Opinión | ESPEJO
Respeto
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Lalachus y David Broncano / EP
Las redes sociales, junto a Internet, se han convertido en parte fundamental de nuestras vidas. Tanto es así que muchos de nosotros las consideramos esenciales, no solo por los cambios cotidianos que se han producido en nuestro día a día, sin que muchas veces seamos siquiera conscientes, sino por el protagonismo que han adquirido en todos los ámbitos de la sociedad actual. La gente más joven, y los que ya no lo somos tanto, no tenemos el hábito de encender la televisión a una hora concreta para esperar a ver la programación que nos gusta. Podemos elegir a la carta, como en los restaurantes, según nuestros gustos y necesidades del momento, el contenido audiovisual o de audio que queremos consumir, según nuestra preferencia, sin dilación.
Tanto es así que cuando llega un día icónico como el último del año, no sabemos o nos cuesta mucho encontrar la programación en vivo en la plataforma pertinente. No creáis que es una falacia, eso sucedió en mi casa el pasado día 31 cuando optamos por Televisión Española para las campanadas.
Sin ánimo de entrar en el contenido del programa, quiero incidir en la necesidad del respeto hacia todas las personas por encima de cualquier credo. Me parece vergonzoso que en pleno siglo XXI la Iglesia se pueda escandalizar porque se realice una estampita con el símbolo del Grand Prix, un clásico de Televisión Española que nos representa a múltiples generaciones y que simboliza una televisión divertida, sencilla y ágil, además de para todo público y extemporánea para toda la familia. Por lo tanto, desde esa perspectiva, debe tomarse ese guiño sin otra connotación, no desde el insulto, porque ese espacio familiar televisivo, presentado por Ramón García, no agrede, solamente divierte y relaja.
Más grave me parece aún que a Lalachus y Broncano, a los que, os confieso, por increíble que os parezca, no había tenido el placer de saber quiénes eran hasta que sucedió el entente polémico de las campanadas de fin de año. Sin embargo, como no podía ser de otra manera, he decidido solidarizarme con ella dado el ruido mediático exacerbado que han generado simplemente por un bonito gesto hacia un programa icónico, cuando, además, en las redes sociales no paran de meterse con ella por su físico. Es increíble que todavía en enero de 2025 sucedan este tipo de agresiones.
Pero, sin embargo, lo que resulta más grave de esta polémica es descubrir que todavía existe una élite casposa que considera que tiene el poder omnímodo y que cualquier cuestión que no es acorde a su ideología debe ser destruida. Ciertas organizaciones, de dudoso proceder dado su historial y antecedentes, pretenden conseguir en los juzgados aquello que no logran en las urnas los que son de su cuerda, de la única forma que saben: haciendo ruido, sin ningún tipo de fundamentación. Sin embargo, no lograrán que la mayoría de las personas perdamos la perspectiva de aquello que significa la igualdad de trato y no discriminación, una ley que adquirió este nombre para proteger a los colectivos más vulnerables en todos los ámbitos de la vida y cuyo sobrenombre era «ley Zerolo». Pues el diputado socialista que dio nombre a esta importante legislación luchó hasta su último aliento para lograrlo y, póstumamente, lo consiguió. Ahora bien, estoy segura de que, desde donde esté, Pedro Zerolo se estará echando las manos a la cabeza al pensar que, a día de hoy, todavía se llenan las redes sociales con la palabra «gorda» como insulto ofensivo.
Repito, no conocía a Broncano ni a Lalachus; reconozco y asumo mi falta de cultura general y conocimiento del medio televisivo actual. Os aseguro que ahora me preocuparé por conocerlos a fondo. Vaya por delante mi solidaridad y acompañamiento a Lalachus. Faltaría más.
Sin embargo, tras toda esta perorata se esconde el verdadero propósito de este artículo, además de defender la libertad de expresión y el derecho de cada persona a ser única. A quien sí conozco es a Fide Mirón, una ibicenca de pura cepa, cuya lucha por las enfermedades raras como vicepresidenta de la Federación Española, FEDER, es indiscutible. Pues bien, a pesar de que no ha generado tanto revuelo como sí lo han hecho las campanadas de Televisión Española, Fide también sufrió la brutal agresión en las redes sociales por parte de un desconocido cobarde que la agredió como consecuencia de la enfermedad rara que sufre. Me niego a repetir esas vomitivas palabras, pero le doy las gracias a Fide por hacerlo público y mostrar dignidad en mayúsculas y saber estar ante todo.
Vamos a seguir luchando porque se nos respete como PERSONAS. Para eso existe la ley y muchos más recursos que no dudaremos en aplicar cuando sea necesario. Hoy más que nunca debemos recordar la frase que llevo tatuada, no en mi piel, sino en mi pensamiento: «La única lucha que se pierde es la que se abandona», y en ello seguimos, como las abuelas de la Plaza de Mayo, sin abandonar a Fide y a Lalachus.
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