Opinión | TRES EN LÍNEA
El coste de la reconstrucción

Carlos Mazón / José Cuéllar/Corts
La Generalitat decidió esta semana iniciar la desescalada en el rango de emergencia en el que permanecían más de dos centenares de municipios de la provincia de Valencia desde la Gran Riada. Tal como explicó en estas páginas mi compañero Mateo L. Belarte, 163 localidades pasarán al nivel 0 mientras que otras 75 bajarán del nivel 2 al 1 , lo que significa dar por bueno que la situación en la que se encuentran ya puede ser gestionada con los recursos de sus propios ayuntamientos. Desconocemos a estas horas el detalle de los criterios “técnicos y objetivos” aplicados por el Consell para adoptar esta medida, aunque no deja de llamar la atención que mientras se lanzan furibundos ataques sobre la supuesta desatención del Gobierno hacia la zona afectada se considere que la mayor parte de ella ya puede valerse por sí misma. En todo caso, 28 municipios siguen necesitados de apoyo externo. No uno, ni dos, ni diez. Casi tres meses después, veintiocho.
Así que, mientras los pueblos desescalan, el president Mazón toma impulso en su particular escalada. Del recogimiento y la compunción hemos pasado a la ofensiva y a la vuelta a ese discurso “tó-nal” que ya se ha convertido en característico y que lejos de denotar convicción corre el riesgo de ser tomado por altanería. El tigre sigue siendo tigre aunque pierda las rayas, reza el dicho. En una estrategia no se sabe si diseñada por los asesores del Palau o por los de la sede central del PP en la madrileña calle de Génova, Mazón se ha desprendido de todo signo de arrepentimiento por los errores cometidos el 29 de octubre y en los días sucesivos y también ha abandonado cualquier tentación de abanderar una política de Estado que facilite la recuperación, en todos los órdenes, de la Comunitat Valenciana. Al contrario, si en algún momento pudieron ser razonables las quejas y las acusaciones contra la gestión de la crisis por parte del Ejecutivo de Pedro Sánchez, ahora ya parece evidente que el camino escogido es el de la ruptura total de puentes, con los excesos que ello conlleva. Comparar la situación del pueblo palestino (¡e incluso darle la enhorabuena!) con la devastación sufrida en Valencia es utilizar el dolor de todas las víctimas (las de las guerras y las de las catástrofes naturales y la incompetencia de los gobiernos) en beneficio propio. Y, para desolación de los que aún creemos que la política es una función tan noble como necesaria, eso no lo ha hecho sólo Mazón, aunque tirara la primera piedra, sino todo el PP, cuyo discurso empieza a ser indistinguible del de Vox en demasiadas ocasiones, sobre todo en lo que respecta a este territorio. Y trasladar de nuevo a Bruselas, como también han hecho el PP, la Generalitat y el Ayuntamiento de València estos días, la imagen de descontrol y enfrentamiento reprochando al Ejecutivo no haber pedido unos fondos cuya reserva sí está notificada en tiempo y forma es debilitar aún más la posición de España y de la Comunitat Valenciana en esta terrible tesitura.
La recuperada contundencia en el discurso de Mazón puede llevar a la falsa impresión de que ha recompuesto su figura
Esa recuperada contundencia en el discurso público de Mazón puede llevar a la falsa interpretación de que el president ha recompuesto su figura y, con ella, su poder. Creo que está todavía lejos de ello, como demostró el suceso ocurrido el viernes en el Paraninfo de la Universidad de Alicante con motivo de la toma de posesión de la rectora Amparo Navarro. No me refiero a los gritos e imprecaciones que tanto a la entrada, como posteriormente en el salón, profirió un grupo de jóvenes. Eso estaba en el guion que todo el mundo contemplaba e incluso fue menos de lo que podía esperarse. Sino a la estruendosa carcajada con la que fue interrumpido el discurso del president en el momento en que alardeaba de haber sido él, precisamente, el que había acabado con un imaginario “conflicto histórico” entre las instituciones académicas alicantinas. Un aforo compuesto por profesores, catedráticos, doctores, administrativos y representantes de la sociedad civil se rio de todo un president de la Generalitat, en un suceso nunca antes visto en esta Comunitat, más significativo aún por cuanto el público sentado en el patio de butacas había mostrado antes y lo siguió haciendo después un comportamiento escrupulosamente cortés. La risotada generalizada fue absolutamente espontánea, lo que evidenció hasta qué punto el jefe del Consell sigue teniendo su credibilidad y su autoridad bajo mínimos incluso en su lugar de residencia.
Alberto Núñez Feijóo vuelve este lunes a València, para participar en unas jornadas organizadas por la patronal que preside Salvador Navarro, en la que será su cuarta visita en un trimestre. Dentro de la confusión que sigue rodeando la postura del líder nacional del PP respecto a Mazón, en cuya reconstrucción Feijóo pone un día un ladrillo para el siguiente quitar dos, veremos por dónde sale esta vez el dirigente gallego. Porque una mañana bendice que sus barones aplaudan a Mazón en Oviedo pero en menos de 24 horas declara que la DANA dejó “noqueado” al president de la Generalitat. “Noqueado” es uno de los calificativos más duros que se pueden adjudicar a un político de cuya gestión dependen las vidas y haciendas de los ciudadanos. Feijóo sigue nadando y guardando la ropa, en un ejercicio de funambulismo ciertamente complicado en el que, por mucho que le repregunten, continúa sin responder a la pregunta capital: ¿será Mazón el candidato del PP en las próximas elecciones sean estas cuando sean, sí o no? Así que Mazón asistirá al acto de la CEV, pero escuchará al presidente de su partido sentado en primera fila y sin intervenir, lo que empieza a ser ya una norma, la de que el máximo representante de los valencianos permanezca en segundo plano en su propia Comunitat, que refleja mejor que nada la excepcionalidad de la situación política que estamos viviendo. ¿Quieren que les cite otra anomalía, otro despropósito aún más censurable, pero del otro lado? Pues que si no se improvisa otra agenda, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que no ha vuelto a pisar Valencia desde que el 3 de noviembre tuvo que abandonar precipitadamente Paiporta cuando se desató la turba, volverá por fin a la Comunitat, pero no como jefe del Ejecutivo español, sino como secretario general del PSOE, para clausurar el congreso de su partido. ¿Se puede ser más irresponsable, reuniéndose con los militantes antes que con los damnificados o las instituciones que les representan?
La DANA reventó todas las costuras de los mecanismos del Estado (del que forman parte la Administración general, la autonómica y la local) para dar respuesta a las emergencias y dejó malherida la política encarnada en las máximas autoridades de los respectivos gobiernos. El de la Generalitat, no estuvo; el de la nación, no reaccionó. Una situación así debería haber llevado a los dos principales partidos a coordinarse en la respuesta, ya que no lo estuvieron en la emergencia. Ha sido lo contrario. Han convertido la Comunitat Valenciana, privada de voz propia, en un mero teatro de operaciones para batallas por encima de ella. Es increíble que el Gobierno de España vaya a presentar a principios de esta semana que entra un plan detallado de necesidades de fondos a la UE, sin haberlo consensuado ni con la Generalitat ni con las fuerzas sociales valencianas, ni CEV ni sindicatos. Es incomprensible que a fecha de hoy Mazón aún no haya convocado al Consejo Económico y Social de la Comunitat. Es decepcionante que nadie haya reunido a todos los alcaldes de la DANA, sino que cada cual se entreviste sólo con los que son de su partido. Es frustrante que las dos personas nombradas para encargarse de la reconstrucción, Gan Pampols por parte de la Generalitat y José María Ángel por el Gobierno, aún no hayan formalizado un simple encuentro. Es indignante que a estas alturas sigamos enfangados en un marasmo en el que únicamente sacan cabeza los antisistema de uno y otro color. ¿Así hasta 2027? Por nadie que pase.
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