Opinión | EUROGACETA
Periodismo y democracia

Periodismo y democracia
Estos días, la periodista Almudena Ariza reivindicaba en un programa de máxima audiencia de la tele pública el PERIODISMO (así, con mayúsculas); no la comunicación, institucional, política, corporativa; no la propaganda, ni el marketing, ni las relaciones públicas, ni el infoentretenimiento. Reivindicaba el PERIODISMO (así, con mayúsculas). Y hacerlo, hoy en día, con la que está cayendo, no es viejuno, ni utópico, es absolutamente necesario, es un compromiso ético y democrático. Ann Telnaes, dibujante de The Washington Post, anunciaba también hace unos días su dimisión, después de que su periódico de toda la vida rechazase publicar una viñeta en la que se veía al dueño actual, Jeff Bezos (Amazon), y a otros magnates tecnológicos y de la comunicación que han hecho donaciones y concesiones a Donald Trump, arrodillarse para rendir pleitesía a una estatua del presidente electo con bolsas llenas de dinero. Para quien no lo sepa, el Post ha sido, junto con The New York Times, las dos «biblias» o faros de nuestra profesión durante décadas. Si Katharine Graham y Ben Bradlee, propietaria y director históricos del periódico, levantaran la cabeza no darían crédito ante la deriva tecnopopulista que hace languidecer a la democracia de los Estados Unidos, desmantelando los derechos y libertades que se fueron ganando durante muchos años de lucha.
Como es bien sabido el fenómeno es global, la ultraderecha española acaba de hacer un llamamiento para agredir a periodistas, proponiendo a sus acólitos que insulten, arranquen y tiren los micrófonos de profesionales de TVE, La Sexta, la SER y Canal Red que estuviesen haciendo directos. Han pasado de impedir coberturas, no facilitando acreditaciones, a alentar agresiones, generándose ya situaciones de peligro para periodistas en ejercicio. Reporteros Sin Fronteras ha alertado de que el discurso de odio contra la prensa deriva inevitablemente en violencia contra los profesionales. Para los que estudiamos Periodismo en la combativa universidad pública de los años 80 y ejercimos la profesión en momentos más «saludables», esta deriva populista es absolutamente inquietante y nos debería mantener a todos muy alerta. Coincidiendo con la conmemoración del 80º aniversario de la liberación de Auschwitz y cuando se está cometiendo otro genocidio en Palestina, resulta de gran vigencia la máxima del historiador Ian Kershaw: «El camino que va a Auschwitz se construyó con odio, pero se pavimentó con indiferencia».
Llegados a este punto quiero reivindicar, intencionadamente, la figura de dos profesionales de enorme valía. Por una parte, el catedrático de Periodismo de la Universidad de La Laguna (ULL), Josema de Pablos que nos dejó hace algunas semanas. Un grupo de colegas, que crecimos académicamente con él, tuvimos a bien ponerle una esquela en el periódico tinerfeño que dirigió en los años 80, El Día (Prensa Ibérica): «(…) De Pablos trabajó para que el periodismo no olvidara su función social, al servicio de los ciudadanos, y concibió la Universidad como un espacio horizontal, como una red, nuestra, en la que se avanzara en el conocimiento, en un saber compartido». Le nombraron Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), y esto me lleva a la segunda figura que quiero poner en valor, la de la periodista Paloma del Río que será investida Doctora Honoris Causa por la UMH en el acto de clausura del presente curso académico. De todos es sabido el impresionante currículum de Paloma del Río, su formación, sus coberturas olímpicas, el reconocimiento de toda la profesión, su rigor y excelencia periodística, pero además está su compromiso social para dar voz a quien no la tiene (deportes minoritarios y femenino), en favor del movimiento animalista y como voz referencial en la defensa de los derechos y libertades del colectivo LGTBIQ+, especialmente significativo cuando ese tecnopopulismo, a instancias del poder más reaccionario, permite la normalización y consolidación de los discursos de odio. Nadie nunca en el mundo debería tener miedo de caminar por la calle de la mano de la persona que ama (aunque sea del mismo sexo). Hoy pasa.
Y por todo ello, muchos reivindicamos el PERIODISMO (así, con mayúsculas), formando periodistas que puedan abordar y comprender con un enfoque humanista temas relacionados con la paz, los derechos humanos y la democracia. Debemos saber capacitar a los estudiantes para que se conviertan en agentes de cambio, utilizando el periodismo como herramienta para influir positivamente en sus comunidades, contrarrestar la desinformación y el odio, y reforzar proyectos periodísticos sostenibles y responsables. Afrontar estos retos forma parte de la alianza que estamos tejiendo con la Fundación Gabo y Reporteros Sin Fronteras.
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