Opinión | El ojo crítico

Yo sí lo voy a celebrar

Así ha sido el primer acto por los 50 años de la muerte de Franco

Así ha sido el primer acto por los 50 años de la muerte de Franco / Europa Press

Comienza este año con los primeros actos del 50 aniversario de la recuperación de la democracia en España después de cuarenta años de una dictadura surgida tras el golpe de Estado de 1936. Más de 100 actos que recordarán, por un lado, la importancia de la fecha de 1975, año de la muerte del dictador Franco, que supuso el inicio de la recuperación de las libertades en España, y por otro, a todas esas miles de personas, mujeres y hombres, que desde el anonimato lucharon dentro de sus posibilidades contra un régimen sanguinario. Régimen que, no hay que olvidar, ayudó a apuntalar la mitad de la población española, miles y miles de funcionarios, comerciantes, médicos, militares o jueces que en numerosos casos, y gracias a ese apoyo, obtuvieron pingües beneficios consecuencia de la rapiña de bienes y dinero de las víctimas del franquismo y los puestos de trabajo de los que fueron apartados los partidarios de la Segunda República para ser ocupados por leales al régimen.

Fue con la muerte del dictador cuando comenzó el periodo que se denomina Transición por la que se consiguió que los partidarios de la dictadura aceptaran la recuperación de la democracia en España después de décadas viviendo, y en numerosas ocasiones disfrutando, de un régimen que desde el primer momento tuvo claro que la represión debía ser el hilo conductor de su actuación. Resulta lamentable que el Partido Popular, una vez más, se sitúe en tierra de nadie a la hora de celebrar los 50 años del inicio del proceso que trajo la democracia a España. Negativa a celebrar que proviene de que sigue teniendo pendiente resolver su complejo de inferioridad por sus evidentes orígenes franquistas. El hecho de que un ministro de Franco, me refiero a Manuel Fraga, fundara Alianza Popular, primer nombre del PP actual, en 1976, explica las dificultades de los dirigentes del PP para enjuiciar como se merece uno de los periodos más negros de la historia de España. Fraga, después de defender el régimen franquista hasta el último momento como miembro destacado de la dictadura, fundó un partido político para participar en la democracia que estaba llegando. Apenas un año después de la muerte de Franco ya tenía su propio partido político para seguir viviendo de la política. Y vaya si lo logró.

Este año de recordatorio del comienzo del fin de la dictadura debe servir, en palabras del presidente Pedro Sánchez, para que los jóvenes sepan en qué consistió la dictadura. Tal vez resulte sorprendente pero en España hay partidarios, entre los miembros más jóvenes de la sociedad , del régimen dictatorial que robó a los españoles su libertad durante cuarenta años. No me refiero a sus padres o abuelos que formaron parte de la dictadura o la apoyaron de manera consciente. No, no me refiero a eso. Hablo de jóvenes de poco más de 20 años que estarían encantados de vivir en una dictadura. Puede entenderse, por otra parte, que haya españoles que no quieran hablar del franquismo por cuanto saben que sus padres y abuelos se aprovecharon de los partidarios de la democracia, robando sus bienes, dando palizas en los calabozos o violando mujeres en las sedes falangistas. No es de extrañar que no quieran hablar de los crímenes que cometieron sus ancestros. Pero por encima de este deseo personal debe estar, y está, el legítimo interés de una democracia por indagar en sus orígenes entre los que se encuentra, con papel preponderante, la lucha individual de cada demócrata durante la cruel dictadura franquista.

Para terminar quiero traer a esta sección tres lecturas que quizá puedan provocar que algún joven lector se interese por la lucha por la democracia en España. En primer lugar, el ensayo de Javier Padilla A finales de enero. La historia de amor más trágica de la Transición, publicado en 2019 por la Editorial Tusquets en su colección Tiempo de Memoria. Hay que destacar el esfuerzo que desde hace años está llevando a cabo Tusquets para traer al público español los acontecimientos más importantes de la historia de Europa, en especial la de España. En este libro, Padilla recupera la historia de Enrique Ruano, arrojado por una ventana por la policía franquista mientras era interrogado por la policía, teniendo Manuel Fraga un comportamiento miserable con la familia de Ruano. Nada extraño en realidad por cuanto Fraga fue un firme defensor del régimen hasta el último momento. En segundo lugar, Así fue la dictadura. Diez historias de la represión franquista (Debate, 2018) en el que personas anónimas recuerdan la dificultad de vivir bajo un régimen opresivo y salvaje que les impidió tener la vida que quisieron. Y por último quiero referirme a un libro que leí en mi juventud, hace treinta años, y del que guardo un grato recuerdo. Me refiero a Cuentos republicanos (1976) , de Francisco García Pavón, en el que regresamos a la vida diaria en un pueblo español en los años de la Segunda República, aquellos años en que lo mejor de la cultura y las artes españolas volvió a brillar en España como no se veía desde el Siglo de Oro. Todo terminó con la llegada del franquismo.

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