Opinión | Esto no es un cuaderno
ZZZZ...

El alcalde de Elche, Pablo Ruz, durante uno de los plenos del lunes. / Pilar Cortés
«¡Ay de mí, que ni siquera sé lo que sé!» Agustín de Hipona (354-430), teólogo, obispo y santo.
Recuerde el alma dormida, avive el seso y despertéme contemplando, vía telemática y amodorrado tras una corta cabezadita, la sesión doble de sobremesa de la Corporación municipal ilicitana, en ambos casos asuntos trascendentales para la ciudad y su año jubilar, así como para la libertad de expresión y de autodeterminación (sexual), y la lucha contra el terrorismo yihadista, todo en un pack en oferta de final de rebajas con dos plenos extraordinarios por el precio de uno, que me lo quitan de las manos, oiga.
Sin embargo, la soñarrera me volvió a vencer en los primeros compases de la sesión inicial y acabé cayendo de nuevo en los brazos de Morfeo, como si de un documental de La 2 se tratara. Es lo que tiene poner plenos a la hora de la siesta. Y ello pese a lo sumamente interesante que sin duda resultaba el primer debate sobre a quién se puede considerar hembra, biológica y genéricamente hablando, y quién sucumbe a la homofobia, la transfobia, la lgtbiqplusfobia, la xenofobia, la aporofobia, la colurofobia, la escotofobia, la retrogenraflexofobia y, sobre todo, la fobofobia (miedo a tener una fobia). Además de averiguar por qué, según los socialistas, había que reprobar a la portaVox Aurora Rodil por rechazar que las personas trans también son féminas, en alguna de sus variadas configuraciones. Zzzz…
Me despierto de nuevo abruptamente de mi duermevela sobresaltado por el vibrante inicio de la intervención de Rodil: «Señor alcalde, equipo de gobierno, excelentísima inquisición sanchista y sus acólitos comunistas, señoras y señores, buenas tardes». La mejor defensa es un buen ataque, que decía Sun Tzu. Algarabía en el público: unos mostrando banderas arcoíris plus y consignas contra la edil (días después hubo también una concentración) y otros, lanzándoles a estos improperios y denuestos. La apurada pero firme presidenta de la sesión, Irene Ruiz, profería advertencias de expulsión, reglamento municipal en mano (y a punto de lanzárselo a más de uno/a/e a la testa, acción que habría sido políticamente incorrecta, pero seguramente muy liberadora).
Rodil seguía con sus argumentaciones, catilinarias y filípicas, que si bodrio de ley de libertad sexual, que si dictadura woke (que no es por la abombada sartén china, sino por las personas socialmente concienciadas); que si la cruda realidad biológica es la que es y lo que no es no puede ser, como ya sentenció Parménides de Elea hace 2.500 años; que si los cromosomas XX y XY, que si niños y niñas, hombres y mujeres por la gracia de Dios, con órganos diferentes pero complementarios; peras y manzanas, bacores i alficossos, arriba y abajo, cerca y lejos,… Y el alcalde, Pablo Ruz, que si el equipo de gobierno no discrimina a nadie, que el debate es muy sano y saludable para cualquier sexo y condición, y que Rodil es muy amiguita pese a ser de Vox y que nadie se meta con ella, que lo hace todo requetebién, hale.
El socialista Héctor Díez y la compromisaria Esther Díez, que si Rodil es una tránsfoba y otras fobias similares o peores, y el alcalde un intransigente y un hipócrita, por defender una cosa y hacer lo contrario, y que los de la oposición no son inquisidores sino escudriñadores, que es su papel y para eso escudriñan, para ganarse el jornal. Ruz: «Entre llamarles inquisidores y llamarnos a los del PP violadores, como nos han llamado ustedes, hay mucha diferencia, y si no, que venga Torquemada y lo vea». Más tarde añadió, para más abundamiento: «A mí me han llamado pregonero del apocalipsis, el señor silente [verbigracia: Carlos González, que incluso frunció el ceño]». Pues nada, y tú más y tal y cual. Zzzz…
Tras quedar las cosas como estaban al principio, sin reprobación a Rodil y sin establecerse la nueva clasificación taxonómica de géneros y orientaciones sexuales, así como las fobias respectivas (faltó un power point, una veleda con rotuladores de colores o algo similar), se pasó al segundo pleno, el de la condena del yihadismo y la petición de más vigilancia policial durante el Año Jubilar, tras el sobresalto de la detención en diciembre de cuatro menores por supuesta actividad terrorista en la ciudad. Y ante mi sorpresa, observo que reina la armonía entre todos los grupos, hay exposición ordenada y cabal de argumentos, sin airadas críticas a la bancada contraria, ni siquiera a Sánchez ni a Mazón, cosa rara. Finalmente hay un voto unánime de respaldo a la moción, con aplausos incluidos, al tratarse de un asunto muy serio y tal…
Pero en ese momento despierto de la soñarrera, otra vez, el sueño se esfuma y me doy de bruces con la realidad. Ahí está el alcalde lanzando rayos, centellas y danas contra su némesis provincial, el subdelegado del Gobierno y socialista ilicitano Juan Antonio Nieves (que, por cierto, se encuentra disfrutando de su permiso de paternidad, si es que ello es posible, de tanto que le habrán pitado los oídos estas semanas, y no precisamente por los llantos de su bebé).
Asimismo aprovecha Ruz para denostar a la delegada gubernamental en la Comunitat, la también socialista Pilar Bernabé, a quien el alcalde eleva a los altares (sarcásticamente, por si alguien no lo había captado) en su apasionada intervención, convirtiéndola en santa sin pasar antes por las etapas previas de sierva de Dios, venerable y beata. Será su prerrogativa por lo del Año Jubilar. Y como no hay dos sin tres, reparte igualmente azotes dialécticos al ministro Marlaska, tan mala persona o más que los otros dos, y a este no lo eleva ni siquiera a la categoría de abogado del diablo. Vade retro.
Oiga, perdone, ¿pero la policía que depende de estos cargos no detuvo a los chiquillos que supuesta, presunta e hipotéticamente al parecer planeaban o conjeturaban con un eventual atentado navideño en Santa María, según filtraciones no confirmadas oficialmente? Pues sí, pero ninguno de ellos le ha contado nada al alcalde. ¿Quizás, posible y probablemente podría ser ello porque se trata de una investigación secreta policial y judicialmente, y que a no ser que Miguel Ángel Rodríguez la filtre no hay nada que rascar? Pues qué quiere que le diga, el alcalde es el alcalde y como alcalde nuestro que es merece una explicación y esa explicación no se la van a dar. Habrase visto.
La compromisaria Díez intentaba pacificar la sesión plenaria, dada la enjundia del asunto y de que todos los presentes se suponía que estaban contra el terrorismo y el yihadismo, y a favor de que se aumente la vigilancia policial en la medida de lo razonable. Pese a ello, su intento cayó en saco roto. El PSOE no logró que el alcalde admitiera sus adiciones semánticas al texto inicial de la resolución, y como había criticado duramente a tres de los suyos, los socialistas cayeron atrapados en el envisque de Ruz y se quedaron solos votando en contra, para sorpresa incluso de algunos de ellos.
Con ello, Héctor Díez y los suyos no solo proporcionan munición política al bipartito local para batallas venideras, sino que Ruz está decidido a hurgar en la herida y su partido presentará una moción en el mismo sentido en las Cortes autonómicas para que el PSPV se retrate: si el grupo socialista vota a favor habrá dejado en clara evidencia a sus compañeros ilicitanos, y si lo hace en contra, la artillería será para un Mazón muy necesitado de obuses de alto calibre.
Al final perdí lo que me quedaba de siesta, así que, por favor, no más plenos a esas horas intempestivas, por muy serio que sea el asunto. La Fundación Española del Corazón asegura que el descanso tras la comida proporciona grandes beneficios a la salud: previene las cardiopatías, reduce la tensión arterial, facilita resolver problemas, estimula la creatividad, fomenta la positividad y mejora el estado de ánimo, entre otras bondades. Y renunciar a todo esas plusvalías de salud por un intrascendente espectáculo plenario duplicado, la verdad, no compensa en absoluto. Y a los concejales barrunto que tampoco, aunque cobren. Zzzz…
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