Opinión | Oído, visto, leído

Los Goya, otra vez

Eduard Fernández, actor en "El 47".

Eduard Fernández, actor en "El 47". / Marta Pérez / EFE

Llegan otra vez, los Goya. Treinta y nueve añitos. Sabemos lo que saldrá bien, también lo que saldrá mal. Algunos años han triunfado películas maravillosas. Otros, se han dado premios a películas que no veía nadie. Ha habido algunos discursos de quitarse el sombrero, pero también otros que dieron un poco de apuro. Pero la verdad es que los Goya son parte de la familia, con todo lo bueno y lo malo que tienen las familias, y lo imposible que es cambiar el carácter de sus miembros, su manera y estilo de decir las cosas, sus manías y defectos. Y lo que es seguro también es que nos tiraremos, en el mejor de los casos, tres horitas y pico para saber quién gana en una gala que promete ser bastante competida.

Las películas.

Pues hay de todo: tres de ellas están basadas en hechos reales, una es una comedia, y otra es de estilo indie (Segundo Premio: no la he visto, pero lo de indie sí que lo sé). La estrella azul es intimista y diferente (te gustará mucho, o lamentarás la hora en que te metiste en el cine). La infiltrada es un thriller potente donde Carolina Yuste. Demuestra otra vez que va para grande. Y El 47 es la película más lírica y épica: Eduard Fernández no es que se coma la pantalla, sino que la deglute y saborea poco a poco, y hablando en un catalán macarrónico que te hipnotiza (yo propongo crear una categoría de premio especial llamado premio Eduard Fernández, y dárselo todos los años a Eduard Fernández. Haga lo que haga, qué más da). Casa en flames está un pelín sobrevalorada, pero se agradece el gesto de que alguien se atreva a hacer comedias inteligentes, y no payasadas pasajeras y olvidables. Y no fue elegida La habitación de al lado. Seguro que tiene incondicionales, pero es nada con gaseosa.

La ausencia.

Karla Sofía Gascón ya sabe lo que es tocar el cielo y poco después estamparse contra el duro suelo. Una periodista canadiense (no, no ha sido ningún fascista anti-trans) buceó en su cuenta de Twitter y dio con una serie de tuits -escritos hace algunos años y cuando era bastante desconocida- que decían de todo, y todo malo, del Islam y alrededores. Así que cancelada de modo ipso-facto por los productores de la película, por la organización de los Oscar y de los Goya, por las plataformas de streaming. A pesar de que pidió perdón (de aquella manera), de nada le ha servido. Lo que está claro es que los rastros digitales que dejamos por todos lados obligan a cualquiera que tenga una proyección pública (o un puesto relevante en cualquier organización) a un cuidado tan extremo que creo que es una prueba que nadie superaría: qué hombre, mujer o trans no ha mostrado en tiempos pasados actitudes machistas, o racistas, o sexistas, en tiempo atrás. O ha hecho comentarios casposos, ha publicado fotos inadecuadas, ha reído conversaciones y chistes impublicables hoy en día. Los tuits de Gascón son indefendibles. Pero son unos tuits que denotan una forma de pensar, pero que (creo que) no son ningún delito. Que te marquen a fuego lento de por vida parece un castigo más que excesivo.

Aitana, Leonor, y Maribel.

Lo mejor de esta noche sin ninguna duda. Menudo tridente. Propongo también que repitan las tres, todos los años, como Eduard. Ejemplo de chicas que nos subieron a todos las revoluciones desde finales de los ochenta, también fueron ejemplo de cómo abrirse paso a codazos -llenos de juventud, de estilo y de oficio- en un mundo y una época donde algunos (productores, actores, directores) sólo veían carne. Como el tiempo algunas veces es justo, las tres siguen inteligentes, afiladas y atractivas como ninguna, y trabajando. Para aquellos (o aquellas) que dicen que a una edad determinada las mujeres se vuelven invisibles, dará gusto verlas esta noche llenas de glamour y de saber estar encima de un escenario. Y para los pobres mortales que las hemos disfrutado en un montón de películas y que estamos en su mismo vagón generacional, conformémonos con saber que ellas también veían a Gaby, Fofo y Miliki mientras merendábamos pan con una tableta de chocolate. Menos da una piedra. Disfruten de la gala: a la familia hay que ir a verla y apoyarla.

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