Opinión | Hola, soy Dios

Ha venido Juan Padilla

Ha venido Juan Padilla

Ha venido Juan Padilla / Belman Artworks

- Sí, ha llegado ahora mismo.

- ¿Quién es ese señor, Pa? Porque han salido a recibirlo Wolfgang Amadeus y Johann Sebastian.

- Es un humano, mejor dicho, era un humano, coherente, sensato, sencillo, austero y noble. Un hombre corriente, amante de su familia, de su mujer, de la música y la literatura. Un melómano experto y, sobre todo, una buena persona.

- He buscado y no he encontrado en la tierra a nadie que le cayera mal.

- Bueno… seguro que algún espécimen hay, pero la inmensa mayoría de la gente que le conoció le apreció y le valoró, cono el hacía con los demás.

- Pero Pa… no se qué importancia puede tener este señor, un hombre corriente, como tú le has definido.

- La tiene, hijo, la tiene, más allá de ser el padre de nuestro mejor amigo. Porque Juan Padilla representa el modelo de hombre bueno, cabal y humilde, ese tipo de personas que cada vez escasean más y que son precisamente las que necesita la Humanidad para su resurgimiento. Créeme, son mucho más importantes esas personas anónimas que esos influencers modernos y ampulosos, vacíos de contenidos y principios, que sólo consiguen llevar por caminos procelosos a la juventud. O esos políticos ambiciosos y vacuos, carentes de profundidad intelectual, que no ven más allá de las próximas elecciones. En cambio, los Juan Padilla del mundo luchan por construir una sociedad donde sus hijos puedan ser felices y vivir mejor que ellos, se esfuerzan en pos de unos principios que parecen anticuados pero que son tan actuales como el amor, el trabajo, la ética y el respeto. Son esas personas de las que te puedes fiar, que sabes que su palabra tiene valor, a las que puedes acudir cuando las necesitas. Personas como las que todos los hombres quisieran tener a su lado. ¿Sabes lo que decía Juan, una de sus sabias reflexiones?

- No, Pa.

- Decía que la sociedad actual está basada en tres pilares: la filosofía griega, el derecho romano y la ética cristiana. Y él, sin ser un hombre excesivamente religioso, honró el mensaje que tú instilaste en la sociedad humana, se esforzó en seguir esos principios de amor al prójimo, perdón y tolerancia y llevó toda su vida por bandera el respeto y la humildad.

- Creo que tienes razón, Pa. En el mundo hacen falta muchos más Juan Padilla.

- Pues este que pase aquí, con nosotros, y disfrute de la eternidad, escuchando a Bach y a Mozart y leyendo un centenar de libros al año, como le gustaba hacer allá abajo.

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