Opinión | Tribuna pro palmeres

Que 25 años son nada… O mucho

Dos personas pasean entre el Palmeral de Elche, en una imagen de archivo.

Dos personas pasean entre el Palmeral de Elche, en una imagen de archivo. / Antonio Amorós

Hace unos días leía la noticia de que el presidente de Icomos-España (organización dedicada a proteger y difundir el Patrimonio Cultural Mundial), Juan Carlos Molina, y su expresidente Jordi Tresseras mantenían un encuentro de trabajo con el alcalde de Tarragona para revisar los avances de la mesa de trabajo y las actividades previstas para la celebración del 25º aniversario de la declaración de Tarragona como Patrimonio Mundial.

No puedo negar sentir cierta envidia por este hecho, habida cuenta de que en noviembre de este año también se cumplirán los 25 años de la declaración del Palmeral de Elche como Patrimonio de la Humanidad y, que se sepa, no hay ni mesa de trabajo con Icomos ni programa conocido para celebrar esta efeméride, ni siquiera en Fitur se ha mencionado este tema. Aquí estamos más bien a celebraciones «celeste-terrenales».

Existe un dicho popular que dice: «Te quiero mucho perrito, pero pan poquito». Pues algo así parece ser nuestra relación con el Palmeral. No voy a extenderme sobre la destrucción, degradación y desprecio sufrido por el Palmeral durante el siglo XX, solo decir que, igual si Pere Ibarra no hubiera levantado la voz, poco Palmeral quedaría hoy en día. Pero sí quiero recalcar que este mismo Palmeral ha sido durante más de mil años fuente de riqueza y desarrollo para la ciudad y para sus habitantes, aunque a veces se nos olvide.

La declaración en el año 2000 del Palmeral como Patrimonio de la Humanidad supuso un punto de inflexión. La Unesco reconocía el Palmeral como algo digno de proteger por sus singularidades. Pero, sorprendentemente, pasada la celebración del acontecimiento, la realidad casi volvía a lo tradicional: orgullo por la distinción, pero escasa preocupación por su conservación y mejora. Ni siquiera se ha modificado el Plan General de Ordenación Urbana, para rectificar las condiciones de edificabilidad en el Palmeral, contradictorias con los compromisos adquiridos con Unesco.

Esta declaración quedó pues guardada en un cajón, como tantos proyectos positivos para el Palmeral junto con los informes denunciando su degradación y el incumplimiento de muchos de los compromisos con Unesco (medidas para integrar la protección de los bienes del Patrimonio Mundial en programas globales de planificación. Establecer programas educativos que estimulen el respeto y el aprecio por el patrimonio. Dotar de servicios de protección, conservación y revalorización del patrimonio cultural y natural, con el personal y medios apropiados. Llevar a cabo, impulsar y promover estudios científicos, técnicos e investigación. Establecer medidas para la identificación, protección, conservación, revalorización y rehabilitación. Promover actos de formación y divulgación del bien y sus valores característicos). Se sucedieron distintos concejales que tuvieron «la mala suerte» de tener la responsabilidad sobre la gestión de este bien y alcaldes más o menos interesados por él, pero todos incapaces de afrontar el reto que suponía poner en marcha un Plan de Gestión del mismo. Hasta hoy seguimos sin este plan.

En 2021, por fin, se cambió la Ley del Palmeral, que era de 1986, y se actualizó a la nueva realidad. Nueva celebración y, al poco, nueva decepción por sus escasos avances. Parecía que todo iba a seguir como siempre: mucha protección legal y escasa mejora en la práctica. Tampoco esta ley, de rango superior, ha conseguido que se modifique la edificabilidad asignada por el PGOU al Palmeral y en esa contradicción seguimos.

Tenemos, eso sí, un nuevo Patronato del Palmeral, con mayor representación social y con un gerente, pero no ha dejado de ser lo que ya venía siendo este patronato, básicamente un órgano donde se aprueban expedientes de tala y expedientes urbanísticos. Donde se están aprobando, a pesar del voto en contra de Volem Palmerar y las abstenciones de otras asociaciones representadas en la Junta Gestora, expedientes urbanísticos que consideramos que no respetan los compromisos Unesco, donde la mayoría de votos los tienen alcalde, concejales del Gobierno municipal y representantes de la Generalitat y poco podemos hacer las asociaciones. Donde quien preside la Junta Gestora, el alcalde, Pablo Ruz, dice que «la Ley del Palmeral es absurda» y que quienes la defendemos somos «talibanes» e «irresponsables» y que «es urgente modificar esta ley para poder edificar en el entorno del Palmeral».

Ya habíamos visto que, a pesar de las promesas en campaña, en todos estos años no se había aumentado la plantilla de palmereros ni reforzado los medios técnicos y materiales de la concejalía, no se reponían las alineaciones de palmeras para rejuvenecer los huertos, no se cultivaban los bancales, ni siquiera se mantiene una cubierta vegetal en ellos, el riego seguía siendo escaso y las acequias en pésimo estado o desaparecidas, las plagas continuaban presentes, no se presupuestaba lo suficiente, etc. Incluso la tan prometida rehabilitación del Hort del Gat para convertirse en Centro de Interpretación del Palmeral quedaba paralizada sine die sin mucha preocupación del equipo de gobierno.

Pero, por vez primera en la historia, un alcalde planteaba formalmente reducir la protección del Palmeral. Se habían visto muchas formas de agredir al Palmeral, pero hacerlo así, de forma oficial, solicitando que se redujeran las cautelas de las zonas de amortiguamiento que la ley plantea para evitar impactos cercanos a estos huertos, y con una excusa tan peregrina de que «impiden el desarrollo de la ciudad» no había pasado nunca.

Que esté declarado Patrimonio de la Humanidad y que ello conlleve, lógicamente, unas obligaciones de respeto, conservación y garantía de su mantenimiento no parecen importar al PP de Ruz. Ni siquiera la posibilidad de que Icomos pueda plantease el futuro de tal declaración ante la agresividad que el Ayuntamiento muestra respecto al Palmeral parece importarles mucho. Tal vez sea hasta un descanso para ellos. Si pierden la declaración y consiguen cambiar la ley a su conveniencia ya podrán hacer lo que quieran con los huertos para que no «impidan el tal desarrollo urbanístico».

Desde Volem Palmerar llamamos al Ayuntamiento a que reconsidere la actual situación. La conservación y mejora del Palmeral debe ser un tema prioritario. Ser Patrimonio Mundial es algo muy importante para jugar con ello como está haciendo el Ayuntamiento. Nosotros, junto con otras asociaciones ilicitanas, queremos colaborar en su mejora, buscamos que la ciudadanía se implique más en él y que lo hagan también los organismos interesados, empezando por el propio Icomos, la Conselleria de Cultura y el propio Ministerio de Cultura.

No es tarde para conformar esa mesa de trabajo con representantes de Icomos que aconsejen, orienten y acompañen al Gobierno municipal en la no fácil tarea de gestionar este bien, que ayude a mejorar y dar a conocer este patrimonio y que consigamos entre todos, incluida, por qué no, la oposición municipal, trazar unas líneas de actuación y un calendario serio.

No es tarde para que se pueda celebrar como se merece este 25 aniversario, implicando a la sociedad ilicitana en la responsabilidad de la supervivencia de nuestro Palmeral.

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