Opinión | Tribuna
Tragedia y esperanza
Cuando se supo lo de la comida de Mazón me quedó claro que al president le iba a caer la del pulpo.
Mucha gente interpretó la comida en clave personal más que profesional. A mí mismo no me extrañó que así fuera. Después, fuentes bien informadas, me dijeron que no. Nada más allá de una funesta casualidad. Sin perjuicio de lo cual, hay quien hace cábalas sobre el contenido de la factura.
Qué tendrá que ver si comieron carne, pescado o un suculento arroz, por mucho que este último fuera de conejo y caracoles. No hubo gintonic.
Lo de la tónica con ginebra me ha hecho recordar las salidas nocturnas de hace unos años. Ese combinado era mi copa preferida desde la etapa en que viví en Madrid al terminar la carrera en Murcia. La culpa de ello la tuvo un paisano afincado en la capital. Un gintonic de MG, me parece estar viéndolo en algunos de los pub del entorno de Alonso Martínez.
Pero vayamos a lo que nos trae.
Como ya se ha hablado mucho sobre el tema voy a concluir sin empeñar en ello mucho del valioso tiempo de los pocos amigos que me leen. Vaya por delante que antes he tirado algo de ironía.
Primero. Aunque no se hubiera desbordado el barranco del Pollo, el tiempo que el president no estuvo con total disponibilidad/presencia en las horas previas a la catástrofe fue totalmente improcedente.
Segundo. En consecuencia, aunque el desbordamiento aludido fuera impredecible, al menos en los términos en que se produjo, Mazón se arrepentirá, si no toda su vida, parte de ella, de la comida de ese día. Hasta qué punto, depende.
Tercero. Es muy fácil decir yo habría hecho esto o lo otro cuando ya han pasado las cosas. Hay que hacer una cura de humildad.
Cuarto. No veo mayor recorrido penal en las denuncias presentadas, sea contra Mazón sea contra cualquier otro responsable político.
Quinto. Hay que guardar la regla de la proporcionalidad. Lo que le ha pasado a Mazón le podría haber pasado a muchas personas que son buena gente, que han tenido una trayectoria vital positiva, con tal mala suerte de no estar acertados en una ocasión tan crucial, aunque impredecible. Somos humanos, el día menos indicado de nuestra vida cogemos y nos equivocamos.
¿Vale eso más que toda una vida?
Del mismo, he escuchado a varios amigos y conocidos que Mazón es una buena persona.
Sexto. Por lo tanto, no perdamos la proporción. Mazón se equivocó. Lo está pagando. Pero no es un asesino. Lo que es desproporcionado me chirría. Puedo comprender que en esta tragedia mucha gente se deje llevar por los insultos e imputaciones más graves. Pero no por ello les voy a dar la razón en lo de llamar asesino a quien no lo es.
Séptimo. Dejemos que las distintas administraciones vayan ayudando con eficacia a quienes han sufrido y están sufriendo las pérdidas ocasionadas por la fatídica dana del pasado 29 de Octubre.
En la medida de lo posible, que no se convierta en una ocasión especial para sacar tajada política.
Octavo. Lo anterior no ha de impedir el que cada cual pueda expresarse como lo entienda y lo sienta. Libertad de expresión y opinión, siempre.
Es por ello que debemos comprender la impaciencia de quienes lo han perdido todo o casi todo. Intentemos hacer un esfuerzo por ponernos en su lugar.
Noveno y último. Si es posible, no nos dejemos llevar por la demagogia.
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