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Desafíos e incertidumbres en el nuevo año

Margarita Robles, con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en el Salón del Trono del Palacio Real.

Margarita Robles, con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en el Salón del Trono del Palacio Real. / Alejandro Martínez Vélez EUROPA PRESS

Este 2025 da los primeros pasos de su andadura en un nuevo calendario que irá acogiendo los sucesivos meses que nos aguardan. Cada año, Europa, el mundo entero y nuestro país, más concretamente, se enfrentan a una serie de desafíos. Ahí están la transición energética, el envejecimiento demográfico, la necesidad de innovación. De formación de talento para mejorar la productividad y la competitividad en la economía global. Es necesario un clima laboral positivo o una mayor digitalización de las empresas. En España sobresale el crecimiento económico impulsado por la demanda interna y el sector servicios, aunque la oposición solo patalee y dé palos al aire.

El año va a ser complejo por la dificultad de las alianzas parlamentarias y los casos judiciales promovidos por organizaciones ultraconservadoras y basándose en bulos, dos factores que pueden alterar o no el mandato de Pedro Sánchez. Lo del exministro José Luis Ábalos en el caso Koldo, acusado de facilitar contratos públicos a cambio de comisiones, compone un turbio y lamentable asunto que se irá viendo por dónde circula.

El empleo y las exportaciones funcionan y no hay una crisis como algunos se empeñan en proclamar mintiendo a fin de desgastar al «inepto» Ejecutivo de coalición, en busca de rentabilidad política con una sucia estrategia. Antidemocrática. Eso sí, las mejoras deben llegar a cualquier ciudadano de forma tangible, sea trabajador o pensionista. El conservadurismo de la derecha llevó a crear, entre otros modos de corrupción, las cloacas del Estado contra Podemos, según las investigaciones y con la complicidad de pseudomedios de comunicación, y nunca ha aportado ni aportará algún avance social.

Los objetivos más inmediatos de Sánchez son la reconciliación con Junts y la aprobación de los presupuestos generales. Mantener la normalización en Catalunya y la estabilidad de la legislatura conforma también algunas de las prioridades del Ejecutivo progresista. El acercamiento del PP al partido de Puigdemont, tras defender su ilegalización hace un año, es un hecho más aparente que real. Demuestra la incoherente y oscura actitud de Núñez Feijóo y su compañía de comedias. Esta es la alternativa con un programa oculto y dispuesto a llevarse a cabo, en perjuicio de la mayoría, si logran apoderarse de las llaves de la Moncloa con la espléndida aportación de Vox.

Hay más incertidumbres a la vista. El incierto paisaje económico mundial centra la atención en Donald Trump porque el próximo día 20 volverá a liderar Estados Unidos. Si cumple todo su programa electoral, la catástrofe puede estar servida. Aumentos drásticos de aranceles a los productos, inflación disparada o subida de los tipos de interés. Medidas que salpicarían a Europa con los correspondientes problemas. Paralización del comercio internacional, subidas de precios… ¿Frenará este disparatado señor sus pretensiones o pisará el acelerador estadounidense a ver qué ocurre?

Por otra parte, el papa Francisco ha puesto el foco en favor de la esperanza y la paz, que buena falta hacen. Aboga por la condonación total o una reducción notable de la deuda externa como acto de justicia, misericordia y defensa de la dignidad de millones de personas y del destino de muchas naciones. Para huir de la miseria y la desigualdad. Enarbola la bandera del desarme en contra de cualquier guerra. De la destrucción. Y los más cerriles, que presumen de ser muy cristianos, le hacen un corte de mangas.

El panorama de desafíos sigue también con la importancia de un mercado laboral más justo y con mejores condiciones. La creación de puestos de trabajo y el número de afiliados a la Seguridad Social van bien. Pero es preciso avanzar en derechos laborales y neutralizar desigualdades históricas en relación con la Carta Social Europea. Esto pone al borde de un ataque de nervios a los reaccionarios, quienes hablan de fomentar la vagancia, los abusos, pese a los grandes beneficios de irregulares empresas que han obtenido ayudas públicas. Todo ello con un peligroso Gobierno de «bolcheviques».

Es decir, subida del salario mínimo, reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales de forma progresiva y sin disminución salarial ni de beneficios sociales, y superar la calificación de trabajadores pobres, además de vencer la tasa de pobreza infantil y reformar la indemnización por despido improcedente. O la no discriminación del colectivo LGTBI, en un entorno inclusivo con planes de igualdad, y medidas que contrarresten la siniestralidad laboral. Las cifras, en este aspecto, resultan infumables.

¡He ahí 2025 y la ruta que existe al frente! n

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