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Las leyes del deseo

Queer

Queer

La narrativa de William S. Burroughs, la mirada de Luca Guadagnino y las formas de rodar en los míticos estudios Cinecittá combinan muy bien en Queer, una de las películas más estimulantes de cuantas compitieron en el pasado Festival de Venecia, y que como le ocurrió a Los que se quedan (estrenada el primer fin de semana de 2024) ya es uno de los títulos imprescindibles en las listas de 2025.

Compartimentada en tres capítulos y un epílogo, el tema central que desarrolla no es otro que el deseo. Por qué negarlo, había morbo desde que se conoció el proyecto en ver a Daniel Craig desempeñando el rol del expatriado estadounidense que pasa sus días en México frecuentando locales de ambiente homosexual donde encontrar chicos de compañía. Todo ello se muestra en colores marcados, con una banda sonora conformada por una selección exquisita y en una serie de secuencias que transitan entre las habitaciones de los hoteles donde se practica el sexo, los bares de ambiente y una extenuante aventura en la selva en busca de una sustancia opiácea de efecto similar a la ayahuasca.

Guadagnino, esteta por naturaleza, se toma su tiempo para retratar algunas de sus estampas. Queer provocará sus filias y sus fobias. Nos encontramos entre sus incondicionales por numerosos motivos. Pero basta una escena apabullante, la última, para que la película se eleve muy alto. En ella vemos al protagonista, ya octogenario, imaginando cómo fueron los días con su amante Eugene Allerton.

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