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Los propósitos del año nuevo y mi carta a los Reyes Magos

Los propósitos del año nuevo y mi carta a los Reyes Magos.

Los propósitos del año nuevo y mi carta a los Reyes Magos. / Elisa Martínez

«Ahora que llega ya el final, de este año dos mil y pico / nos toca mirar hacia atrás y recordar qué hemos vivido / Para tratar de mejorar y que no pase lo de siempre./ Sin más demora, aquí van mis propósitos del año que viene:/ Tendré que empezar a fumar y ganar unos kilitos/ Cuidarme menos, salir más, voy a empezar ahora mismito / Quiero gastarme mucho más, en cosas que no necesito / Y voy a dejar de ir ya a los martes de fulbito / Ay, qué aburrida es la perfección, me gusta más navegar cuando llueve./ Ay, rodaré mi escena sin guion, hagamos por una vez lo que no se debe. / En este año que vendrá, tomaré menos potasio. / Voy a tratar de no ahorrar y a quitarme del gimnasio / Voy a remar sin dirección, desde enero hasta diciembre / Y a limpiarme el culo con mis propósitos del año

que viene».

Letra de la canción Propósitos del año que viene de El KanKa.

Dijo Jorge Santayana que «quién no aprende de los errores del pasado, está condenado a repetirlos» y eso mismo es lo que les pasa a muchos mortales cuando llegadas estas fechas en las que agoniza un año y se atisba en el horizonte la llegada de otro nuevo, impoluto y reluciente, se consignan y comprometen consigo mismo, con el universo y con el colegio de psicólogos a cumplimentar la lista de propósitos para el año nuevo que han elaborado cualquier día de los de Navidad, tras ingerir un buen cocido y haberse bebido hasta el agua de los floreros.

Por regla general, se trata siempre de una lista de deseos, proyectos y propósitos que si bien podríamos calificar como saludables, aconsejables y recomendables, no dejan de ser en la mayoría de los casos el embrión de futuras frustraciones personales, pues no nacen del deseo, de la ilusión ni de la convicción, si no de la necesidad, de la conveniencia y de la demanda social, así pues, se comprometen a apuntarse a un gimnasio y a hacer deporte de forma regular, a aprender inglés, a hacer dieta y comer saludable, a tomar solo una cerveza a la semana y siempre 0,0; vamos, una mierda de propósitos así a bote pronto, los cuales lógicamente abandonan al poco tiempo de enfrentarse con la cruda realidad: la falta de resuello tras veinte minutos arriba de la elíptica, el tener que dejarte caer de la cama al suelo porque las agujetas no te permiten mover los brazos ni las piernas, el tener que ir al fisio porque las lumbares han muerto; al comprobar que tras un mes escuchando durante dos interminables horas de lunes a viernes a un tipo pelirrojo, llamado Drake que nació en Shaftesbury, en el condado de Dorset, y preguntarte sonriente «do you like how I teach the classes?» (¿te gusta como doy las clases?) tu con cara de higo de pala, le contestas «it’s a good day today» (hace un buen día hoy); cuando tras un mes de ingerir solo lechuga, tomate y pepino, pechuga de pollo a la plancha y pescado hervido, al mirar la ensalada de brócoli con col lombarda que te toca para cenar comienzas sin darte cuenta a llorar desconsolado, sintiendo que tu vida no vale la pena y empiezas a soñar con un buen filete, con jamón del bueno, con patatas fritas, con un plato de callos y todo ello regado con un buen vino, o con un plazo de aceitunas y una cerveza fría con todo su alcohol, convencido que la cerveza 0,0 solo sirve para lavarse los pies.

Por eso, porque los propósitos que nos proponemos cumplir en el año que se avecina suelen ser una imposición contra natura, con el paso del tiempo los abandonamos, igual que hicimos el año pasado, el anterior y el otro, convirtiéndose en un nido de frustración, ansiedad y desolación que para tratarlo con dignidad, integridad y decoro y con ello recuperar la poca honra que te quede, te tienes que medicar con ansiolíticos, asistir a unas sesiones de terapia con un psicólogo argentino y leerte el libro del estadounidense Mark Manson El sutil arte de que (casi todo) te importe una mierda.

Imagino que los políticos locales también habrán sucumbido a la tentación de hacerse una lista de propósitos para el año que viene, el alcalde se habrá propuesto seguir haciendo cosas históricas, únicas y extraordinarias para mejorar Elche (que el Señor le escuche) además de poner macetas, visitar comercios como si fuera un reportero de La Revuelta, cambiar farolas y aceras, se propondrá hacer algo con alcurnia que sirva para encumbrarle al jubileo de la gloria histórica de los grandes gobernantes como Julio César, Alejandro Magno, Napoleón o Manolo el del Bombo; la socia de gobierno se habrá propuesto apoyar aún más al alcalde para ganarse el jubileo de la gloria celestial como hicieron en su día Santiago el Mayor, San Lino y José María que fue en su día el Sacristán de la parroquia de El Salvador, mi amigo y todo un señor; la oposición se habrá propuesto intentar hacer algo además de grabar videos en una terraza, en medio de una calle o en la puerta del partido denunciando lo «gastaoret» que es el alcalde, que sirva para recuperar la confianza de la ciudadanía (que el Che Guevara los escuche), eso si, todos ellos, unos y otros guiados con el propósito de mejorar la vida de los ilicitanos e ilicitanas y de nuestra querida ciudad (que la fuerza los acompañe y puedan cumplir con sus buenos propósitos para 2.025).

Yo no me he hecho lista alguna de propósitos, primero porque no me ha dado tiempo a pensar en ello, he estado muy ocupado comprando regalos en Mercería Maruja, Perfumería Lola’s y en Modas Coqueta Jamón, entre otras; y segundo, porque no soy muy constante y sé mis limitaciones, proponerme hacer cosas que impliquen sufrimiento pues no, ya la vida te hace sufrir bastante sin necesidad de forzarla, prefiero dejarme llevar e improvisar y lo que tenga que venir, pues nada, lo intentaremos torear con media verónica y vestido de grana y oro.

Si bien, como he dicho, yo no tengo la costumbre de proponerme nada para el año venidero, sí tengo la inclinación infantil de escribirle mi carta a los Reyes Magos, la cual quiero compartir con Vds.

«Queridos Reyes Magos:

En el balcón, les he dejado como hago siempre, unos fajos de paja para los camellos y una botella de agua Bezoya por si tienen sed. A Sus Majestades les he dejado en la mesita de la entrada, unos almendrados y tres copas de anís del Mono, que la noche puede ser muy fría y larga.

Este año me he portado en términos generales bien, no he cometido delitos, no me he emborrachado ni he violentado a nadie. Me he portado como un ciudadano ejemplar, de tal forma que puntualmente he pagado mis impuestos: el IRPF, el IBI, el Impuesto de Circulación, entre otros y he pasado la ITV del coche. Además, he ido a varias manifestaciones y cuando he tenido que votar, lo he hecho.

Por ello y sin ánimo de cansarles, que soy consciente que tienen en estas fechas muchas cosas que atender y reiterando mi consideración de haber sido una buena persona y un buen ciudadano en este año que se marcha, solo tengo una petición que hacerles y es la siguiente: soy consciente que en el cielo hay últimamente falta de personal cualificado y por ello, en los últimos años, se han tenido que marchar personas muy queridas por mí, también se ha tenido que ir en estos días mi perro, dejándome más huérfano de lo que me siento, por eso, este año, no quiero que me traigan nada, solo les pido que no se lleven al cielo a nadie más, que aquí bajo también hacen falta y mucho, las buenas personas y los animales de compañía.

Muchas gracias por la atención prestada y espero que les gusten los almendrados y el anís. Un abrazo muy grande de alguien que siendo niño los vio entrar por el balcón de su casa».

A todos Vds. les deseo lo mejor para el año 2025 y que Sus Majestades los Reyes Magos les traigan todo lo que les pidan.

Feliz Año 2025.

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