Opinión | Tribuna
El retorno del pacifista

Rafael Altamira. / ARCHIVO FAMILIA ALTAMIRA
¿Por qué los restos del jurista e historiador Rafael Altamira se trasladan a El Campello y no a Alicante, su ciudad natal? Esta es una pregunta que no pocas personas se habrán realizado en los dos últimos años, desde que se hizo público el deterioro de la sepultura del intelectual y de su esposa Pilar Redondo, leonesa, en el Panteón Español del cementerio central de México DF, la ciudad en la que él falleció en 1951 y ella, en 1957.
El Ayuntamiento de El Campello, de acuerdo con los descendientes, siempre ha tenido en cuenta el deseo que manifestó el intelectual de pasar en su finca de la localidad, la que fue conocida como Ca Terol, su etapa final, una vez se retirara de la actividad profesional. Ese valioso testimonio quedó registrado en el periódico alicantino El Día el 8 de mayo de 1935, cuando se informaba del acto de rotulación de una calle a su nombre.
En un artículo firmado por Almela y Vives, el diario contaba que en ese acto Altamira pronunció un breve discurso, recordando sus vinculaciones con El Campello, donde vivió sus primeros años de escuela y donde, además, estaban enterrados sus padres.

Noticia de El Día en la que reveló su deseo de retirarse a El Campello. / INFORMACIÓN
Antes de finalizar su intervención, en unos momentos en los que le faltaba un año para su jubilación en España, aunque en el ámbito exterior mantendría después su actividad de Juez del Tribunal Permanente de Justicia Internacional de La Haya, reveló una intención que El Día recogió al pie de la letra: «Don Rafael Altamira terminó su discurso diciendo que, cuando se le aparte de la vida oficial, se retirará al rincón de sus amores más gratos, a Campello, no para descansar, sino para seguir trabajando por la paz de los pueblos».
No logró consumar esa pretensión porque el inicio de la guerra civil un año después le sorprendió en Riaza (Segovia), donde veraneaba con su familia. Sus biógrafos principales -Vicente Ramos, Francisco Moreno- han relatado su recorrido desde entonces. Altamira, al quedar en zona nacional tuvo que gestionar para salir de España un visado en Burgos, que consiguió favorecido por su condición de juez internacional. Comenzó un exilio itinerante, cuyo primer destino fue La Haya para reincorporarse a sus funciones.
En los primeros años fuera de España escribió un emotivo «inventario» de las cosas que perdía con la guerra. Entre una lista larga, mencionaba precisamente su casa de El Campello y la biblioteca de 10.000 volúmenes que guardaba en ella, pero sobre todo anotó unas líneas conmovedoras al confesar las tres cosas que perdía de orden espiritual: «1. Mi optimismo. 2. Mi fe en la civilización y en el porvenir de mi pueblo. 3. La esperanza de pasar los últimos años de mi vida y morir en mi patria».
El empuje nazi de la II Guerra Mundial hizo que en 1940 dejara La Haya y se desplazara a Bayona, cerca de la frontera española. No obstante, atento a la llamada de amigos americanos que le sugerían abandonar la Europa en guerra de aquellos momentos, Altamira atravesó España con protección diplomática de Argentina para poder llegar a Lisboa y, tras un tiempo en la capital portuguesa, cambiar de continente. Tenía previsto impartir un curso en la Universidad de Columbia, pero una lesión se lo impidió.
Finalmente llegó a México en 1944, donde vivió los siete últimos años de su exilio. Recuerdo que a su nieta Pilar Altamira, que tanto se ocupó de su memoria, le gustaba la definición que su abuelo proporcionó a un periódico mexicano al considerarse «un liberal incompatible con un régimen totalitario, cualquiera que sea su dirección política».
Cuando Rafael Altamira falleció a sus ochenta y cinco años estaba propuesto por segunda vez al Premio Nobel de la Paz. La candidatura, lanzada desde México, resaltaba su «obra pacifista» desde todos los ámbitos en los que actuaba; recordaba además que en sus escritos dominaba «el ideal humano de la Paz y la concordia entre todos los pueblos de la Tierra» y exponía su «difusión universalista de ideas nobles y elevadas en pro de la Humanidad». La muerte antes del fallo le privó de ganarlo; las reglas del Premio Nobel impiden concederlo a título póstumo.
Su reposo en México ha sido largo. Pero Altamira vuelve a su tierra noventa años después de anunciar su deseo en las palabras finales de un discurso.
- Malas noticias de Hacienda: a partir de ahora, hay que declarar los pagos con tarjeta si superan esta cantidad
- Si compras en Shein, Temu o Amazon, atento a la nueva estafa del paquete
- Nuevo requisito para vender o alquilar una vivienda en España: será obligatorio a partir de esta fecha
- ¿Cómo funciona la cápsula endoscópica magnética? La alternativa no invasiva a la endoscopia tradicional
- Multas de hasta 135 euros por ir solo en el coche: la novedad que plantea la DGT y que debes tener en cuenta
- Regalo de Hacienda a los hipotecados: 2.000 euros si firmaste antes de esta fecha
- Hacienda va a por Bizum: a partir de esta cifra hay que declararlos
- El BBVA sostiene que la probabilidad de que su opa sobre el Sabadell triunfe es 'muy, muy alta