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Léete la letra pequeña, que hasta el rabo todo es toro

El refugio antiaéreo del Paseo de Germanías, que permanece  cerrado un mes y medio después de la inauguración del Jardín de la Concordia.

El refugio antiaéreo del Paseo de Germanías, que permanece cerrado un mes y medio después de la inauguración del Jardín de la Concordia. / ÁXEL ÁLVAREZ

En estos tiempos que vivimos en los que todo es rápido, inmediato e instantáneo, en el que las redes sociales han propiciado e impuesto la inmediatez en la información, en estos tiempos en los que la mayoría de los mortales están tan atareados en sus quehaceres cotidianos que no tienen tiempo para pensar, comparar, reflexionar y obtener una conclusión, los titulares en negrita son el pilar sobre el que se sostiene y fundamenta nuestra concepción de la realidad. Son tiempos en los que lo importante es el relato, no los hechos y compramos este con tan solo el titular, despreocupándonos y obviando la letra pequeña, que es la que explica con argumentos los antecedentes, los considerandos, los fundamentos y los efectos de aquello que ha llegado a nuestro conocimiento a través del foco cinematográfico del titular.

Hasta cierto punto esta situación esta justificada en el hecho de que la vida no nos da para más, que te levantas a las seis y media de la mañana con ganas solo de morirte, que bajas al perro a la calle, en una mano las bolsitas de plástico, en la otra la botella de agua, entre los dientes la correa, que hace un frío que pela, que el perro tras media hora de dar vueltas no quiere subirse, que se hace tarde, que levantas a los chavales entre quejas y resoplidos, que haces el desayuno, que se te queman las tostadas, que te escaldas con el agua caliente de la ducha, que te vistes combinando colores imposibles, que llevas a los niños al cole, que hay un atasco de cojones, que no llegamos, que quita la radio y ponme la canción de C. Tangana dice uno y el otro se queja y te pide la canción de Blanca la Almendrita, que los dejas en el colegio o en el instituto, que te vas disparado al trabajo, que llegas y el jefe te mira mal, que han llegado nuevos pedidos y teníamos que haberlos servido ayer, que te pones y no paras, que tienes tiempo solo para comerte medio bocadillo de pavo frío y un café, que sales del trabajo y te vas disparado a echar horas en otro curro para poder llegar a fin de mes, que otra vez llegas tarde, que el jefe te aprieta, que te pregunta Manolita, la de contabilidad, cómo cojones te has combinado la chaqueta con la camisa que llevas puesta, que si eres daltónico, que por fin termina la jornada, vuelves a casa y tienes que tomarle la lección a uno de tus hijos, que el otro quiere para cenar magret de pato sobre una cama de puré de patatas agrias, ¡acabáramos!, vuelves a bajar al perro... Y, a las once y media de la noche, te sientas derrotado en la cocina frente al televisor y ves un resumen de las noticias y, mientras te secas la lágrima que cae de tus ojos, piensas que mañana tienes que ir a comprar al Consum, que tienes que hacer la lista que luego se te olvidan cosas, que a los cristales del salón les hace falta un poco de limpieza y entre esos pensamientos te arrastras hasta la cama y, ante la advertencia que hace un contertulio del programa La Isla de las Tentaciones relativa a que no prestamos suficiente atención a la letra pequeña de las informaciones, te desmayas pensando: para letra pequeña estoy yo.

Pues eso mismo nos pasa con la política: vivimos de promesas electorales y de titulares, y sin más compramos el relato, sin pararnos a leer la letra pequeña, llegamos a construirnos una convicción relativa a la actuación política sobre promesas, anuncios, inauguraciones y actuaciones, sin contrastar si las mismas son necesarias para atender al interés general, no a criterios ideológicos y si son ejecutadas de acuerdo con los principios de eficacia, economía y eficiencia, máxime cuando las mismas son sufragadas con dinero público, ese que no es que no sea de nadie, sino que es de usted, mío y de todos los contribuyentes.

En este sentido, podemos relatar a nivel de política local varios ejemplos de cuanto decimos. Podemos empezar con el TRAM. Recuerden ustedes la campaña electoral: el señor Mazón, aún a fecha de hoy presidente de la Generalitat Valenciana a pesar de su gestión de la dana y del Ventorro, prometió la implantación en nuestra ciudad del tranvía (como está en Alicante) antes de que acabara la legislatura actual. Bueno, este es el titular, el cual es fenomenal, una actuación necesaria y que contribuiría al desarrollo y modernización de la ciudad, pero ahora viene la letra pequeña: transcurrido un año y ocho meses, no se ha hecho nada y, además, el TRAM del que ahora se habla se rumorea que no es como el de Alicante, no, es un autobús bonito, vamos una guagua pero del siglo XXI, y con los trámites administrativos que hay que cumplimentar, que si licitaciones, que si adjudicaciones, que si recursos, vamos, que ya puede el señor Mazón o quien lo sustituya incorporarlo al programa electoral de las elecciones municipales de 2027 o de 2031.

Sigamos con nuestro relato de la letra pequeña y los titulares: la finalización de la Ronda Sur, lo mismo que lo del TRAM, pero más dos huevos duros, para el próximo programa electoral o para el siguiente. Sigamos, ahora vamos con el equipo de gobierno municipal y sus titulares y la letra pequeña. Comencemos. Se inauguró el Jardín de la Concordia con un retraso monumental en la ejecución de las obras; para la inauguración de este espacio se utilizó todo el bombo protocolario y más, y, a pesar del tiempo transcurrido desde la inauguración, el refugio de la guerra está cerrado, ya que no hay personal municipal para poder atenderlo, nadie tuvo la previsión necesaria, y, además, algunos vecinos se quejan que no hay sombra en el jardín, que hay demasiado cemento.

Otra actuación que va por el mismo camino, el retén de la Policía Local en la plaza Primero de Mayo, presentado como una actuación imprescindible para atender la seguridad ciudadana en el barrio de Carrús. Bueno, pues una vez hecho el titular y apuntado el tanto, la realidad es que estas instalaciones están cerradas, ya que falta acabar ciertas infraestructuras que son imprescindibles para estos fines. Además, parece ser que la plantilla de la Policía Local actualmente es insuficiente para atender este servicio.

Ya llevamos dos, ahora vamos por la tercera: el antiguo monasterio de las Clarisas, elemento diferenciador en el programa político del actual Gobierno municipal. ¿Recuerdan eso del BIC? Pues de lo dicho nada, ahora ya no es necesario que sea BIC, ni naranja ni cristal, y, de la instalación en sus dependencias del prometido Museo de Arte Contemporáneo de la Comunidad Valenciana, ni está ni se le espera para el siguiente programa electoral o para el que le siga.

Y por último, y van cuatro, la recuperación del Restaurante del Parque Municipal, que se publicitó con grandes titulares para el verano pasado como prueba de una gestión eficaz y que lleva más de seis meses de retraso. En la actualidad sigue siendo una especulación, no está, se habla de retraso, lo mismo que ocurre con muchas de las obras que se están realizando en la ciudad, retraso que a nadie que pase por las mismas le puede extrañar, ya que es difícil ver en muchas de ellas a más de dos trabajadores desarrollando sus quehaceres en las obras.

Podríamos seguir, pero para qué. El titular es el titular y lo que crea convicción y la letra pequeña casi ni se puede leer, causa fatiga y desasosiego, es como leer el prospecto de un medicamento, no hay quien lo entienda y, si te lees los efectos secundarios que te puede producir, es que te acojonas y prefieres sufrir el dolor antes que tomarte la pastilla o ponerte el supositorio. Por eso, como dijo Madame Deshoulières: «Comienza uno siendo un pobre incauto, y acaba convirtiéndose en un pícaro».

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