Opinión | EUROPA A TRAVÉS DEL ESPEJO
Una cuasi-epidemia de gripe recorre Europa (¡otra vez!)
El fuerte incremento a principios de año de los contagios de gripe y virus sincitial (el que causa la bronquiolitis), aunque no tanto de covid-19 (que alcanza su cénit en verano y otoño), va camino de convertirse, desgraciadamente, en una «tradición navideña» más en Europa. El año 2025 no es una excepción. Suben también los casos de neumonía y bronquitis. Según el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades, el principio del invierno 2024-2025 no es una excepción, al observarse un aumento generalizado de la difusión de los dos primeros virus en casi todos los Estados Miembros, con especial incidencia en países como Francia y España, aunque en nuestro caso puede deberse también al excelente sistema de información epidemiológica del que carecen muchas naciones. En todo caso, el último informe del Centro Nacional de Epidemiología señala que la tasa estatal de síndrome gripal es de 35,3 casos por cada 100.000 habitantes, «situándose cercana al umbral epidémico», (Véase «La gripe roza el umbral epidémico y amenaza el final de año: los ´nuevos´ síntomas y cuándo se deja de contagiar», en INFORMACIÓN, 30 de diciembre de 2024). En la Comunitat Valenciana y Alicante se observa una situación preocupante en el contexto español, como señala la crónica de INFORMACIÓN del 5 de enero de 2025: «Más de 600 ingresos por gripe A y bronquiolitis en la provincia de Alicante», obligando por tanto a habilitar camas en los pasillos de varios hospitales autonómicos y a repartir mascarillas a la entrada de los mismos.
Es bien sabido que con la llegada del invierno y la permanencia en espacios cerrados aumenta la incidencia de los virus respiratorios, una tendencia que profundizan los viajes y las reuniones familiares propias de la navidad. Viene sucediendo sistemáticamente desde el final de la pandemia del coronavirus (véase al respecto el artículo «Redoblar los esfuerzos contra los virus respiratorios: una perspectiva europea», INFORMACIÓN, 9 de enero de 2024), con situaciones recurrentes de centros de salud y hospitales desbordados. Todo ello conforma una escena tan reiterativa que parece sacada de la famosa película de Bill Murray Atrapado en el tiempo, cuyo protagonista se ve obligado a vivir permanentemente en la misma jornada, «El día de la marmota».
Pero esta situación no es inevitable. Como es natural, la gran mayoría de los casos severos de gripe se encuentra en personas que no se han vacunado. Desgraciadamente, la percepción social de la importancia de la vacunación es más bien baja, incluso en los grupos de riesgo. En lo que llevamos de campaña 2024-2025, la mitad de las personas entre 70 y 79 años no se había vacunado de la gripe, y solamente el 34 por ciento del personal sanitario lo había hecho. En la campaña 2023-2024, solamente un 43 por ciento de los trabajadores del sector se había vacunado. Son datos alarmantes, ya que la Organización Mundial de la Salud tiene un objetivo de cobertura del 75 por ciento del personal sanitario. A futuro, habría que valorar las condiciones contractuales a este respecto.
Pero el problema de la baja vacunación es general en Europa, seguramente también como resultado de las estrategias de desinformación promovidas por grupos extremistas. Resulta absolutamente necesario redoblar los esfuerzos de pedagogía y comunicación para aumentar significativamente las tasas de cobertura vacunal, mediante anuncios en vallas, televisión, internet, y redes sociales financiados por la Unión Europea. Las autoridades comunitarias y estatales (presidentes de las instituciones, comisarios, jefes de estado y de gobierno, ministros de sanidad, etcétera) pueden también dar ejemplo, poniéndose la vacuna en público. Casualmente una neumonía grave ha obligado a la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, a suspender su agenda pública nada menos que durante dos semanas. La vacuna debe ofrecerse en todas las administraciones públicas.
El uso de mascarillas también es importante, a pesar de que su abandono ha sido casi total tras la pandemia del coronavirus, pues contribuye a limitar la difusión de los virus. Parece razonable restablecer con carácter general su uso en centros de salud y hospitalarios, tanto para pacientes como personal sanitario, al menos en el período invernal, y recomendar su uso en los transportes públicos en dicha parte del año. Ambos elementos, vacuna y mascarillas, junto a la mejora general de la ventilación de los espacios cerrados, debe enmarcarse en una estrategia europea contra los virus respiratorios en el marco de la Unión Sanitaria en construcción, al menos como Recomendación del Consejo a los Estados Miembros, ya que aquéllos no conocen las fronteras, particularmente en el espacio de libre circulación de personas conocido como Schengen.
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