Opinión | Tribuna

2025, un año para el renacimiento

2025, un año para el renacimiento

2025, un año para el renacimiento

Se dice que el Renacimiento es el nombre dado en el siglo XIX a un fuerte movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental durante los siglos XV y XVI y que supuso un periodo de transición entre la Edad Media y los inicios de la Edad Moderna, manifestándose, sobre todo, en las artes, además de llevarse a cabo importantes avances en las ciencias, tanto naturales como humanas.

Su epicentro fue en la majestuosa y espectacular ciudad de Florencia, en Italia, ciudad digna de ser visitada una y otra vez, y en donde se respira ese aire de que allí comenzó el Renacimiento, movido por una necesidad de cambio en todo. No en algunas cosas, sino en todo, porque esta ciudad fue el lugar de nacimiento y desarrollo de este movimiento que se extendió después por toda Europa.

El Renacimiento surge por una necesidad de cambio ante una sociedad muy rígida y dogmática que había surgido en la Edad Media y que había llevado a una parálisis en avances y en mentalidades, y donde se había producido una ralentización en cambios que la sociedad necesitaba.

Fue un auténtico «golpe cultural encima de la mesa» y se planteó como una nueva forma de ver el mundo y al ser humano introduciendo cambios importantes en las artes, la política, la filosofía y las ciencias. Era una forma de recuperar lo que se consideraba bueno de otras épocas, pero, sobre todo, de reinventarse. Es decir, lo que ahora se denomina como «resetearse» para empezar de cero ante un estado de la situación de la sociedad que merecía un cambio profundo en sus estructuras y que se entendió que debía empezar como un movimiento cultural que tendría, y así ocurrió, fuerza suficiente para introducir cambios en todo el mundo, y, sobre todo, en lo cultural, lo que provocó modificaciones en la forma de pensar que se plasmaron en mejoras formas de hacer las cosas en todos los sectores de la sociedad.

En definitiva, era una forma de acabar con la decadencia que estaba empezando a rodear a todo el mundo, en todos los Estados y naciones, en una paralización de los avances sociales. Y en una administración y tejido empresarial lento y sin ideas, porque quienes en ello trabajaban no eran los adecuados para introducir cambios estructurales en una sociedad paralizada y sin nada que aportar quienes tenían puestos de responsabilidad social.

De esta manera, el Renacimiento arranca como movimiento cultural con capacidad y ascendencia suficiente como para introducir cambios profundos en todos los sectores de la sociedad, y como se percibió de inmediato que era necesario un cambio, ello también facilitó esa introducción de la filosofía del Renacimiento en todo el mundo. Y es que hay momentos en la historia de las civilizaciones donde es preciso introducir la vía del Renacimiento para aplicar el «reseteo» y volver a empezar para descubrir lo que necesita la sociedad para avanzar en positivo y no en negativo.

Suele decirse algo así como que es necesario «renacer de unas cenizas», y nunca mejor dicho, porque para renacer es preciso acabar con el pasado y volver a crear nuevas estructuras que sean originales, nuevas y positivas, así como basadas en las ideas de los mejores, no de los que dicen que son los mejores.

En Italia, cuna del Renacimiento, los mecenas patrocinaron la cultura y el arte como «vehículos» para introducir los cambios y pusieron al frente de esta aventura a los mejores en todo, ya que eran los que tenían la alta capacidad de introducir los cambios necesarios en las estructuras sociales y demostrándolo con el ejemplo de que la cultura y el arte con la tesis del esfuerzo y el aprendizaje iban a ser los motores del cambio y de la mejora en la sociedad, tal y como así fue.

Se puso el acento en la educación y en las universidades, con una pugna por querer hacer mejor las cosas basado en el conocimiento adquirido con el esfuerzo. Y esto es lo que hace falta ahora, en donde la «cultura» que existe es la de que no hace falta el esfuerzo para conseguir las cosas, sino que es al revés, ya que lo que se patrocina es que hay que esforzarse menos, trabajar menos y obtener más cosas a cambio de menos ofrecimiento personal, cuando es justo al revés de lo que se necesita.

Por eso, existen épocas en la vida donde la vuelta a un «Renacimiento» se hace muy necesario para acabar con errores reiterados que se repiten cada vez más y con «culturas» de «hacer menos» para «conseguir más». Ese Renacimiento que vino al mundo hace varios siglos para demostrar que los cambios son para introducir el esfuerzo personal como bandera, y para apostar por los que tienen ideas, por los cambios sociales que sean necesarios para tener una sociedad más culta, más igualitaria, con menos violencia y con gente más formada y preparada que se olvide de rencillas personales para apostar por una unidad ante el progreso, y no ante el retroceso que significó hace muchos años que el Renacimiento fuera la solución ante tanto caos.

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