Opinión | Tribuna

Negociando soluciones

Negociando soluciones.

Negociando soluciones. / Pixabay

El pasado 16 de enero se celebró el día internacional de la mediación. Una forma de conmemorar la necesidad de que en cualquier conflicto que surja entre particulares, personas jurídicas, o entre Estados, se pueda resolver acudiendo a una mediación con personas que tienen como expertos, precisamente, habilidades para poder encontrar soluciones y ofrecerlas a personas que, entre ellas, no pueden encontrarlas.

Surge en este escenario la importancia de la figura de los «negociadores» de conflictos que pueden tener muchas alternativas reflejadas en la recientemente aprobada Ley Orgánica 1/2025, de 2 de enero, en relación a los mediadores, que es la nominación más tradicional, la de los expertos independientes, o lo que, en definitiva, se denominan como terceros neutrales, que por su autoridad adquirida por sus especiales habilidades para encontrar acuerdos en personas en un conflicto, pueden estar en condiciones de que el mismo acabe.

La búsqueda de soluciones negociadas acudiendo a un tercero neutral ha presidido la evolución de la sociedad, y no es algo nuevo. Así, en la antigua Grecia existía la figura del synteresis, que era un mediador que participaba en la resolución de conflictos y encontraba soluciones equitativas entre las partes, convenciéndoles de las bondades de un acuerdo que a ambas partes pudiera satisfacer en lugar de seguir viviendo ambas la permanencia del conflicto.

También en la antigua Roma existían los judices pacis, los jueces de paz, que, incluso, ha pasado a integrar la figura en la organización judicial para personas designadas por los ayuntamientos en localidades pequeñas, aunque no pertenecientes a la carrera judicial. Pero fijémonos en que ya los romanos hablaban de un juez «de paz» como una figura que actuaba de pacificador del conflicto en lugar del juez que lo resolvía, y que trataba de encontrar «paz» en el enfrentamiento.

Por ello, es importante el volumen de profesionales, sobre todo de la abogacía, pero también de otras profesiones, que han apostado por el impulso de la mediación en sus colegios profesionales, y larga es la cita que no desarrollamos por temor a dejarnos alguno en el tintero, que han puesto su objetivo en formar a sus colegiados en la mediación o solución pacificadora de conflictos.

La negociación abre muchas puertas frente al carácter permanente en el que se vive hoy en día en muchos escenarios que están en conflicto continuo, sin que ninguna de las partes quiera ceder por temor a que ello pueda ser entendido como debilidad. Y, de esta manera, no existe una suspensión del enfrentamiento, sino que puede que por ambas partes hasta se ponga «más leña en el fuego» para tratar de demostrar al otro quién tiene más poder y en un signo evidente de que no va a dar un paso atrás

Estos conflictos se han visto, además, en las guerras que nos están invadiendo en todo el mundo en un siglo en el que deberíamos ya estar «curados» de las tragedias que se han vivido, y que, recientemente, se recordaban en la prisión de Auschwitz con respecto a uno de los episodios de la humanidad más graves que se recuerdan, pero que, de alguna manera, se han repetido en otra dimensión en otros sitios costando muchas vidas humanas por una guerra sin sentido, –ninguna lo tiene– y por la sinrazón de querer una de las partes en el conflicto tener más razón que el otro y querer imponer su voluntad por la vía de la fuerza, las armas, la violencia y la destrucción.

Pues bien, el recurso a la mediación y soluciones alternativas a la judicialización del conflicto mediante la designación de un tercero que sea el que trate de acercar posturas es mucho más ventajoso que resolver el conflicto ante los tribunales, a los que se debería acudir, pero cuando las soluciones negociadas no se hayan encontrado, o pese a la buena voluntad no se encuentra el punto de equilibrio que a todos podría contentar.

Pero con la solución pactada se da más satisfacción a las partes del conflicto, porque ambas lo han aceptado y es distinto a que la decisión la adopte el juez, que podrá gustar a una parte y no a la otra, ya que del resultado del acuerdo participan los dos.

Además, un acuerdo se alcanza antes y es mucho más eficaz en torno al cumplimiento del mismo que si se trata de una decisión judicial que es impuesta y en la que no participan las partes.

Por todo ello, esta puerta abierta a la solución de conflictos por la vía de la negociación previa que ha puesto en marcha la Ley orgánica 1/2025, de 2 de enero es una oportunidad para intentar hacer las cosas mejor, y para utilizar el gran volumen de profesionales que existen que se han formado en ser personas que ayudan a alcanzar acuerdos, y que si se utiliza bien esta figura y a los mediadores en todos los órdenes de la sociedad podremos ir terminando con tanto enfrentamiento y violencia que hoy existe en la sociedad.

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