Opinión | Crítica

Prégardien y Schubert, el arte de cantar y contar

El tenor Cristoph Prégardien, acompañado al piano por Michael Gees, en el Teatro Principal de Alicante.

El tenor Cristoph Prégardien, acompañado al piano por Michael Gees, en el Teatro Principal de Alicante.

Temporada Sociedad de Conciertos de Alicante 

Christoph Prégardien, tenor. Michael Gees, piano. Programa: La bella molinera, D 795, Franz Schubert. Teatro Principal, 13 enero 2025

Entre los grandes liederistas de los últimos cincuenta años, el tenor alemán Christoph Prégardien (1956) ocupa lugar de cabecera. Su nombre, junto con los menos jóvenes de Hermann Prey, Fischer-Dieskau o Peter Schreier, representa la quintaesencia de una manera de cantar y decir en la que sencillez y sutileza se abrazan al sentido más puro de la música y su poesía, o de la poesía y su música, que en el caso del Lied de concierto, tanto monta, monta tanto. El lunes, Prégardien ha regresado al escenario privilegiado de la Sociedad de Conciertos de Alicante -donde ya actuó en 2002- para cantar y contar el prodigo de La bella molinera, veinte Lieder en los que Schubert -un chaval de tan solo 26 años cuando compone el prodigio en 1823- traza y narra, de la mano del verso de Wilhelm Müller, la historia del joven molinero y su amor por la bella molinera.

Desde lo más sencillo del mundo, Müller y Schubert desgranan un viaje emocional que -como anota el estupendo programa de mano- «pasa del entusiasmo y la esperanza al desengaño y la desesperación». Sensaciones y sentimientos a flor de piel, un camino de una hora y veinte episodios cargado de vivencias y contrastes. Prégardien, desde su alcurnia veterana -68 años con todos los reconocimientos y aplausos habidos y por haber- se sumerge en el ciclo con el que convive desde hace décadas con la naturalidad y frescura que Schubert y su poeta cuentan la historia. Y desde esa inocencia, el molinero Prégardien confía al espectador sus más íntimos sentimientos y estados de ánimo. Desde el alma más puramente romántica, cada detalle, cada minucia, cobra relieve sonoro y dramático. El molinero cantor enfatiza y colorea cada nota y deja escuchar los silencios y sus respiraciones.

Naturalmente, la voz no tiene ya la plenitud de antaño, pero sí la prestancia, registros, colores y bellezas de siempre. También el artista mantiene el misterio del fraseo, del decir, de colorear cada sílaba con música; de otorgar identidad propia a cada una de las pequeñas historias que componen el mosaico; de revivir en carne propia y en la de cada uno de los espectadores las recaladas y altibajos de la historia de su amor por la muchacha. Desde el genial comienzo «Caminar es el placer del molinero», al luminoso final, en esos versos que lo dicen todo: «Sale la luna llena / se dispersa la niebla / y el cielo, allí arriba, ¡qué grande es!».

Más aún que escuchar La bella molinera, en el Teatro Principal de Alicante se vivió en primera persona y colectivamente la mucho más que bella historia de los jóvenes molineros. Un viaje a la entraña de los sentimientos y estados de ánimo más íntimos. Un viaje que contó con la complicidad y sustento del pianista Michael Gees, el mismo que acompañó a Prégardien en su visita de 2002. Tocó con la misma opulencia y variedad de colores, registros, dinámicas, fraseos y matices. Rara vez el teclado ha cantado tan atento y en sintonía con la voz humana.

El éxito -¿hace falta decirlo?-, a tono con la altura artística del recital inolvidable. Un nuevo punto culminante en la temporada de la Sociedad de Conciertos de Alicante, siempre empeñada en ser escaparate en la ciudad de Esplá de lo mejor-mejor de la escena musical. Basta un somero repaso a algunos de los nombres que participan en la actual temporada para corroborar el éxito del empeño: Matthias Goerne, Piemontesi, Trio Wanderer, Martin García, Cuarteto Casals, Yefim Bronfman, Solistas del Covent Garden, Sokolov, Renaud Capuçon, Quinteto de la Filarmónica de Berlín, Enrico Pace, Avdeeva, Cuarteto Hagen, Concerto Italiano y Rinaldo Alessandrini… ¿Alguien da más?

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