estos derechos tantas veces negados. Se intensificó la lucha contra la pena de muerte vigente en muchos países (aún vigente en Arabia Saudí, en Irán, en algunos estados de Estados Unidos, entre otros países). En 1964 la ONU reconoció la labor incansable de una ONG, Amnistía Internacional, organización neutral e independiente. Su presencia es internacional y cuenta con diez millones de miembros. Con la llegada de la democracia, se organizó la filial española. Una persona fue protagonista en este proceso, Silvia Escobar, que fue la primera presidenta de Amnistía Internacional (A.I) España. Veinte países fueron acusados por A.I. de cometer crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra.

Lo que está sucediendo en Gaza se puede considerar como genocidio, o al menos como limpieza étnica. No es nada nuevo. En el siglo veinte se produjeron otros genocidios: el régimen turco, por ejemplo, en Armenia, asesinó a más de un millón de personas. Turquía se niega hablar de este acontecimiento y no piensa por el momento pedir perdón. Alemania sí pidió perdón. Es de esperar que alguna vez Israel, imitando a Alemania, lo haga por lo que está sucediendo en Gaza. En el siglo XX se produjeron unos cuantos genocidios, demasiados. Genocidio: la palabra fue acuñada en 1944 por Raphel Lemkan, un judío polaco: Yugoslavia, Ruanda, exterminio de los tutsis, Japón, Birmania, los jemeres rojos en Camboya, etc, etc, etc... En Gaza, ahora mismo, está teniendo lugar una verdadera limpieza étnica, una aniquilación de la población palestina. Después de 44.000 asesinados y 100.000 heridos, ya podemos hablar de una vez por todas de genocidio.

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