Opinión | Sin aspereza

El puzzle que nos parió

Frank Blanco en 'TardeAR'.

Frank Blanco en 'TardeAR'. / Telecinco

Uno de los programitas que solventa horas y más horas es «TardeAR». En una de las sesiones en las que no estaba la titular, y cuyas riendas cogió el solvente Frank Blanco, se produjo el siguiente episodio. De la mano de uno de los tantos expertos en el Emérito como han brotado cubrió la pantalla un puzzle del que al desprenderse una pieza revelaría la identidad de la que en los setenta fue la primera amante del monarca, cantante en este caso. Ya hay que haber hecho un trabajo de investigación que ni el Watergate para atreverse a asegurar que con ella empezó todo. El caso es que cuando las pistas conducían a La Polaca el misterio desveló en su lugar una foto de La Húngara. Lo único que le hacía falta a Europa, mayores dosis de confusión. Tras endosarle el amorío, el programa tuvo a bien ponerse en contacto con quien responde a tal nombre artístico que, como habrán deducido, es de Écija. La mujer enfatizó la cantidad de gente que la había llamado haciéndole ver su sorpresa, pero se lo tomó relajada por la sencilla razón de que en aquella época no había nacido. Argumento más concluyente que los de Mazón sobre la comida parece.

El marrón heredado por Felipe VI no deja de ser un bucle en los espacios de variedades. De ahí que, en cuanto ha visto un resquicio, haya cogido a los afectados de la dana por bandera y que haya puesto a Vox en el brete de no pronunciarse sobre un mensaje navideño más cerca que nunca de lo que pasa, lo que no quita para percatarse de que el seguimiento ha sido «fun, fun, fun». También es verdad que en el reflejo que proyecta la V República desde el país vecino ha encontrado un aliado. Da cosa pensar en alguno de los seres que podrían coger aquí las riendas de la Tercera dentro del clima que nos embadurna y hasta dónde podría llegar. De producirse el vuelco, lo único seguro es que Manuel Valls formaría parte del nuevo enjambre institucional. Si a mí este hombre me tiene fascinado habrá que suponer el ídolo que debe representar para Toni Cantó. En fin, mires pa' donde mires tó es mortífero.

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